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Scottie Pippen: “Del 1 al 10, hablar de Michael Jordan me cansa un 12″

El seis veces campeón de la NBA con los Chicago Bulls revive los recuerdos del ‘Dream Team’ en los Juegos Olímpicos de 1992: “Nos lo pasamos muy bien en Barcelona”

Daniel Arribas

El murmullo se multiplica en las entrañas del polideportivo Antonio Magariños, en Madrid, cuando Scottie Pippen (Hamburg, Estados Unidos; 60 años) no camina, sino flota, lento e impávido a la expectación que su presencia genera. No había regresado a España desde los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, hace justo 33 años, la misma cifra que, muestra sus dedos, orgulloso por la casuística, vestía en la camiseta de los Chicago Bulls, franquicia con la que ganó seis anillos de la NBA. “España siempre me ha tratado bien”, resume mientras se seca las palmas en unos muslos kilométricos que tiempo atrás rebotaban como muelles sobre el parqué. Ahora, menos explosivo, atiende a EL PAÍS en la capital antes de hacer el saque de honor en el All Star de la Inclusión organizado por la Fundación Sanitas.

Pregunta. ¿Siente que todavía hoy está infravalorado?

Respuesta. No, la verdad es que no. Nunca me importaron los elogios. Lo que me pasó, simplemente pasó. No lo perseguí. Así que no, no siento que esté infravalorado. En absoluto.

P. Antes de su llegada, los Chicago Bulls encadenaban varias temporadas en negativo, es decir, con más derrotas que victorias.

R. Sí, y no creo que mucha gente sepa eso, así que me alegra que lo diga, porque demuestra que entiende el juego y tiene un poco de conocimiento sobre la historia de la NBA y de los Chicago Bulls.

P. ¿Qué aportó usted a ese equipo?

R. Versatilidad pura. Tenía la capacidad de jugar en muchas posiciones y de defender a muchos jugadores distintos. También un gran conocimiento del juego, claro. En definitiva, todo lo que se necesita para ganar. Fue como una bendición, la verdad. Reunía justamente las habilidades que el equipo necesitaba para alcanzar el siguiente nivel. Caí en el lugar preciso en el momento adecuado.

P. Y eso que congeniaron en la pista pero no fuera de ella.

R. Bueno, pero es que lo importante era hacer ese clic dentro, no fuera. Yo entendía el juego, sabía cómo funcionaba y qué se necesitaba para ganar, así que no tenía por qué hacer nada que se saliera de eso. Al final, no hace falta ser amigos, sino compañeros. El baloncesto es un juego de equipo y todo gira en torno a juntar las piezas adecuadas y hacerlas funcionar.

P. Del uno al diez, ¿cuánto le cansa hablar de Michael Jordan?

R. Oh, [sonríe]. ¿Siendo el diez la puntuación más alta o la más baja?

R. La más alta.

R. Pues probablemente le diría un 12.

P. ¿Más de diez?

R. Sí, seguro, más de diez. Al final, estoy acostumbrado a hacerlo desde el día en el que llegué a la NBA. Es algo que no me pilla de sorpresa: siempre se ha llevado todo a Michael Jordan. Pero, sabe, estoy contento de haber podido dejar mi propio legado y no tener que estar hablando de él todo el rato.

P. ¿Cómo lo haría usted en la NBA actual?

R. Me iría muy bien. El juego ha cambiado, es cierto, ahora es más de ida y vuelta, pero siento que mi estilo se adaptaba a ese tipo de partidos también en los ochenta y en los noventa. Creo que no sería un gran reto para mí.

P. ¿Sería el mejor jugador de la liga?

R. Sí, creo que sí. No hay ninguna razón para pensar lo contrario. Si me esforzara igual que lo hacía en mi época, siento que fácilmente estaría entre los mejores.

P. LeBron James, Kevin Durant y Stephen Curry son, tal vez, los tres grandes jugadores de la última década. ¿Son mejores de lo que fue usted?

