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Alessio Lisci, el nuevo entrenador de Osasuna: “El fútbol evoluciona, pero hacia cosas que ya han pasado”

El italiano de 39 años, que este martes visita el Bernabéu, habla de su visión del juego y recorrido en los banquillos

El entrenador de Osasuna, Alessio Lisci, en la ciudad deportiva de Tajonar.
Lorenzo Calonge

Todas las biografías del italiano Alessio Lisci (39 años) sitúan sus orígenes en Roma, pero él hace una puntualización: “Por parte paterna, soy de Tremiti, unas islitas muy chulas que se conocen poco. Me riñen porque parece que no hemos pasado nunca por ahí”, comenta sentado en un pupitre de Tajonar, la ciudad deportiva de Osasuna, el club que lo ha fichado tras su gran paso por el banquillo del Mirandés, con el que disputó la temporada pasada la final del ascenso. Este martes, se estrena en el Bernabéu (21.00, DAZN).

Pregunta. Hace 15 años mandó cartas a todos los equipos de Primera para trabajar. ¿Por qué España?

Respuesta. Siempre me ha gustado su fútbol. Mi idea también era hacer el curso de entrenador y en Italia es muy difícil si no has jugado en Primera.

P. ¿Influyó que entonces la selección fuera la gran dominadora?

R. Seguía el fútbol español de antes. Me acuerdo del Súper Dépor, Ronaldinho en el Barça, el primer Messi… De hecho, cuando empecé a seguirlo, eran los tiempos de aquella selección que se decía que jugaba muy bien, pero nunca ganaba.

P. El Levante lo fichó para la cantera, pero también vendía productos italianos en restaurantes.

R. Sí, y no me da ninguna vergüenza. Con el sueldo que tenía… Desde los 14 años, siempre he trabajado en verano en la isla de mi padre. Entiendes que las cosas no te las regala nadie. Por eso ahora soy capaz de vivir casi en la ciudad deportiva. En Valencia, entrenaba por la mañana, iba a trabajar a mediodía y entrenaba por la tarde. No todo el mundo lo puede hacer. Hay una frase que siempre digo: el trabajo nunca miente.

P. ¿Cuál era el producto estrella?

R. Vinos, sobre todo. En Roma tengo varias botellas, las colecciono con tiempo. Cuando gano un partido, me apetece una copa, pero si pierdo, me pongo el vídeo del próximo rival. Total, para no dormir…

Alessio Lisci, en un entrenamiento de Osasuna en Tajonar.

P. Se retiró muy joven como futbolista.

R. Si ves que no te da para ser profesional, lo mejor es intentarlo por otra vía para seguir en este mundo. Cuando jugaba, ya lo hacía desde una perspectiva muy táctica.

P. ¿Veía el campo como un tablero?

R. Sí, además, me encanta el ajedrez. Tienen cosas en común, no tantas, pero sí de dominio de ciertos espacios importantes. Siempre me ha gustado la estrategia.

P. ¿Y sigue viendo el fútbol como el ajedrez?

R. Ya no, porque todo lo que quería comparar lo he hecho. No es que en el fútbol puedas hacer los mismos movimientos que en el ajedrez, pero sí te abre la mente. Cuando te atascas, que en el ajedrez pasa mucho, te ayuda ver las cosas desde otro punto de vista, hacer movimientos que igual de partida no tienen sentido, pero pueden cambiar un partido.

Al principio, llevo a los jugadores al límite para ver qué me pueden dar

P. Usted busca un equipo versátil, pero que sea agresivo y vaya hacia adelante.

R. Sí, pero, como siempre, te tienes que adaptar a lo que hay. Y es muy importante evolucionar dentro del año. La temporada pasada, en las primeras ocho jornadas éramos de bloque muy bajo, defender y transitar. Y la acabamos el sexto con el bloque más alto.

P. Al principio, le gusta exponer a los jugadores a más riesgos.

R. De eso se trata, de llevarlos al límite para ver qué nos pueden dar. Y, desde ahí, volver a la normalidad.

P. ¿Cómo maneja la libertad de los jugadores?

R. Es lo más difícil. El año pasado, en el Mirandés, empezamos al revés porque no teníamos jugadores y no habíamos entrenado. Había que competir como sea y, desde ahí, meter la B, la C, la D… Este verano, hemos probado muchas cosas. Esta libertad del principio es lo más difícil. A los jugadores les cuesta y por eso vienen muchos goles encajados.

