El Madrid que viene 

Mientras el Madrid se construye en el Mundialito, conviene detenerse para empezar a leer el equipo que viene. Un Madrid nuevo que se está gestando entre las certezas que llegan, las incógnitas que persisten y las mejoras que deben aparecer de la mano de Xabi.

Atrás llegó un jugador que desde el primer día pareció preguntarnos: ¿quién dijo que es difícil ser central del Madrid? En efecto, para Huijsen todo parece fácil. Jugador tranquilo (la elegancia nunca tiene prisa) que está cómodo con el balón en los pies y muestra un aura de dominio ante cualquier acción. Defiende con la frialdad de los que entienden lo que va a ocurrir antes de que ocurra y ataca filtrando balones que le harán la vida más fácil a los mediocampistas. Mide 1,96, que es el biotipo de central hacia el que vamos. Altura que no atenta contra su coordinación y que le permite sacar ventaja en el juego aéreo en las dos áreas. Un cuerpo que aún necesita ganar consistencia para imponerse en las disputas frente a los delanteros de última generación, rápidos como lagartijas y duros como árboles. De momento, todo lo suple con sabiduría.

Por la banda busca su lugar Trent Alexander-Arnold. Todavía no acaba de encontrarse, a pesar de su categoría y experiencia. Como si a mitad de partido tuviera que mirar el color de su camiseta para recordar quiénes son los suyos. Viene de un gran club, pero llegó a otro planeta y le costará un tiempo interpretarlo. Sus fortalezas y debilidades son conocidas y Xabi sabrá encontrarle el lugar donde luzca las primeras, esconda las segundas y se convierta en un buen recurso para la vocación atacante que va a caracterizar al equipo.

En silencio, crece en EEUU un delantero que está preparado para ser parte del proyecto, y eso es mucho decir. Gonzalo trae el orgullo de la cantera, tiene presencia física, se asocia con naturalidad y nació con el gol dentro. Ayudará.

Pero el margen de mejora también está en los que mejor conocemos.

En la cabeza de Vinicius conviven un crack y un rebelde. El crack es fácil de definir: un jugador que convierte cada balón en una amenaza. Por rebelde se entiende a quien se subleva ante la autoridad. En las dos cosas es el número uno, no se puede jugar mejor ni se puede estar más expuesto emocionalmente. Pasó de promesa a futbolista indiscutible gracias a la inteligencia, la humildad, la insistencia… Todas, virtudes que valen para corregir esa irritación que lo saca de los partidos. ¿Por qué se le ataca tanto? Porque le tienen miedo. La manera de responder es con juego y goles, el arma de los cracks. Si despeja sus fantasmas, el Madrid multiplicará la amenaza de peligro.

También hay margen de mejora en Bellingham, que deslumbró en su primer acto y nos desconcertó en el segundo. Las lesiones, un nuevo reparto de protagonismo con la llegada de Mbappé, la pérdida de la excitación que caracteriza a todo recién llegado… Todo pesó. Pero el gran jugador está y su recuperación le dará al equipo un salto de energía y calidad en la zona más estratégica del campo.

El que menos se tiene que preocupar es Mbappé. Primero, porque tiene la gracia de haber nacido con todo puesto y segundo, porque en un mal año del equipo haber ganado la Bota de oro le permite decir: “Yo no fui”. Es una garantía de excelencia.

Toca afinar y hacer correr más rápido la pelota, compactarse sin ella, repetir conceptos en cada entrenamiento como las poesías en el cole y contagiar el ardor competitivo. Problemas de Xabi, que sigue durmiendo con un ojo abierto para encontrar soluciones.