La Ferguson
La escena en la que Sara Ferguson, con el marido bien cogido del brazo, se derrama más que se inclina ante sus suegros, mientras a su rostro suben las alegrías de cualquier vecina de Venta de Baños después de haberle tocado el gordo, merece el Pulitzer de este año. Esta chica es transparente y así como Lady Di le dio la vuelta al braguetazo y pareció como si le hiciera un favor al príncipe heredero casándose con él, la Ferguson no tiene doblez y está contenta como unas pascuas.Nada tengo que objetar contra las gentes primarias y tantos o parecidos peligros emanan de ellas como de las secundarias. Pero junto a esa espléndida espontaneidad de la bien casada han llegado a nosotros suficientes informaciones sobre su coeficiente cultural que invitan a una serena pero implacable reflexión sobre el mal provecho que los ricos sacan de sus privilegios.
Por lo declarado a la Prensa internacional, esta chica tiene unos hábitos culturales de pandillera de extrarradio, con la sola diferencia de que monta a caballo. El único libro que se le ha visto entre manos en los últimos años es la guía telefónica de Londres y alguna novela rosa de la abuelastra de Lady Di. Sus programas preferidos de TV serían los peores programas de la televisión malgache y en cuestiones políticas su suegra, la reina de Inglaterra, a su lado sería La Pasionaria.
Claro que por lo visto y leído su marido es otro pedazo de carne bendecida de parecido caletre y escandaliza pensar el malgasto de siglos y siglos de institutrices y educaciones especiales, para llegar a estos niveles culturales de academias mediocres para repetidores mediocres. Y no discutiré que la señora es atractiva, con un atractivo literario de lugareña de novela inglesa del XVIII, carnes risueñas y coloradas que contrastan con la draculina degeneración que afecta progre s ivain ente a Lady Di. Pero aparto de mí la tentación de valorarla como una mujer objeto y al examinar su alma me irrita la impune rnediocridad de los ricos, mientras por esos mundos los pobres mediocres pagan el doble en todos los peajes de la vida.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Francia llora la muerte de Brigitte Bardot, la ‘Marianne’ animalista
Las 10 mejores películas de Brigitte Bardot: de ‘Y Dios creó a la mujer’ a ‘La verdad’ y ‘¡Viva María!’
Parecen inocentadas: las 10 noticias reales más surrealistas de la última década
Muere el empresario Carles Vilarrubí, pilar de la creación de Catalunya Ràdio y exvicepresidente del Barça, a los 71 años
Lo más visto
- Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
- ¿Qué pasa si uno solo de los ganadores del Gordo de Villamanín decide denunciar?
- Europa entra en estado de alerta ante la embestida estratégica de Trump
- El alpinista Simone Moro sobrevive a un infarto a 5.000 metros y anuncia la creación de un servicio de rescate aéreo en el Karakoram de Pakistán
- Acuerdo en Villamanín por el Gordo sin repartir: la comisión de fiestas cede más de dos millones por la paz del pueblo




























