P. ¿Luego la libertad se la tienen que ganar?

R. No, la libertad es muy importante. Encerrar a Aimar [Oroz] en ciertos mecanismos no es ponérselo fácil. Hay que darle matices para que solvente algunas situaciones, pero hay que dejarle libertad porque ve cosas diferentes. La libertad hay que matizarla en función de cada jugador y, sobre todo, su posición. Cuanto más arriba, más.

P. Decía Ancelotti que algunos entrenadores jóvenes la limitaban en los atacantes.

R. Puede ser. A veces, cuando quieres generar demasiados automatismos, el jugador de fantasía se cohíbe un poco. Nosotros intentamos crear automatismos libres, entre comillas, que sepan qué espacios deben atacar y cómo, pero me da igual si lo hace el delantero, el mediapunta o el extremo. Pero sí, a mí también me ha pasado.

Alessio Lisci, en Tajonar.

P. Asegura que cada año es mejor entrenador. ¿En qué ha progresado más?

R. En esa libertad. Antes automatizaba mucho y mis equipos eran muy reconocibles con balón, a veces para bien y otras para mal, porque luego cuesta tener un plan B. La evolución me ha permitido ser diferente en el último tercio, marcar más goles.

P. ¿Y su asignatura pendiente?

R. Son matices, de ajustarnos al rival. El fútbol evoluciona y es cíclico. Porque evoluciona hacia cosas que ya han pasado. No es que evolucione hacia cosas muy nuevas, sino hacia otras que se han dejado y vuelven.

P. ¿Hacia dónde vamos?

R. Hacia esta libertad. Hace poco se había puesto muy de moda el juego posicional. Luego, ha habido un poco de libertad y ahora se ha vuelto a un posicional muy cerrado, que creo que no va a durar mucho. Se va hacia esa fluidez, menos rigidez en los roles. Ya se está empezando a hablar más de las funciones de un jugador en cierta posición, que de su rol. Sobre todo, en ataque. En defensa, eso no se puede hacer.

P. ¿Es un fútbol más de entrenadores?

R. No. Cada año, el entrenador incide más en el resultado, pero nunca será más importante que los jugadores. Por suerte. Puedes ser el mejor, pero te la pilla uno muy bueno y la mete por la escuadra.

Hay gente que habla de fútbol sin saber y dices: ‘¿pero yo de verdad tengo que escuchar esto?

P. ¿Se acuerda mucho del verano pasado en el Mirandés, cuando no tenía jugadores?

R. Eso me ayuda mucho. Cuando las cosas te van mal, recordar cuando te iban peor es muy importante para valorar lo bueno. Con el tiempo, trabajando con el psicólogo, he adquirido esa capacidad de ver el lado positivo.

P. ¿Qué pensaba hace un año?

R. Fue difícil. Se tarda en montar un equipo que funcione. Nosotros llegamos muy bien a febrero del primer año en el Mirandés, pero vinieron lesiones, se fue una pieza fundamental y me tocó hacer el equipo de cero. Terminó la temporada, se fueron todos y, de nuevo, a empezar de cero. Esa tercera vez fue muy dura. Nos inventamos una pretemporada con seis jugadores. No nos conocíamos, salíamos a jugar con muy pocos conceptos y a resistir.

P. En su presentación en Pamplona, dijo que se había empapado de la situación “geopolítica”.

R. Me comentaron que era una zona geopolíticamente diferente, con muchos matices, y es importante saber dónde estás. Por respeto. Dicho esto, nunca me meteré en política. Prefiero hablar de lo que sé. Hay gente que habla de fútbol sin saber, y dices: ‘¿pero de verdad tengo que escuchar esto?’. Imagínate un político si tiene que escuchar al entrenador de Osasuna. Cuando era más joven, me interesaba más, pero ahora estoy más desilusionado, en general.

P. ¿Mucha gente le da la charla de fútbol?

R. Alguna vez, en Miranda, te decían algo por la calle y les respondía que sí para que se sintieran importantes. Pero hay una frase que me gusta mucho: no le puedes dar valor al consejo de alguien al que no se lo pedirías. Respeto lo que hable la gente, pero la valoración que cuenta es de la gente que valoro futbolísticamente.

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Sobre la firma

Lorenzo Calonge
Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Desde 2018, en la sección de Deportes de EL PAÍS y desde 2020, en la información del Real Madrid. También cubro balonmano.
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