Una noche triste y un día alegre
Leo y me asombro: «La noche del 16 al 17 de noviembre de este año ha sido, probablemente, la más dramática de cuantas vivió el Gobierno Suárez». Lo escribe EL PAIS, como embocadura de una de las crónicas políticas más melodramáticas y pintorescas que he leído desde que Suárez está en el Poder. Creo, de todas formas, que a EL PAIS, acaso demasiado obediente a los estados de humor reinantes en la Moncloa, le han fallado los ajustes de la adjetivación.¿Alguien puede considerar atendible la historia de un compló con tan ambiciosos objetivos políticos, cuando resulta que hasta el momento sólo han podido ser inculpadas, y no con toda certidumbre, muy contadas personas? ¿Alguien puede presumir que realmente existía un compló de tal envergadura, si en el propio instrumento de la pública denuncia, o sea, EL PAIS, se inserta una carta en que niega lo más sustancial de la hipótesis el jefe de la unidad en que se decía que se descubrió todo? ( ... )
Si del relato de EL PAIS se eliminan las truculencias y las babosas ambigüedades, «la más dramática noche de cuantas vivió el Gobierno Suárez» podría reducirse a este suculento esqueleto: unos agentes de los servicios secretos vecinos a la Presidencia del Gobierno se encuentran en una cafetería con algún que otro compañero y sugieren la posibilidad, de acabar de alguna manera con «esta situación insostenible» y con lo que algunos llaman por ahí, acaso por mimetismo con cierta parecida situación extranjera, el «proceso prostituyente». Sería esto lo que acaso los aludidos servicios conocieron ya, para entenderse, como operación Galaxia. Con la operación Galaxia debajo del brazo, algunos de los contertulios se dedicaron a «sondear» en diversos centros y varios niveles. Pero según se desprende del relato de EL PAIS del número de los teóricamente encartados, las «consultas» concluyeron en un estrepitoso fracaso que los agentes comunicarían, sin duda, a sus servicios.
20 de noviembre de 1978
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