Nudistas
Este periódico dio en su día la noticia de los nudistas de la Elipa, y ha dado ahora la inauguración del solárium municipal del populoso barrio al Este del Edén madrileño. Lo que pasa en la Elipa nos lleva, desde la anécdota municipal, a toda una meditación sobre el desnudo. El reglamento del solárium exige el desnudo absoluto, prohíbe cualquier aditamento lujoso o presuntuoso sobre el cuerpo. Es lo más parecido al reglamento de un balneario del siglo pasado, donde habría estado prohibido a las damas exhibir, un tobillo al inclinarse sobre el agua salutífera. Quiere decirse que todo depende del punto de vista. Los desnudistas de la Elipa están tan sometidos a reglamento como los agüistas de Concorte. Si el punto de vista es el vestido, será infracción desabrocharse, por la calor, el botón alto del vestido, o inclinarse sobre el chorro hasta el punto de que asome la fina canilla tantas veces dibujada por Méndez Bringas. Si el punto de vista es el desnudo, el escándalo' está en una sortijita o en una "esclava" en el esbelto tobillo de una adolescente. El desnudo es un uniforme tan riguroso como el polisón o el frac. Lo que quiere la política, siempre, a izquierda/derecha, es que se cumpla el reglamento (y escribo esto no sólo porque esté releyendo a Baudrillard, que gentilmente me ha prestado una de las hermanás Hornedo, que siempre me prestan cosas). El desnudo es una estameña mientras sea absoluto. Un brazalete en el brazo de una muchacha convertiría el solarium en una orgía. El socialismo ha descubierto que el desnudo es tan puritano como el vestido, la libertad tan puritana como la represión y la izquierda política tan puritana como la puritana derecha.No hay más que aplicar el reglamento. La exigencia de desnudo absoluto, en el solarium de la Elipa; es tan legalista como la exigencia de vestido absoluto en los balnearios del siglo pasado. La política está presa de sí misma, desde siempre, cuando es honesta, y sólo llega a una ironía involuntaria y malvada cuando es de mala fe, como la de Franco: bañador femenino de solapa y faldita, bañadores masculinos como sacos. Los desnudos de la Elipa son ya tan administrativos como los vestidos de la playa de Gijón, de moda en los 40.
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