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James Vowles, director de Carlos Sainz: “Mi objetivo no es que Williams gane un título de F-1, sino varios”

El ingeniero británico disecciona para EL PAÍS la filosofía con la que espera devolver a la reputada escudería a la cima

James Vowles
Oriol Puigdemont

El manifiesto con el que James Vowles, director de Williams, basa la filosofía con la que espera devolver la luz a una de las escuderías con más solera y legado del Mundial de Fórmula 1 es tan contundente como el desafío que tiene delante. “Lo que consigues en una carrera concreta depende de la inversión que hiciste entre dos y cinco años atrás. La mayoría de los equipos están atrapados en el corto plazo. Nosotros pensamos en 2027, 2028, 2029”, sostiene, en conversación con EL PAÍS, el ingeniero británico, un alumno aventajado de Toto Wolff en Mercedes (siete títulos de pilotos consecutivos entre 2014 y 2020), coronado ya en 2009 con Jenson Button, en aquella aventura casi quijotesca de Brown GP. Desde 2023 lleva el timón de Williams, un titán en los años ochenta y noventa —nueve títulos de constructores y siete de pilotos—, que circula desde hace varias décadas en el vagón de cola y que este fin de semana desembarca en Montmeló, para el Gran Premio de España.

Desde que Claire Williams, hija del cofundador de la estructura de Grove, traspasó el tinglado al fondo Dorilton Capital en 2020, la transformación estructural ha sido una prioridad, por más que el retorno deportivo sigue pendiente. En medio de esa travesía, Vowles es el rostro visible del cambio: ingeniero de formación, estratega por vocación y ahora responsable de diseñar un proyecto cuya maduración no se medirá en puntos ni en podios inmediatos, por más que la mejora respecto del pasado ejercicio sea evidente: la formación terminó penúltima en la tabla de constructores en 2024 y ahora marcha quinta. En esta reconquista de la gloria le acompaña Carlos Sainz, que se convirtió en una prioridad cuando el madrileño quedó libre con vistas a este curso, después de que Ferrari se lanzara a por Lewis Hamilton.

“El coche de este año es solo un paso más hacia nuestro objetivo. No nos centramos en él como tal. Lo que hicimos fue resolver problemas, optimizar procesos y preparar a la gente para pensar a largo plazo. No hay nada brillante en este monoplaza, pero nos manda señales de que estamos en la dirección correcta”. La afirmación anterior es tan potente que asusta. Especialmente en el marco de un ecosistema en el que uno tiene la sensación de llegar siempre tarde. A diferencia de otros ejecutivos, Vowles no se deja llevar por la urgencia de un calendario que exige resultados cada dos semanas. Su discurso es atípico en un mundo obsesionado con el cronómetro y la recompensa a corto plazo. “La F1 es un negocio fantástico porque te pone a prueba constantemente delante de 70 millones de personas. Pero eso te invita a pensar en el corto plazo. Y el corto plazo no funciona en ningún negocio”, reflexiona el técnico. “Muchos llegan aquí con la intención de ganar en dos años, pero eso no es realista”, argumenta quien jugó un papel fundamental en el proceso de seducción de Sainz.

“Carlos y yo nos llamábamos al menos dos veces por semana. Desglosábamos la organización pieza por pieza. Le decía: ‘Dime a qué estás acostumbrado en Ferrari, y yo te digo dónde estamos hoy. Aquí está Mercedes, aquí está Williams, y esto es en lo que estamos invirtiendo’. Y creo que eso fue lo que le emocionó”, relata este director de orquesta con más de 1.100 personas a su cargo. De ellas, más de un 10% son jóvenes que acaban de salir de la universidad o que incluso siguen en ella. Este es otro de los indicativos más evidentes del nuevo libreto de Williams: “Todavía no estamos en los KPI [indicadores clave de rendimiento] con los que podremos ganar campeonatos. Pero se ve la dinámica en la que estamos. Y, lo más importante, tengo el apoyo total de los inversores para pensar así. Mi objetivo no es ganar un título de F-1, sino varios”.

Los cambios no se ven en la pista de inmediato, pero los cimientos se están colocando. Sistemas de desarrollo, estructuras internas, procesos de fabricación y análisis de datos. “Hay cosas muy básicas que tuvimos que enderezar. Algunas herramientas no estaban al nivel que debían. Pero todo eso lleva tiempo”, subraya Vowles, que pide calma a los seguidores de Sainz: “El coche de 2026 no estará para ganar carreras”. Para quitarse el gusanillo, quien quiera acercarse a ver al español podrá hacerlo la semana que viene en el Madring, donde rodará con un monoplaza real.

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Sobre la firma

Oriol Puigdemont
Tras licenciarse en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, entró en la sección de Deportes de EL PAÍS en 2005 para cubrir el Mundial de MotoGP, en plena efervescencia por la irrupción de Dani Pedrosa, y de otras disciplinas de motor, como el Rally Dakar. Desde 2010, año en que Fernando Alonso fichó por Ferrari, se encarga de la Fórmula 1.
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