Xavi, el resultado es dios
La llegada del nuevo entrenador del Barça es un acto de valentía, deberá juntar los pedazos de un club descompuesto


Intangibles
El negocio trata al fútbol como a un simple entretenimiento, sin interesarse por las corrientes profundas que movilizan al hincha. Qué personaje el hincha, qué distinto a las simples personas. Nervios que ni se inmutan en la cotidianidad logran, sin embargo, vibrar en el estadio inyectados por la emoción de una jugada artística, el sobresalto de un gol apoteósico o, simplemente, lo que transmite ese trozo de tela que se llama escudo y hemos elegido como bandera. El entretenimiento tiene en estos momentos competencias infinitas sin salir del teléfono. Pero esa no es la guerra que hay que librar. Lo que hay que cuidar es la fuerza sentimental, la identidad comunitaria, el amor al juego enraizado en la infancia, seguramente heredado como una pertenencia casi moral. Es en esos “intangibles” (para decirlo en lenguaje empresarial) en lo que el fútbol no tiene competencia.
Oro
El escritor brasileño Armando Nogueira dice que “el fútbol no es solo un pasatiempo: es, también, un patrimonio sentimental del pueblo que merece respeto”. Antes que “también”, yo diría que es “sobre todas las cosas” ese patrimonio sentimental. Los que sostienen los valores de un club son los aficionados. Directivos, entrenadores y jugadores los reflejan únicamente por el mandato apasionado, orgulloso y a veces algo cafre que baja de las tribunas. Ahí arriba reaparece la bestia humana, porque en el fútbol se suele liberar la carga cultural que nos inhibe. Pero no nos engañemos, la masa sabe de qué se tiene que sentir orgullosa y de qué avergonzada. Si sabemos deducir el pensamiento medio de las multitudes, encontraremos los famosos valores de los clubes mejor que en cualquier otro sitio. Luego están los referentes, gente que por su trayectoria han digerido y personalizado esa cultura popular. En momentos de confusión, esos tipos valen oro.
Ahora o nunca
Escribo esto a propósito de la llegada de Xavi al Barça. Empecemos con la gran pregunta: ¿La llegada de Xavi ocupa el vacío dejado por Messi? En términos futbolísticos seguramente no, pero si hablamos de ilusiones es otro cantar. Porque el Barça es uno de los pocos equipos que para llenar un vacío necesita de una idea. Para ser más preciso, necesita la idea que Guardiola abandera y Xavi, en estos momentos, representa. Sin esa promesa no alcanza ni con el gol de Wembley, como ya sabe Koeman. Xavi pidió normas y disciplina para activar la profesionalidad, pero lo que lo distingue es la defensa apasionada de un estilo. Diez mil personas entregadas el día de la presentación, todas las entradas vendidas para el partido frente al Espanyol y la continua catarata de noticias que brinda toda novedad. La pasión es energía y ya llegó a las gradas. Ahora tiene que bajar hasta el campo y, de la mano de Xavi, expresar el sentimiento futbolístico del Barcelona.
La batalla
Lo de Xavi es un acto de valentía, porque deberá empezar por juntar los pedazos rotos de un club descompuesto futbolística y económicamente. Todo parece difícil en la reconstrucción: muchos lesionados, jugadores muy veteranos, jugadores muy jóvenes, un mercado que ofrece poco y caro… Si nos ponemos realistas, una cosa es que el estilo venga antes que el resultado y otra muy distinta es que sea más importante. Porque en el fútbol actual, da igual en Barcelona que en La Quiaca, el resultado es dios. Xavi llega para apostar su prestigio en un momento muy delicado y, aunque se le tendrá más paciencia que a nadie, más temprano que tarde el resultado le dictará sentencia. Será interesante ver hasta dónde llega el respeto de la afición a la “gran idea”, si el Barça se empeña en no ganar. En esa batalla se juega seguir siendo diferente o convertirse en un club cualquiera.
Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Más información
Archivado En
Últimas noticias
La defensora del lector responde a las dudas y críticas más frecuentes de los lectores y oyentes de EL PAÍS en 2025
Navidad en el límite de la ‘zona de muerte’ de Ucrania
Smart-Dieck, la pareja que representará a España en patinaje artístico en los Juegos: “Tenemos que mantenernos concentrados”
Maisa Hens, cantante: “Gracias al anuncio de El Almendro no tuve que volver a hacer un cásting”
Lo más visto
- Víctor Bermúdez, profesor de Filosofía: “Hemos perdido el control del proceso educativo, lo que damos en clase es en gran medida un simulacro”
- Zelenski confirma que cualquier pacto con Rusia deberá ser ratificado en referéndum
- “Un jardín con casa, no una casa con jardín”: así es la premiada vivienda de 146 metros cuadrados que se camufla con la vegetación
- La revalorización de las pensiones queda en el aire por la negativa de la derecha a apoyar otras medidas sociales
- TVE se reivindica (con pulla) en su gran noche televisiva






























































