La orgullosa Italia presume de tenis: llegó Sinner y con él, la gran ‘felicità’
Sus éxitos y un ambicioso plan federativo multiplican la práctica, la producción de talento y la atención por el deporte de la raqueta, únicamente por detrás del ‘calcio’


Doble recompensa en juego para Carlos Alcaraz este jueves, nada más y nada menos que el desembarco en las semifinales de la Copa de Maestros y el número uno que hoy defiende y confía en lucir el próximo lunes; de hacerlo, significaría que por segunda vez en su carrera cierra el año en lo más alto. “Siempre ilusiona, pero pensar demasiado en ello puede jugarte una mala pasada”, puntualizaba después de lograr su segunda victoria en la fase de grupos, el martes ante Taylor Fritz. Una tercera en el último compromiso (20.30, Movistar+) aseguraría su objetivo, aunque de por medio estará Lorenzo Musetti, quien confía en los suyos: “Espero que el público me ayude a lograr el milagro”.
Bramidos en el Inalpi Arena, vibra Italia con el tenis. Y, a primera hora del día, colapso en la circulación del tranvía 4, en dirección a la estación de Sebastopoli. Largas colas y aficionados copando los vagones. “Juega Jannik”, desliza uno de ellos. Lógicamente se refiere a Sinner, el gran diamante patrio; la culminación ideal de un trabajo de laboratorio que nació hace más de una década y que ha terminado dando en la diana. Hizo cumbre el pelirrojo, ganador de cuatro grandes, y técnicos y responsables federativos alzaron los brazos y lo celebraron: misión cumplida. El de San Cándido —clasificado gracias al triunfo contra Alexander Zverev, por 6-4 y 6-3— era el producto exactamente buscado.
Tenía el país la tradición, pero escaseaba el éxito. Recitaban los italianos los nombres de Adriano Panatta (Roland Garros y Copa Davis de 1976) y Nicola Pietrangelli (1959 y 1960) de carrerilla, los dos símbolos, pero al hablar de tenis lo hacían de manera más bien acomplejada. Ellos, tan pasionales y laureados con el calcio, competidores de pro en tantas y tantas disciplinas deportivas, necesitaban un elemento campeonissimo en las pistas. Así que tiraron de especialidad: el método. Como las máquinas perfectas de café que relucen en todas las cafeterías de la ciudad, el sistema carburó y finalmente produjo. Primero indicios, y luego realidad. Llegó Sinner, y de la mano subió la fiebre.

“¿Por qué los Grand Slams solo pueden ser cuatro?”, lanzaba en mayo al aire el presidente de la Federación Italiana de Tenis y Pádel (FITP), Angelo Binaghi. Tal es la ambición, la euforia que se respira y reflejan los números. Según un informe elaborado por la FITP en 2024, la cifra de personas que practican este deporte hoy día en el país transalpino asciende a cinco millones y la de aficionados que lo siguen a 16,9; es decir, prácticamente el doble que en 2016; si la cifra de jugadores federados en 2019 era de 404.000, en la actualidad ha alcanzado el millón; ha generado casi 47.000 puestos de trabajo y existen alrededor de 2.500 escuelas formativas; y el engranaje de torneos también se ha disparado.
Popularidad
Según especifica el organismo federativo, Italia organiza actualmente cinco eventos de envergadura —Masters 1000 de Roma, WTA 1000 de Roma, WTA 250 de Palermo y las Finales de la Copa Davis—, además de albergar la Copa de Maestros desde 2021 (hasta 2030). A ello le suma un importante tejido de torneos que foguean a los jóvenes talentos y sirven de lanzadera al profesionalismo, con 19 challengers, 31 torneos ITF para hombres y 29 para mujeres. Se añade también la presencia en la poltrona presidencial de la ATP de Andrea Gaudenzi, y en el plano colectivo los triunfos de los últimos tiempos en la Copa Davis (2023 y 2024) y la Billie Jean King Cup (2024 y 2025).
El efecto Sinner, el de un nuevo icono al que seguir, ha tenido un impacto tan poderoso que el tenis (39%) se ha convertido en el segundo deporte más seguido por los italianos, por delante de la Fórmula 1 (38%), el voleibol (31%), el atletismo (31%), la natación (29%), el motociclismo (29%) o el ciclismo (26%). El número dos del mundo es, de hecho, el deportista en activo más popular entre la población local, según detalló una encuesta publicada por La Gazzetta dello Sport en agosto, que a su vez remarca que al tenista lo reconocen ocho de cada diez ciudadanos. Pese a su discreción dentro y fuera de las pistas, se ha convertido en el último emblema deportivo. Luz alpina.

A rebufo de él crece una interesante hornada de jugadores (Flavio Cobolli, Luciano Darderi, Matteo Arnaldi o Luca Nardi) y en las academias se imitan sus pasos, mientras las autoridades le elogian y sacan pecho. Por fin llegó. “Estamos orgullosos de tener un deportista como Jannik”, afirmó recientemente el presidente del Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI), Luciano Bonfiglio. Se suma a los piropos Panatta, quien destaca que Sinner, de 24 años, es ahora “un jugador consciente de su fuerza y capaz de controlar todos los aspectos de su juego”, a la vez que aprecia que el de San Cándido “está probando nuevas soluciones, se mueve mejor y se muestra más seguro en ciertas zonas de la pista”.
Su estrellato ha catapultado a una Italia admirada que ha dejado de ser una nación espectadora y que, en cambio, ejerce de gran potencia y es contemplada como ejemplo. Su base reluce, emana calidad y el porvenir se ilumina. Factoría de tenistas aguerridos, dinámicos, inteligentes y con tiro, exhibe estos días maestros a sus dos mejores creaciones: Sinner y Musetti. Este último, de exquisito acabado técnico, llegó al torneo de rebote —repescado a última hora, a raíz de la renuncia de Novak Djokovic— y aún tiene opciones de clasificarse. Para conseguirlo, sin embargo, deberá rendir a Alcaraz y echar mano de la calculadora. La felicità italiana se respira en la encantadora Turín.
ALCARAZ SE QUEDA EN EL HOTEL
En la línea de otras ocasiones, Carlos Alcaraz prefirió ejercitarse este miércoles en el hotel, en vez de hacerlo en la pista del Inalpi Arena. El líder del circuito, de 22 años, acumuló un desgaste considerable el día previo, frente a Taylor Fritz, y apostó por prevenir y el trabajo de recuperación.
El jugador murciano invirtió cerca de tres horas (2h 48m) para resolver el segundo compromiso de la fase de grupos y en su última comparecencia ya advertía que él y su equipo cuidarían “al milímetro” el descanso entre una jornada y otra.
Finalmente apostó por quedarse en el céntrico hotel turinés en el que se aloja estos días, teniendo en cuenta que ante Musetti se juega dos cosas: el pase a las semifinales —preferiblemente, como primero de grupo— y, a la vez, conservar el número uno.
Antes de que el y el tenista local se enfrenten lo harán (14.00, Movistar+) Taylor Fritz y Alex de Miñaur. Ambos todavía tienen opciones de avanzar al compromiso del sábado, puesto que han logrado un triunfo y todo dependerá del desarrollo del día.
No así el estadounidense Ben Shelton, integrante del grupo de Sinner. La derrota contra Felix Auger-Aliassime (4-6, 76(7) y 7-5) le descarta, mientras que el canadiense se mantiene en pie y apurará sus opciones en la jornada definitiva del viernes.
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