El Baskonia se desploma
En el descanso, el equipo de Scariolo sabía que su guerra con el Olympiacos había terminado

La torre, al poco de inaugurase, se torció y se hundió. Con los focos intactos, Nocioni, en unos pocos segundos, anotó un triple para marcar territorio y animó a la tropa del Baskonia. Con ese ánimo se asomó a un 10-4 esperanzador, más aún viendo que Spanoulis tenía el tacto grueso. Fue una imagen virtual, un holograma de un partido que enseguida dejó de existir. La apisonadora griega comenzó a abollar el parqué del Buesas Arena con un paso firme, primero conducido por Spanoulis, en cuanto comenzó a sudar, y después por el estadounidense Lojeski, que amenazó con rozar la infalibilidad: se hizo un txoko en la esquina derecha del ataque y comenzó a disparar. Una vez que igualó el partido (12-12), el avión griego despegó como los aviones invisibles. El Laboral Kutxa, desprotegido en los costados por las bajas de San Emeterio y Hanga, veía pasar camisetas rojas como quien ve volar a unas palomas espantadas por un disparo. 14-22, 14-24... 15-26 para cerrar un primer cuarto que sobre todo descorazonó al Baskonia. Ningún masaje le rescató del síncope. Se desplomó y acabó aplastado por el Olympiacos (70-89), que ni siquiera necesitó pisar el acelerador para circular por la autopista mientras su rival transitaba por un camino vecinal.
L. KUTXA, 70 - OLYMPIACOS
Laboral Kutxa: Heurtel (12), Jelinek (12), Causeur (2), Nocioni (11), Pleiss (4) -quinteto incial-. Hamilton (1), Mainoldi (0), Poeta (7), Hodge (7), Diop (10), Van Oostrum (4) y Carlos Martínez (0).
Olympiacos: Mantzaris (1), Spanoulis (13), Perperoglou (11), Printezis (9), Begic (4) -quinteto inicial- Petway (3), Dunston (14), Sloukas (9), Collins (5), Simmons (0), Lojeski (17) y Katsivelis (3)
Árbitros: Cerebuch (Italia), Jovcic (Serbia) y Maricic (Serbia).
12.743 espectadores en el Buesa Arena.
El descanso ya aclaró el panorama. 21 puntos de diferencia viene a ser algo así como llevar un cuarto de ventaja. Es decir, al Olympiacos le faltaba muy poco para acabar el partido y el Baskonia hubiera necesitado muchas prórrogas para obrar un milagro. La evidencia se impuso. Ni siquiera necesitó el equipo griego contar con Sapanoulis en el segundo cuarto para matar el partido. Scariolo interiorizó que había objetivos mejores (el Baskonia se juega el pase a la Copa el domingo) y optó por dar minutos a Diop y a Mainoldi, en detrimento de Hamilton o de Pleiss o de Nocioni, según iba conviniendo.
En el descanso la guerra estaba perdida, porque el Baskonia había perdido todas las batallas. Heurtel le había lavado la cara con una serie de aciertos pero en nada ganaba el equipo de Scariolo: ni por fuera ni por dentro, ni por arriba ni por abajo. Y el Olympiacos comenzó a repartirse el botín. A Lojeski le falló la muñeca, pero entonces surgió el potente todoterreno de Dunston para meter su corpachón bajo la canasta. Y si no, era Collins, o Printezis, o Perperoglou. Daba igual, porque entre ellos andaba siempre asomando la barba de Spanoulis, filtrándose entre la defensa como el agua entre las rocas. El resto se aprovechaba de su manantial. Cuando se fue a descansar, porque la guerra estaba ganada, el Olympiacos estaba tan lanzado que no echó en falta a mariscal, entre otras cosas, porque Mantzaris tampoco es moco de pavo.
Scariolo se dio cuenta del estropicio y prefirió salvar los muebles. Nocioni, Hamilton, Pleiss y Heurtel vieron las ruinas desde el banquillo, que lo inmediato es la Copa y la Euroliga es muy larga, aunque el Baskonia acumula ya tres derrotas por una sola victoria, la que obtuvo en Málaga en la jornada inaugural del Top 16. En la relajación del partido, el joven senegalés Diop encontró el momento para disfrutar de los pocos minutos de los que dispone y llevarse una buena colección de puntos (10), un tapón y una pequeña trifulca con Dunston. La inauguración hacía tiempo que había quedado clausurada y el partido tenía más que ver con el reloj que con el marcador. Al final, la desventaja del Baskonia quedó en 19, que bien pudieron ser más y bien pudieron ser algunos menos. Daba igual.
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