Las Olimpiadas al desnudo
Queda una extasiada ante la belleza y la fuerza de las imágenes de los atletas y deportistas que concurren estos días a las Olimpiadas.Pero se echa de menos una cosa: ¿por qué los deportistas no pueden competir desnudos si lo desean? Precisamente la cultura griega antigua, en la que nacen los Juegos Olímpicos, valora el cuerpo humano por entero, sin ocultar ninguna parte de él como indigna o perversa. Ahí quedan sus estatuas, de ambos sexos, para admiración de todos, grandes y pequeños.
Alguien podría decir que la contemplación de pinturas o esculturas de desnudos humanos produce sentimientos eróticos en alguno (?); las posturas que esas figuras desnudas tengan, unidas a su inmovilidad, pueden dar pie a ello.
Pero el desnudo de unos deportistas en plena tensión y movimiento está ciertamente, por ese mismo dinamismo, más allá de esas imbricaciones.
¿No nos acordamos ya de aquellos rayos de luz llamados streakings que un verano recorrieron fugazmente nuestras ciudades ante la sonrisa complaciente de todos, incluso de nuestras abuelas?.
Los deportistas eliminan de su atuendo todo aquello que les dificulta en sus movimientos o que constituye un peso inútil que grava sobre sus fuerzas.
Todo en ellos tiene una finalidad: gorros para sujetar el cabello y/o retener el sudor, gafas en la natación, calzado apropiado en los deportes de correr, camisetas para no enfriarse con el sudor y para señalar en ellas los colores de los equipos y los números de los concprsantes, esquíes, pértigas, etcétera.
Pero, ¿para qué tapar la zona genital y los glúteos de los que compiten? No tiene ningún sentido más que un atavismo increíble en nuestra época que contradice uno de los derechos del hombres cada vez más reconocido: el derecho al desnudo.-
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