R. Es difícil saber eso, porque las épocas son diferentes. Yo no juego en la suya y ellos no jugaron en la mía. Lo cierto es que ellos son, todavía hoy, extraordinarios para la época en la que han jugado; igual que yo fui extraordinario en la mía. No puedo quitarles ni un ápice de mérito a todo lo que han logrado. Tampoco criticarlos. Son tres de los mejores jugadores de siempre.

P. Se comparó mucho en su día a los Chicago Bulls del ’96 con los Golden State Warriors que superaron su récord de victorias en la temporada regular de 2016.

R. No sé quién ganaría, la verdad. Lo primero, ¿con qué reglas se jugaría? ¿Con las de hoy o con las de los ochenta? Si jugáramos en nuestra época, creo que tendríamos ventaja, porque desplegábamos un juego muy físico, diferente a lo que se ve hoy en día. Si el partido se jugara en esta época, se jugaría más desde la línea de tres, con todo más abierto, más espacios y mucho pick and roll. Estaría bien verlo, pero nunca sabremos qué hubiera pasado.

P. Fue incluido entre los 75 mejores jugadores de la historia de la NBA. En caso de ordenarlos, ¿en qué posición se situaría?

R. Entre los cinco primeros [sonríe].

P. ¿De verdad?

R. No, pero... Sabe, me alegra estar en ese equipo, pero no creo que se pueda decir quién es el número uno o el número dos. Estoy orgulloso de formar parte de esa lista. Luego ya, que sea la gente la que opine.

P. El último MVP de la NBA nacido en Estados Unidos fue James Harden, hace ya siete temporadas. ¿Qué ha pasado?

R. Bueno, creo que los jugadores europeos han mejorado muchísimo. Me da la impresión de que han aprendido mucho del jugador estadounidense. Es más, viéndolo desde fuera, parece que le han metido muchas más horas en el gimnasio que ellos. Están mostrando su dominio en la liga y eso se ve reflejado en la votación para el MVP.

P. Era más difícil de verlo en su época.

R. Sí, pero al final yo siempre quería ser el mejor. No me importaba quién se interpusiera en el camino, si era americano, negro, blanco, europeo o de donde fuera. Yo quería ser el mejor. Y para eso tenía que bregarme con todos.

P. ¿Quién le impresiona en la NBA actual?

R. Hay muchos jugadores, pero tal vez me quedaría con Steph Curry, el mejor tirador de la historia. Es cierto que está llegando al ocaso de su carrera, todavía no diré al final, pero sigue siendo un jugador espectacular. Tirar es un arte que cuando se tiene no se pierde, y él lo lleva en los genes. Podría seguir siendo el mejor tirador del mundo otros diez años más.

P. ¿Le sorprendió el traspaso de Luka Doncic a los Lakers?

R. Sí, claro. A mí y a todo el mundo, pero así es como funciona el negocio. Las franquicias intercambian cromos cada cierto tiempo, y Luka no es una excepción. Fue un gran shock para todos, sobre todo porque es un grandísimo jugador, alguien que llegó a la liga muy joven y que tuvo un impacto inmediato desde el primer día.

P. Su hijo Scotty afronta ahora su tercera temporada en los Memphis Grizzlies.

R. Sí, y lo está haciendo genial. Es un luchador nato. De esos que lo deja todo en la pista. Sabe que la NBA es un desafío muy complicado, pero creo que está encontrando su espacio.

P. ¿Ve algo de usted en él?

R. La determinación. Aprendió desde muy joven a nunca darse por vencido. Y eso es algo que yo también mostraba en la cancha.

P. Aquí en España siempre se relacionará su nombre con los Juegos Olímpicos de Barcelona ‘92 y aquel ‘Dream Team’ estadounidense.

