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El tribunal absuelve al padre y entrenador del doble campeón olímpico Jakob Ingebrigtsen de las denuncias de abusos y maltrato

Gjert Ingebrigtsen recibe, sin embargo, una condena de 15 días en prisión por agredir a su hija Ingrid cuando tenía 15 años

Jakob Ingebrigtsen, durante su declaración ante el tribunal.
Carlos Arribas

Gjert Ingebrigtsen ha sido condenado a 15 días de prisión y una multa de 1.000 euros por golpear en 2022 con una toalla en la mejilla a su hija Ingrid, que tenía entonces 15 años. El tribunal de Sandnes (Noruega) le absolvió, sin embargo, del cargo de abusos y maltrato a la propia Ingrid y a otro de sus siete hijos, Jakob Ingebrigtsen, doble campeón olímpico y una de las grandes estrellas del atletismo mundial. La fiscalía, que había solicitado dos años y medio de prisión, aún no ha anunciado si recurrirá la sentencia.

“El factor decisivo en la conclusión del tribunal fue que no había pruebas de que Gjert Ingebrigtsen hubiera infundido un miedo continuo en sus hijos”, afirmaron en un comunicado los abogados del padre. “El tribunal ha hecho hincapié en que varios familiares cercanos y testigos externos no han visto ni sufrido ningún tipo de maltrato”.

Mette Yvonne Larsen, la asesora jurídica de Jakob Ingebrigtsen, dijo que su cliente consideraba la decisión “muy extraña”, pero que está deseando pasar página. “Describes la violencia, te creen, y sin embargo él no es condenado”, dijo. “Pero Jakob está centrado en seguir adelante. Las heridas siguen ahí y llevará tiempo curarlas”.

Aparte de padre, Gjert, de 59 años, ha sido hasta 2022 el entrenador de Jakob, que posee varios récords y campeonatos mundiales y europeos y es campeón olímpico de 1.500m (Tokio 2021) y 5.000m (París 2024), así como de otros dos hijos, Filip y Henrik, también mediofondistas de gran nivel. La vida de la familia entraba cotidianamente en los hogares de toda Noruega a través de un reality televisivo. Jakob empezó a correr y a entrenar desde muy niño, siempre acuciado por su padre hasta 2022, cuando él, Henrik y Filip rompieron abruptamente, se alejaron, empezaron a entrenarse unos a otros y publicaron un artículo de opinión en el diario VG en el que denunciaban la violencia y los abusos que habían sufrido. Y describían a su padre como “agresivo, controlador y violento”.

La fiscalía denunció los hechos ante el tribunal, que encausó a Gjert.

En el juicio, que se ha alargado dos meses, declararon más de 40 testigos, incluidos los restantes cinco hermanos, su madre, Tone, más familiares y miembros del mundillo del atletismo. La declaración más importante y más seguida fue la de Jakob, de 24 años. “Mi infancia estuvo marcada por el miedo”, afirmó en el juicio, en el que testificó que recordaba entre 200 y 300 incidentes entre 2008 y 2018 en los que había sido insultado verbalmente por su padre. “Me he convertido en una máquina que rinde cuando se le pide; un atleta que rinde muy bien bajo presión y en condiciones inhumanas”, añadió. “Pero eso es porque he tenido mucha práctica. Tenía que hacerlo para sobrevivir cuando era adolescente. He perdido mucho y he sacrificado muchas cosas. Definitivamente, no siento la misma alegría por el deporte que cuando tenía 11 o 12 años”.

Ingrid, la única chica de los hermanos Ingebrigtsen, abandonó el atletismo a los 15 años, en otoño de 2021, justo después de que Jakob ganara la medalla de oro olímpica en los 1.500 metros. Declaró ante el tribunal que había sufrido tres ataques de ansiedad y que tenía problemas para conciliar el sueño, además de pesadillas. Dijo que en enero de 2022 había comenzado una discusión porque ella quería salir y Gjert se lo prohibió. “Me golpeó en la mejilla con una toalla que tenía en la mano y me gritó. Esto ya había ocurrido antes. Llevaba muchos meses sintiéndome oprimida e ignorada, me sentía completamente acosada”.

Retrato a lápiz de Gjert Ingebrigtsen en el banquillo de los acusados.

“Rápidamente me di cuenta de que mi reacción había sido excesiva y que no era en absoluto mi intención comportarme así con Ingrid”, admitió el padre en el juicio, al tiempo que respondía a Jakob contraatacando. “Jakob es un niño mimado, un privilegiado. Le hemos criado en un trono dorado”, dijo. También asumió su rudeza y se justificó: “Con el tiempo, el entrenador sustituyó al padre. Me convertí en un entrenador demasiado estricto, y el entrenador no era necesariamente un hombre amable”.

Finalmente el tribunal que condenó a Gjert por la agresión a su hija, falló a favor del padre frente a las denuncias de los hijos, afirmando en un comunicado que las pruebas de Jakob y sus hermanos eran “creíbles”, pero que existían “dudas razonables sobre la culpabilidad del acusado”.

La Federación Noruega de Atletismo ha comunicado que no cambiará su postura de denegar a Gjert, que sigue entrenando a corredores de élite, la acreditación para los Juegos Olímpicos o los Campeonatos del Mundo. El veto lo había impuesto después de las denuncias de los tres hermanos atletas. Sin embargo, Gjert sigue entrenando a Narve Gilje Nordas, el segundo mejor corredor noruego de media distancia de todos los tiempos después de Jakob.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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