En favor de Maruja Torres

Es hora ya de romper una lanza en favor de Maruja Torres; mejor dicho, de aclarar qué pasa con esas cartas airadas de lectores heridos por alguna de sus columnas. Y no puedo por menos de escribir, ahora mismo, no para decir que esas cartas son injustas -Maruja y muchos lectores lo sabemos-, sino para poner de relieve algo de mayor importancia y que queda patente en todas ellas:el que, por desgracia, mucha gente no sabe leer.

Y está muy claro en sus cartas. Por lo que dicen, no se han enterado de nada de lo que Maruja Torres quería decir y con su buen decir decía. No se enteró cierto ciudadano suramericano susceptible que arremetió precisamente contra quien, no hace mucho, en otra de sus columnas tras aquella manifestación callejera de solidaridad, demostró conocer muy bien la situación y estar sinceramente al lado de quienes sufren en esos países. No se enteraron los del puñito de Marisol, pues sus cartas són una auténtica salida por peteneras.

Y no es cosa de ponerse aquí a aclarar que donde decía esto quería decir y decía esto otro, que esta frase va detrás de este párrafo, y que... En fin, sería cosa de maestro y escolares. Y, por desgracia, es así; es falta de haber recibido una formación en la comprensión de lo escrito como punto de partida indispensable para el paso posterior hacia el espíritu crítico.

Pero donde ya sí que destrozo la lanza es en lo referente al estilo literario de sus columnas, porque salta de sus líneas, refrescante, el estilo ágil, espontáneo, con gran conocimiento de nuestra lengua; lenguaje que hace transparente un contenido cargado de sensibilidad, agudeza, humor y poesía y sencillez.

Las columnas de Maruja Torres, nada más lejos del comentario fácil, nada más lejos de querer ofender. /