Muchos niños y muchas patatas fritas
La primer matinal en el Camp Nou desde 1965 llena el campo de críos, aumenta la venta de aperitivos y deja guiños al mercado chino

El sentimiento barcelonista se explica en la transmisión de padres a hijos, así que con frecuencia, el carnet de socio, en muchos casos, termina siendo una orgullosa herencia familiar. Hoy, ese rio sentimental, ese caudal emotivo, se hizo evidente como nunca con una invasión de niños en el estadio de la que no se recuerdan antecedentes. Que se sepa, no hubo una mayor concentración infantil en un recinto deportivo de Barcelona desde la última fiesta del club Súper 3 en Montjuïc. El campo abrió sus puertas a las 10:00, para que quien quisiera se acercaran al Museu, y, de paso, a la tienda de la Nike, claro. Fue un éxito la idea. No jugaba el Barça al mediodía desde el año 1965, así que el partido ha sido especial e histórico.
Durante la mañana, en los alrededores del Camp Nou se vieron niños por doquier, niños llegados de toda Catalunya con una sonrisa en la cara y la ilusión en la retina. Para muchos era su primera visita al templo, la primera vez que veían jugar a Messi. Algún despistado preguntó por Guardiola, incluso. Angelitos. Las criaturas llegaron de la mano de sus abuelos, llenos de orgullo, de sus tíos, de sus madres, de sus hermanos mayores, en una manifestación familiar y culé enorme. El 10 de febrero de 2013 jugó el Barcelona contra el Getafe y no lo olvidarán nunca.
Entre otras, dos niñas chinas acompañaron al césped a los jugadores
Por haber, hubo niños hasta en la salida de los jugadores al campo, de la mano de los capitanes. Dos niñas chinas, Cristina y Lena, residentes en Catalunya, estaban entre ellos, porque hoy empieza el año nuevo en el país asiático, el año de la serpiente. Se supone que si un partido a la jornada se juega a esta hora es para que los aficionados chinos se agolpen ante los televisores como ayer lo hicieron miles de niños en las gradas del campo, que se llenó con más de 85.610 aficionados –dato oficial de asistencia; resulta imposible calibrar cuantos socios han visto el partido con un crío en las rodillas-.
El Barcelona autorizó la entrada de un crío por socio, siempre y cuando el niño se pudiera sentar en las rodillas de su acompañante. Si a eso sumamos que muchos abonados renunciaron a ir al campo en beneficio de sus familiares más menudos, la mañana, fría y soleada, dio para imágenes de lo más enternecedoras y alguna que otra preocupante, por la acumulación de seres humanos por metro cuadrado. Con tanto niño el ambiente del partido fue el propio de un campo de novatos y a ratos la jarana de los espectadores remitía antes a la sesión infantil del Teatre Tantarantana que a la grada del estadio. Solo en el gol sur pareció mantenerse el nervio de un partido oficial, con cánticos poco ejemplares, como el de llamarle hienas a los merengues.
El club autorizó la entrada de un crío por socio, siempre y cuando pudiera sentarse en las rodillas del acompañante
Como era previsible, a los veinte minutos del partido la actividad infantil ha empezado a trasladarse de los asientos de la grada a los pasillos interiores del campo a la orden de “papi tengo pipí”. Nada que no estuviera en el guion. Solo hubo sorpresa en algunos bares del campo donde se acabaron las patatas fritas y se vendieron más cervezas, sin alcohol, claro, que en un día normal, algo muy propio de la hora.
En el descanso no han sido pocos los niños que arrastraron a sus padres de vuelta a casa con argumentos tan irrefutables como “mejor nos vamos ahora que hay menos gente en el metro, llegaremos antes a casa y nos tomamos algo en el barrio”. Llegada la media hora de la segunda parte, un desfile de niños felices abandonaba ya el estadio. De la mano de sus abuelos, de sus tíos, de sus padres y madres, que un día les dejaran en herencia el carnet, volvían a casa, cansados y felices. Hoy 10 de febrero del año 2013, jugó el Barça a las doce del mediodía contra el Getafe y miles de críos no lo olvidarán jamás.
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