R. Sí, soy consciente [sonríe]. Lo recuerdo como una experiencia fantástica. Fue la primera vez que me enfrentaba a jugadores de fuera de Estados Unidos, y tuvimos la oportunidad de medirnos contra otros muchos países. Ahí nos dimos cuenta de que el baloncesto americano estaba más avanzado que el de cualquier país europeo. Hoy no se puede decir lo mismo.

P. Más allá del oro, ¿cuál es su mejor recuerdo de Barcelona?

R. Nos quedamos en un hotel que estaba a apenas una manzana de La Rambla, que ya era una calle muy popular. Teníamos prohibido salir del hotel, pero, sabe, empezamos a padecer un poco de claustrofobia por estar tanto tiempo ahí metidos [sonríe].

P. Se lo pasaron bien entonces.

R. Sí, se podría decir que nos lo pasamos muy bien en Barcelona.

P. Todavía hoy se habla mucho de aquellos partidillos de entrenamiento entre los miembros del ‘Dream Team’. ¿Cómo eran?

R. Muy duros, pero nos ayudaron a ganar el oro en Barcelona. Estuvimos en varias ciudades antes de los Juegos: Montecarlo, San Diego, Portland... Fue como una gira del All-Star de la NBA. Nunca habíamos estado tanto tiempo juntos, y nos sirvió para conocernos como grupo. La preparación fue muy divertida. Jugábamos partidos durante horas, sin cámaras. Eran duelos muy físicos y con mucho trash talking, pero nos lo pasábamos en grande.

P. ¿Es el mejor equipo en el que ha jugado?

R. Sin lugar a duda. Fue como si una mano mágica hubiera elegido a los mejores jugadores del mundo y los hubiera juntado en un mismo equipo. Imposible agrupar más talento. Dejamos un legado inolvidable, estableciendo un listón difícil de superar.

P. En los duelos con Croacia de aquellos Juegos, incluido la final, usted quiso defender a Toni Kukoc. ¿Por qué?

R. Bueno, digamos que me tocó hacerlo [sonríe]. Todavía no éramos compañeros en Chicago, así que yo solo quería asegurarme de ganar la medalla de oro. Teníamos que mostrar nuestro dominio ante el mundo.

P. Más tarde fue compañero suyo en aquellos Chicago Bulls.

R. Sí, y creo que fue difícil para él recibir todo el crédito que quizás merecía. Le pasó algo parecido a Kevin Durant en los Golden State Warriors. Él fue campeón allí, jugando siempre a nivel de MVP, pero aquel era el equipo de Steph, Klay y Draymond. A Toni [Kukoc] le ocurrió algo parecido en Chicago. Cuando llegó, ya estábamos consolidados como equipo. No se puede decir que no nos ayudó a ganar, pero probablemente entregó algo de grandeza personal a cambio de sacrificarse por nosotros y dar varios pasos atrás.

P. Ahora que lo nombra, Durant es muy fan de Kukoc.

R. Y entiendo por qué. Estamos hablando de dos integrantes del Salón de la Fama de la NBA.

P. Antes de terminar, volvamos a usted. ¿Cuál fue su punto débil como jugador?

R. Probablemente el tiro exterior. Fue algo en lo que trabajé mucho y que terminé desarrollando con el tiempo. Nunca llegué al nivel de Steph Curry, pero bueno, se podría decir que el trabajo dio resultados [sonríe].

P. ¿Qué legado cree que ha dejado?

R. Diría que fui un gran compañero. Es más, creo que se me recordará como un gran jugador de equipo. Un tipo que entendía el juego y que intentó hacer mejor a todos los que le rodeaban.

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Sobre la firma

Daniel Arribas
Es periodista en la sección de Deportes de EL PAÍS y sigue la actualidad del ciclismo, el tenis y otras muchas disciplinas. Ha cubierto competiciones como los Juegos Olímpicos, la Vuelta a España y la Copa Davis. Antes trabajó en El Mundo, Ogilvy y Relevo.
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