La razón sensible
Paul Bley se sienta frente al piano a la altura de su teclado -banco arriba, dos, tres almohadones- y desde la elevación entreteje cuanto va a decirnos. Se concentra, parece claro que medita y en todo su ejercicio no hay una nota que antes no haya sido pensada. Ni sentida. Un despliegue de razón para la manifestación poética, para el lirismo. Cuanto hay de razón sensible en este héroe desconocido del jazz.Un público más valioso que numéricamente notable siguió uno de los más bellos conciertos de los últimos años. Insurgente blanco y canadiense, Paul Bley estuvo en la hora de la rebeldía. Fue él quien llamó a Ornette Coleman y Don Cherry cuando todavía les despedían de los cafés. En los años sesenta estuvo con Sonny Rollins, y con él y Coleman Hawkins grabé un disco notable, Sonny meets Hawks.
Paul Bley
Colegio Mayor San Juan Evangelista Madrid, 25 de marzo.
Constantemente inquieto, jamás se plegó a ninguna concesión, a ninguna comercialización. La perfecta estructura de sus improvisaciones, el inusual y bello timbre de su piano, le hacían accesible aun en las más libres búsquedas. Jamás entendió el arte más acá de la revuelta, y hoy parece más decidido que nunca a demostrarnos qué pianista es.
Bley es una de las voces más rigurosamente personales de la escena jazzística. En su mano derecha está la apuesta gentil de Duke Ellington, pero mientras le escuchamos siempre sabemos que es él. Bley, en sus composiciones, en las de su mujer, Anette Peacock, y en el acercamiento a Summertime, ejercicio fantástico de quien realmente puede visitar lo conocido.
Belleza a mano
Siempre puede sonar blues y mueve su mano izquierda con la fortaleza de los primeros maestros. Puede empezar un calypso y desarrollarlo hacia la música española. Y constantemente tiene ideas que exponer -son ideas-, pero está en su expresión ser sensible, bello.En apenas una hora de concierto -sin palabra mediada, con la timidez de quien en el escenario sólo sabe tocar el piano o sonreír a los aplausos-, Paul Bley cautivó sin respiro a quien hoy puede escucharle más fácilmente que nunca. Después de algunas vueltas, Paul Bley tenía la belleza muy a mano. Estaba en su teclado y la ha encontrado.
Si esta vez el público no acudió masivamente, sí fue un modelo de lo que debe ser el seguimiento respetuoso y sensible de un concierto dejazz. Bley, tímido y concentrado, se encontró a gusto y pudo tocar a placer. Desde 1968 no nos visitaba, y su regreso ha valido la pena.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
El ‘Gran Hermano’ más corto de la historia lo ganó una de Jerez, y se fue a quemar Madrid
Última hora de la actualidad política, en directo | María Guardiola alienta el pucherazo tras 48 horas de silencio: “El derecho a votar se ha hurtado”
Un nuevo asentamiento arraiga en una plaza tras el desalojo del B9: “¿De verdad pensaban que íbamos a desaparecer?"
El Banco de Francia mejora sus previsiones de crecimiento pese a la incertidumbre sobre el presupuesto
Lo más visto
- El Supremo condena a ‘Okdiario’ y a Eduardo Inda por intromisión en el honor de Iglesias al acusarle de cobrar de Venezuela
- Los hijos de Isak Andic negocian un acuerdo para pagar 27 millones a la pareja del empresario y cerrar el conflicto por el legado
- Irene Escolar: “Si la gente se droga es porque encuentra en ello una anestesia que necesita. Negarlo es absurdo”
- La asociación mayoritaria de guardias civiles no está de acuerdo con la DGT en sustituir los triángulos por la baliza V16
- Eduardo Casanova anuncia que tiene VIH: “Hoy rompo este silencio tan doloroso”




























































