Conductoras de Barcelona, un imperio para el cohecho

José María Humbert Rovira, de 40 años de edad, levantó en los últimos cinco años un importante imperio que bautizó con el nombre de Conductoras de Barcelona, especializado en lanzamientos judiciales y en almacenar bienes embargados.En su corta, pero intensa trayectoria empresarial, Humbert Rovira fue fiel a dos teorías propias: una, que para hacer trabajar a pleno rendimiento este negocio, era imprescindible contar con la ayuda de funcionarios de la Justicia; la otra es que sería mucho más rentable negociar con los bienes depositados que mantenerlos almacenados. Nació así una trama de posibles cohechos y un mercado ilegal de bienes cuyo epicentro radicaba en los mercadillos de Masquefa (Barcelona).

El imperio de José María Humbert Rovira empezó a desmoronarse en enero, cuando el fuego destruyó, en la calle de Badal, un almacén de bienes embargados. Fue detenido un empleado y empezaron a acumularse pruebas de culpabilidad. Humbert Rovira optó por la huida a Andorra, desde donde intentó ponerse en contacto con la Administración de Justicia y ofrecer a cambio de su libertad una larga lista de nombres y casos de corrupción judicial.

No era ésta la primera ocasión en que un almacén de Humbert Rovira quedaba destruido por el fuego. Cuatro años atrás, un siniestro similar se registró en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), pero las investigaciones de la Guardia Civil -del mismo guardia civil que años después lo detendría- no pudieron probar nada, y Humbert Rovira pudo cobrar el seguro del almacén.

El pasado 19 de junio fue detenido en Masnou. Empezaban de esta manera a escribirse dos epílogos: el de la historia de la empresa Conductoras de Barcelona, y el de unas corrupciones judiciales que podrían afectar a 20 funcionarios de siete juzgados de distrito. Cuando el hilo desenmarañaba el ovillo, Humbert Rovira, desde la cárcel, empezó a decir que la Administración de Justicia le había engañado.