Alcaraz, contra el escepticismo y el mal fario de Montecarlo
Tras un mes difícil en Estados Unidos, el murciano inicia la gira sobre tierra batida en el esquivo contexto del Principado, donde todavía no ha logrado ninguna victoria


Asoma poco a poco el sol, salpican las primeras briznas de arcilla y eso en el terreno del tenis significa el inicio de algo hermoso para algunos, más bien pocos, o bien la franja más detestable de la temporada para otros, la mayoría. No hay término medio en este tenis cementizado en el que alérgicos como Naomi Osaka o Daniil Medvedev (largo el listado, en realidad) tuercen el gesto ante lo inevitable, el paso por la tierra batida, mientras que otros (los menos) se golpean las suelas con el cordaje, deslizan y celebran. Es el caso de Carlos Alcaraz, tenista multisuperficie, sí, pero forjado originalmente al ritmo del patinaje. Él y la arena, prolífica la asociación. Ocho de los 17 trofeos logrados por el murciano hasta ahora proceden de una superficie que continúa perdiendo peso en el calendario (70% en dura) y de la que incluso algunos reniegan. Él, sin embargo, encuentra cobijo en un hábitat del que disfruta y que ahora, de aquí a junio, le brinda la oportunidad de darle la vuelta al calcetín.
Después de un inicio de curso zigzagueante en el que Rotterdam ha sido el único premio que se ha llevado a la boca, el español de 21 años confía en revertir la suerte en esta gira a la que llega rodeado de dudas y escepticismo, al menos desde el exterior. Los hay quienes confían en el volantazo, pero también esos otros que se agarran a los últimos resultados y señalan con el dedo acusador: ‘teníamos razón, Alcaraz es un tenista de momentos, un viene y va. No es Nadal’. Los cuartos de Australia y Doha, unidos a las semifinales de Indian Wells y el tropezón en Miami, alimentan las sospechas de estos últimos, para los que esos resultados son insuficientes o menores. Y, ante la crítica de esas voces insatisfechas, Alcaraz pone el pie en Montecarlo dispuesto a recuperar la gloria y se revuelve: “La gente no piensa que enfrente hay un rival, sino sólo en mí; si pierdo, siempre dicen que pasa algo, y no creo que eso sea justo”.
Repite el de El Palmar que no lo termina de entender, que desde su punto de vista viene jugando “un gran tenis” y que se encuentra “contento y listo” para emprender la gran rampa de la primavera: del Principado a Barcelona, de ahí a Madrid y luego a Roma antes del objetivo último en Roland Garros. Dos meses a todo trapo de los que tradicionalmente ha extraído petróleo: dos trofeos en 2022, otros dos en 2023 y uno en 2024. Precisamente, el del grande francés. Al fin y al cabo, pocos dominan hoy el registro terrícola y en cambio prolifera el rechazo a una franja en la que no pocos tenistas se sienten extraños. Tal vez Tsitsipas, quizá Zverev, acaso Ruud o Rublev. No mucho más a priori, o no con el suficiente fundamento. Ahí está también Novak Djokovic, al que también se escanea con recelo ante la posibilidad de que su físico vuelva a quebrarse; sin embargo, el serbio insinuó en Miami su capacidad histórica para regenerarse y Alcaraz desconfía: nunca den por muerto a Novak, dice.
Llega el murciano a la tierra en una circunstancia muy diferente a la de hace un año, cuando una traicionera lesión en el codo le atormentaba y le impidió participar del despegue. No pudo competir en Montecarlo, en el Godó ni tampoco en Roma, pero se resarció en París a lo grande. Esta vez no acusa dolencia alguna, aunque en su mente pesa la obligación constante de tener que ganar. Presión, ni más ni menos. “Mucha gente ha dicho debería haber jugado mejor o haber ganado más torneos, pero no creo que eso sea justo”, incide; “el cuadro de los torneos está muy abierto y muchos jugadores están jugando un buen tenis y merecen estar ahí. Hay muchos jugadores que juegan bien en tierra batida y en todas las superficies”.
