Europa congela a Estados Unidos en los ‘foursomes’ de la Ryder Cup: 1-3
Jon Rahm vence en su duelo junto a Hatton frente a Dechambeau y Thomas en la primera jornada de la competición en Nueva York


Nueva York fue europea en el amanecer de la Ryder Cup. El volcán que había encendido Estados Unidos lo apagaron los jugadores europeos cuando la bola comenzó a rodar en el campo de Bethpage Black. Los foursomes (golpes alternos) de la sesión de la mañana dibujaron un rotundo 1-3 a favor de la tropa de Luke Donald. Jon Rahm y Hatton vencieron por 4&3 (cuatro hoyos de ventaja con tres por jugarse) a Bryson DeChambeau y Justin Thomas, Aberg y Fitzpatrick derrotaron por 5&3 a Scheffler y Henley, y McIlroy y Fleetwood por 5&4 a Morikawa y English. Solo en el suspiro final Schauffele y Cantlay salvaron el orgullo norteamericano con un triunfo por 2 arriba ante MacIntyre y Hovland a la espera de los fourballs (mejor bola) de la tarde. Por primera vez desde 1951 un equipo sumaba tres puntos en la sesión inaugural con al menos cuatro hoyos de ventaja en cada partido. Europa enmudeció a Estados Unidos hasta que aterrizó Donald Trump.
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— Ryder Cup Europe (@RyderCupEurope) September 26, 2025
Rahm abrió la Ryder de Nueva York con el golpe de salida del torneo. El capitán norteamericano, Keegan Bradley, había alistado de inicio a Bryson DeChambeau junto a Justin Thomas. Es decir, su jugador más volcánico en lugar de su mejor jugador, título que sin discusión sostiene Scottie Scheffler. Estados Unidos quería prender la mecha de las emociones y el martillazo de DeChambeau desde el tee propició el primer hoyo para el equipo local. Sería la única victoria parcial de la pareja durante la mañana. Europa también había jugado sus cartas y el capitán Luke Donald mandó al frente de las trincheras a Rahm y Hatton, dos competidores voraces, dos hombres que no se arrugan en ningún escenario y una pareja muy compenetrada que funciona como un reloj.
El dúo europeo resistió esas primeras embestidas hasta que amainó la tormenta. “Al principio había mucho ruido, toda la pasión del público, teníamos que dar los golpes con ajetreo, pero sabíamos lo que nos esperaba”, contaría después Rahm. Una recuperación prodigiosa del vasco desde la maleza en el hoyo 6 avanzó la remontada. El choque se igualó en el 7 tras un putt fallado por Thomas y se decantó del lado azul en el par tres del 8 tras un birdie convertido por Rahm y un desvío de DeChambeau. La emoción era muy contenida en los jugadores europeos pese a ser dos hombres de sangre caliente. Esa era la estrategia, controlar las emociones. Y Rahm y Hatton lo bordaron en un ambiente que bajó mucho de decibelios respecto a lo esperado en la caldera de Nueva York. Más allá del repetitivo grito de ¡USA!, ¡USA!, poco jaleo. Ni siquiera la presencia de Michael Jordan levantaba los ánimos de Estados Unidos (en otro curioso duelo, Toni Kukoc, su excompañero en aquellos históricos Chicago Bulls, apoyaba al otro bando).
Europa había apagado el fuego y un dardo de Rahm desde la calle del 12 lo convirtió Hatton en otra diana. Y entonces sí ambos apretaron y chocaron los puños. Un nuevo birdie en el 13, un empate en el 14 y el broche en el 15 concedieron a Europa el primer punto de esta Ryder. Cinco foursomes ha disputado Rahm en cuatro ediciones de la competición y los cinco los ha ganado. El espíritu de Seve y Olazabal vive en él. Y un detalle significativo. Mientras la pareja estadounidense huyó rápidamente del escenario a lamerse las heridas, Rahm y Hatton permanecieron en pie para recibir a Aberg y Fitzpatrick, vencedores ante Scheffler y Henley. McIlroy y Fleetwood ni siquiera necesitaron llegar a ese hoyo 15 para certificar su victoria. Europa había bailado a Estados Unidos. Junto en ese momento, el Air Force One sobrevolaba el campo de golf. Llegaba Donald Trump.
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