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DAZN

Alerta roja por calor en el Gran Premio de F1 en Singapur

El sofoco previsto para este fin de semana lleva a la FIA a declarar la carrera de alto riesgo y fuerza el uso de chalecos refrigerantes

Gran Premio de F1 en Singapur calor
Oriol Puigdemont

Hay pocos trayectos con más trampas para quienes trabajan en el paddock del Mundial de Fórmula 1 que el que lleva hasta el circuito de Marina Bay, en Singapur. El tremendo calor, combinado con una descomunal humedad, lleva a los organizadores a dibujar una ruta laberíntica que culebrea por las galerías y centros comerciales de la ciudad, donde uno puede disfrutar del aire acondicionado y llegar al trazado en unas condiciones mínimamente presentables, después de perderse tres o cuatro veces.

Este fin de semana, la cosa se pondrá todavía más seria si atendemos a la previsión meteorológica, que ha empujado a la Federación Internacional del Automóvil (FIA) a declarar la alerta por calor extremo. Evidentemente, quienes estarán más expuestos serán los pilotos. Algunos de ellos ya saben qué es sufrir mareos, desmayos e incluso vomitar. Sin embargo, nada de lo que hayan vivido antes en Singapur puede llegar a compararse con la asfixia que les espera los tres próximos días cuando se metan en los habitáculos de los monoplazas, convertidos más bien en hornos, donde el termómetro superará los 50 grados. Ante ese panorama, la FIA ha decidido introducir, por primera vez, la obligación de incorporar en los coches la instalación que requiere un nuevo sistema de refrigeración, que todavía está en fase de desarrollo.

El elemento en cuestión es un chaleco, o más bien una malla con tuberías diminutas, que están conectadas a un circuito de fluido frío que recorre el torso del conductor. La fuente se encuentra en un depósito que está controlado por microprocesadores que monitorean la temperatura y el caudal del líquido. En otras palabras, una bomba que impulsa agua refrigerada por 50 metros de conductos, cuyo objetivo es el de disminuir el calor corporal y mantener una sensación de frescura dentro del traje ignífugo. El diseño no es trivial. Los tubos y las conexiones suponen un extra de peso de medio kilo, y eso es una bestialidad en la F1 moderna, en la que los equipos hacen auténticas filigranas para deshacerse de 100 gramos. Con eso en mente, y para evitar que haya quien priorice esa ventaja competitiva por encima de la salud de los corredores, aquellos que prescindan del mecanismo estarán obligados a compensar el déficit de peso con 500 gramos de lastre en el habitáculo.

Esta misma temporada, en Yedda, varios integrantes de la parrilla ya se enfundaron los chalecos en las sesiones de ensayos. Uno de los que optó por correr en Arabia Saudí con él puesto fue Alex Albon, y de ello tomó buena nota Nico Hulkenberg, que volvió a casa en el mismo avión que el de Williams. “Ya se ha declarado la alerta por el calor, ¿verdad? Así que, de no emplearlo, todos tendremos que llevar lastre. Pues es mejor usarlo”, opina el alemán, ya desde Singapur. “Después de la carrera en Yedda me quedé hecho polvo. Hizo un calor infernal. Albon, que lo había llevado, estaba sentado a mi lado, fresco como un polluelo. En ese momento pensé: la próxima vez, lo uso”, añadió el veterano (38 años) de Sauber.

“El chaleco está aún en fase de desarrollo, y probablemente no aguante toda la carrera. Si lo hace durante una hora, pues todo eso que ganamos. Si falla, no es que vaya a retirarme. Pero si funciona, sufriré menos”, convino por su parte Carlos Sainz. “El único problema que le veo es si se calienta demasiado rápido. En ese caso, probablemente te acabe subiendo la temperatura corporal, en lugar de bajarla”, consideraba Ollie Bearman, piloto de Haas. Para Fernando Alonso y Lance Stroll, la pareja de Aston Martin, el principal inconveniente es la sensación de incomodidad que produce con la presión que ejercen los cinturones de seguridad. “Todo depende de lo desesperado que estés para intentar refrescarte”, soltaba el canadiense.

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Sobre la firma

Oriol Puigdemont
Tras licenciarse en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, entró en la sección de Deportes de EL PAÍS en 2005 para cubrir el Mundial de MotoGP, en plena efervescencia por la irrupción de Dani Pedrosa, y de otras disciplinas de motor, como el Rally Dakar. Desde 2010, año en que Fernando Alonso fichó por Ferrari, se encarga de la Fórmula 1.
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