Paréntesis mexicano
Para limpiar el ánimo y olvidarse de la dolorosa derrota en Miami ante David Goffin, en la primera ronda, Alcaraz apostó por una vía propia y ya conocida; es decir, nada de horas y horas en el laboratorio, de estajanovistas escenas con chorros y más chorros de sudor. En lugar de regresar de inmediato a España y ponerse manos a la obra, se evadió junto a los suyos en las playas de Riviera Maya (México) y se aireó para recargar las pilas. Luego, una semana de ensayos en Murcia y el desplazamiento posterior al Principado, donde debutará este miércoles (hacia las 13.00, Movistar+) frente a Francisco Cerúndolo, el 22º del mundo. Exigente el debut, como también lo es un territorio al que entre las lesiones y el mal día sufrido en experiencia inicial de 2022 —caída a la primera ante Sebastian Korda—, no ha podido tomarle el pulso todavía. Todo lo contrario que el griego Tsitsipas, campeón en tres de las cuatro últimas ediciones.

“Aquí la sensación es extraña, porque todavía no he conseguido ganar un solo partido, aunque solamente ha jugado una vez. Parece como si hubiera algo en el torneo que no jugara a mi favor. Estoy feliz de haber vuelto, sin lesiones, y confío en lograr un buen resultado. Las sensaciones han sido positivas por ahora”, expone el número tres, reivindicativo. “Estoy muy contento con mi juego. Desde que empecé el año estoy haciendo un gran tenis. El tenis no es sólo golpear la pelota, sino mucho más que eso. También se trata de mentalidad, de físico...”, prolonga Alcaraz, al tiempo que desde la barrera se le exige acorde a su dimensión; esto es, la de un fuera de serie. Reconoce el español que la ausencia de Jannik Sinner —sancionado hasta el 4 de mayo por dopaje— no le ha beneficiado, sino todo lo contrario. Sin el italiano en el foco, las miradas se han concentrado sobre él.
“Mucha gente espera que lo gane todo. Muchos me pedían que aprovechara al máximo esta situación y eso, probablemente, me mató de alguna forma”, se sincera. “Pero la realidad es que estoy muy lejos de él. Ahora simplemente quiero centrarme en jugar bien y hacerlo lo mejor posible”, resuelve Alcaraz, situado a 3.610 puntos de Sinner y a 925 del alemán Alexander Zverev. En todo caso, hoy por hoy su prioridad es recuperar y sostener su mejor nivel, después de que cediera ante Jiri Lehecka (25º), Jack Draper (14º) y Goffin (55º) en las últimas citas. Por delante, una suculenta oportunidad de pescar tanto en el horizonte de Montecarlo como en el de Barcelona. Y para ello, un sprint de cinco días en el plazo inmediato, sin tregua; si desea coronarse por primera vez el domingo en el torneo monegasco, debería enlazar cinco triunfos. Djokovic y él irán por vías separadas, pero ambos están advertidos: los deslices están pagándose caros.
SIN MURRAY NI FERRERO, PERO CON SAFIN
Alcaraz estará acompañado estos días de Samuel López, en vez de Juan Carlos Ferrero, del mismo modo que Djokovic tendrá el apoyo de su hermano Marko en el banquillo en lugar del soporte habitual de Andy Murray. El serbio también se estrenará el miércoles (hacia las 15.30), ante el chileno Alejandro Tabilo.
Por otra parte, esta semana presentará una novedad en el banquillo de Andrey Rublev, que a partir de ahora contará con su compatriota Marat Safin entre el equipo técnico. El ruso fue número uno (2001) y conquistó dos grandes (US Open 2000 y Australia 2005).
Por otra parte, la jornada de apertura registró el triunfo de Alejandro Davidovich (6-7(2), 6-2 y 6-1 con Ben Shelton) y el de Medvedev, que terminó acalambrado frente a Karen Khachanov (7-5, 4-6 y 6-4). Hoy intervendrán Pedro Martínez (Sonego) y Roberto Bautista (Nakashima), además de Zverev (Berrettini) o Tsitsipas (Thompson).
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