Washington acelera el rearme de Yemen del Norte

En un nuevo gesto dirigido a demostrar su interés por la estabilidad de la península arábiga, el presidente Jimmy Carter se acogió a una legislación de urgencia para acelerar el envío de armamento norteamericano a Yemen del Norte.Durante las próximas dos semanas, material bélico valorado en casi cuatrocientos millones de dólares llegará a Arabia Saudita y, una vez montado y listo para entrar en combate, será enviado al vecino Yemen del Norte. El envío incluye doce aviones de caza F-5-E, 64 tanques del modelo M-60, cincuenta vehículos acorazados, cañones antiaéreos y misiles antitanque.

Según la vigente ley de control de exportación de armamento, el Congreso debe aprobar los envíos de material militar a un país extranjero en un plazo de treinta días. Pero la ley prevé que en casos de urgencia el presidente pueda ordenar el suministro de armas sin el visto bueno del poder legislativo. Carter se acogió a esta legislación y firmó la orden unas horas antes de emprender su viaje a Oriente Próximo.

Aunque el conflicto fronterizo entre el pro occidental Yemen del Norte y el pro soviético Yemen del Sur parece haber remitido en los últimos días, el urgente envío de armas norteamericanas es más un gesto político, destinado a hacer evidente la preocupación de Washington por la estabilidad del área. A principios de esta semana, Carter ordenó a un portaaviones y varios buques armados, con misiles que se dirigieran al golfo de Aden, en un gesto análogo.

Arabia Saudita, que es el principal aliado de Yemen del Norte y que sigue con preocupación el conflicto fronterizo, entre otras cosas, porque casi un millón de yemeníes trabajan en sus pozos de petróleo, rechazó el viernes una oferta norteamericana de enviar un escuadrón de aviones de combate F-15. Sin embargo, Riad pagará la factura de las armas suministradas a sus vecinos de Yemen del Norte.

Unas declaraciones del presidente de este país, coronel Ali Abdullali Saleh, crearon malestar en Washington. Saleh acusó a Estados Unidos y a la URSS de jugar «el juego de las superpontencias» en la península arábiga.