El Zaragoza sigue perdido

No hay quien lo enderece. El Zaragoza, colista y con una sola victoria en lo que va de curso , está hecho trizas, sin propuesta ni ideas, sin balón ni fútbol. Superlativo reto al que se mide el técnico Javier Aguirre, que ha recogido un harapo y debe reconvertirlo sin margen de tiempo en un equipo resultón. No fue anoche, cuando el Villarreal le atropelló sin piedad, con la pelota entre los pies, el juego de asociación por castigo y tres golazos por bandera.

Arrancó el duelo con fiereza el Zaragoza, bien intenso y con la presión avanzada. Agresivo y sin concesiones, con el persistente objetivo de restar tiempo y espacio a la construcción rival. Funcionó; a bola recuperada, ocasión que te crió. Disparo de Lafita, de Edmilson y de Jorge López. Desajustados, pero chutes al fin y al cabo. Todo un torbellino de difícil detención. Parecía que el cambio de entrenador ?desterrado ya Gay? daba sus frutos. Pero la bravura le alcanzó para cinco minutos. Hasta que lo dictaminó la bota derecha de Senna.

El juego se reduce a la posesión. Al menos eso entiende el Villarreal, que argumenta su fútbol con el balón, que se define a través de la pelota. Toque, movimiento, toque, desmarque, toque y remate. Lo sabía el Zaragoza, que sofocado su ímpetu inicial reculó con presteza para abrigarse cerca de su portería, con la línea defensiva cogida de la mano con Leo Franco. Impidió así el juego interior del adversario, los pases por dentro y las mezclas tan letales en el borde del área.

Pero no le importó al Villarreal, de recursos y gran pie, que resolvió el entuerto con el disparo desde media distancia. Rossi inició el descalabro. Se marcó un eslalon para descontar a dos rivales y pisar el área. Sin fuerzas, perdió el cuero en el pase, pero el rechazo de la zaga acabó en el pecho de Senna, que domesticó el cuero para soltar un tremendo latigazo con el empeine exterior y a bote pronto. El esférico, furibundo y próximo a la escuadra, reposó en la red. Un golazo que desmontó al Zaragoza, tan frágil en lo deportivo como en lo anímico.

Poco después se animó Cazorla, que controló la pelota en el vértice del área grande ante dos rivales. Miró al costado izquierdo y de refilón se fijó en la situación del portero. Y chutó -con el interior pero con muy mala baba- para estampar la pelota en la cruceta y a gol. Al estilo de Goikoetxea en el Mundial de 1994 ante Alemania. Se duda de la intencionalidad del golpeo, más que nada porque de ser una diana voluntaria es de auténtico genio.

Sin más respuesta, bajó los brazos el Zaragoza al tiempo que el Villarreal se guardó la pelota. No hubo partido. Más toque, más circulación y corre que te pillo. Sin ocasiones; pura posesión. Demasiada parsimonia para Contini, central que abusa de la patada a destiempo, que enfiló el túnel de vestuarios de manera injusta porque Cani -de nuevo en su casa, La Romareda-, engrandeció el contacto. A la siguiente jugada, el Villarreal tiró de un pase al hueco de Cazorla que Nilmar picó ante el oxidado Leo Franco. Otro gran tanto. Por si las moscas. Como si el Zaragoza no estuviera ya perdido.

Zaragoza 0 - Villarreal 3