Conclusión: he aprendido mecánica

Estamos en Santiago. Por fin. Llegar aquí parecía casi imposible el primer día de rally. Lo más difícil de haber caído tan pronto en la general y estar tan lejos es salir cada día a luchar como el primero. Sin embargo, todo el sufrimiento de aquella segunda etapa, el pasar tantas horas tirado en medio del desierto, muerto de calor, el cambio de motor, todo aquel esfuerzo ha valido la pena. Y, además, de la satisfacción personal por haber acabado haciendo una buena carrera con todos los problemas mecánicos que hemos tenido que afrontar día a día, sé que la experiencia de este año me servirá para el futuro. Además, al menos he aprendido algo de mecánica, que, para qué mentir, nunca fue mi punto fuerte.

Solo quiero agradecer a Wild Wolf la oportunidad de poder correr con su equipo. Me había visto fuera de la carrera a falta de solo un mes para que empezara el Dakar, después de venirse abajo el proyecto de Bordone Ferrari, y ellos me dieron la posibilidad de estar hoy aquí, en el parque Higgins de Santiago de Chile, con mi moto al final de la última etapa. Y también le doy las gracias a Paco, mi mecánico, que ha tenido mucha paciencia conmigo y con la moto, ha trabajado casi 24 horas al día, y nunca con una mala cara; y a Paquito, mi representante, que este ha sido su primer Dakar.

La especial de hoy ha sido prácticamente una anécdota. Me la he cogido con toda la calma del mundo. He salido como siempre, de inicio, pero sobre el kilómetro 20 he hecho un recto y me he dicho que mejor llegar, aunque fuera algo tarde, que no llegar. La especial era corta, pero el terreno era muy complicado, así que después de todo lo que he pasado el objetivo no era otro que llegar sano y salvo.

Ya solo tengo ganas de volver y ver a las niñas de la casa. Y sobre el año que viene ya pensaremos más adelante. Aunque Wild Wolf quiere que continúe con este proyecto. Y yo también. Está por ver si lo haremos otra vez con una Honda.