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La rivalidad Argentina-México se muda a Estados Unidos

Si Monterrey finalmente pasa de ronda en el Mundial será una reivindicación para celebrar

Erick Aguirre, de Monterrey, y Pity Martínez, de River Plate, disputan una pelota en el partido de este domingo en Pasadena, California.

El primer partido de selecciones de fútbol en el que el público hizo la ola, es decir un movimiento radial, levantándose de sus asientos y alzando sus manos hasta dar una vuelta completa a la cancha, fue en un México-Argentina jugado en Monterrey en septiembre de 1984.

Esa forma de aliento se haría mundialmente famosa a partir del Mundial 1986, jugado en México, y en cierta forma también estrenaría una rivalidad deportiva extraña, unilateral, más de un país (México) hacia otro (Argentina) que recíproca. Este sábado, ante 60.000 espectadores en Los Ángeles —la mitad de cada equipo—, River Plate y justamente el Monterrey empataron 0 a 0 en un alto al fuego entre argentinos y mexicanos.

El único duelo entre representantes latinoamericanos de la primera fase del torneo hizo honor al fútbol de esgrima que se practica en las ríspidas competiciones de Conmebol y Concacaf. Según datos de Opta, fue el partido con más faltas del Mundial (39) y en el que se jugó menos tiempo neto, apenas 43 minutos y 49 segundos, o sea el 44% de los 99 minutos brutos.

La diferencia con el promedio del Mundial fue notable: se jugaron 13 minutos menos que la media habitual, de 56 minutos. Hubo, además, 101 interrupciones, 16 más de las 85 de promedio en el torneo. El fútbol al sur del río Bravo a veces también es cosa de cuchilleros.

River fue mejor y mereció ganar, pero pagó por su anemia ofensiva y, aunque quedó primero en el grupo E junto al Inter de Italia —que este sábado venció 2 a 1 a Urawa Red Diamonds de Japón—, Monterrey quedó con chances reales para clasificar en la última fecha, justamente por delante de los argentinos. Sería un golpe en la mesa de los mexicanos, habitualmente derrotados por sus rivales del sur del continente.

A comienzos de año, Lionel Messi se refirió a esa rivalidad unilateral y asimétrica. “No sé qué pasó con los mexicanos, de cuando arrancó esa bronca, porque yo siempre me sentí muy querido por la gente de México, nunca les falté el respeto. Pero ellos se pusieron en una posición de entender una rivalidad con nosotros que no existe. No existe una comparación entre Argentina y México”.

Hace pocos días, el delantero mexicano Raúl Jiménez —hoy en Fulham, de la Premier—, le dio la razón a Messi: una rivalidad no es un clásico. “O sea, sí, hay rivalidad, pero es más de los mexicanos con los argentinos, porque al final la mayoría de las veces le han ganado a México, tienen una mayor historia en el fútbol, han llegado más lejos en torneos importantes, el último Mundial lo ganaron”, dijo Jiménez.

De ganarle a los japoneses de Urawa, Monterrey clasificará a los octavos de final en lugar de River, salvo que los argentinos superen al Inter —o empaten a partir de 2 a 2—. Salvo excepciones, los sudamericanos suelen festejar en el mano a mano. En los Mundiales, la Albiceleste venció a México en los Mundiales de Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Qatar 2022. Más atrás en el tiempo, también Argentina ganó la final de la Copa América 1993.

A nivel clubes, las cuatro finales también fueron ganadas por argentinos: dos de Libertadores, River a Tigres —el clásico de Monterrey— en 2015 y Boca a Cruz Azul en 2001, y dos en Sudamericana, Arsenal a América en 2007 y Boca a Pumas en 2005. Aunque no es una final sino una primera fase, Monterrey podría jactarse de ganarle un mano a mano a River y revertir un historial desparejo.

En el turno previo del sábado, Fluminense completó el póker de equipos brasileños con triunfos. Ya habían ganado Flamengo —dos veces—, Botafogo —también dos— y Palmeiras, pero todavía faltaba la victoria del campeón de la Copa Libertadores 2023, que venció 4-2 a Ulsan, de Corea del Sur, y encaminó su clasificación.

El fútbol de equipos vive un momento inversamente proporcional al de selecciones, donde Argentina es campeón del mundo y bicampeón de América y Brasil debió apelar a una decisión sin antecedentes, la contratación de un entrenador extranjero, Carlo Ancelotti.

Con Flamengo ya clasificado a los octavos de final de la Copa Mundial de Clubes y Palmeiras, Botafogo y Fluminense a punto de hacerlo, River y Boca —el único de los sudamericanos que perdió y aún no ganó— pueden quedar eliminados en la última fecha de la primera fase. Monterrey aspira a quedarse en el lugar de los Millonarios. Para México sería una reivindicación contra el fútbol argentino, lejos de un clásico pero cerca de una rivalidad. Y para festejarlo con una ola.

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