Reaparece el ‘stradivarius Mendelssohn’ de 1709, expoliado durante el nazismo
Un informe de la especialista Carla Shapreau localiza en Japón este valioso violín. Una historia que ilustra los obstáculos en la restitución del patrimonio musical saqueado durante el Tercer Reich


En la década de 1920, el palacio del banquero judío Franz von Mendelssohn, en el frondoso barrio de Grunewald, fue un destacado centro de la vida cultural de Berlín. El sobrino nieto del compositor Felix Mendelssohn organizaba allí veladas de música de cámara con pianistas de renombre como Artur Schnabel y Edwin Fischer, así como con célebres aficionados a la música, entre ellos Max Planck y Albert Einstein. Socio del banco Mendelssohn & Co., Franz poseía una valiosa colección de instrumentos antiguos, entre los que sobresalía el violín stradivarius Mendelssohn de 1709, que cedió a su hija, la violinista Lilli von Mendelssohn-Bohnke. Ella lo interpretaba en el cuarteto familiar junto a su padre y su esposo, el compositor y violista Emil Bohnke.
Un trágico accidente de coche puso fin prematuramente a la vida de Lilli y Emil en mayo de 1928, dejando tres hijos pequeños. Tras la desgracia, Franz depositó el instrumento en una caja de seguridad de su propio banco, después de obtener en 1930 un certificado de autenticidad. La llegada de los nazis al poder en 1933, su muerte dos años más tarde y la liquidación del banco, considerado un negocio judío por el Tercer Reich, hicieron que el violín acabara en la antigua sede del Deutsche Bank en Mauerstrasse. Al parecer, de allí fue robado en 1945 por las fuerzas de ocupación soviéticas, aunque también es posible que hubiera sido sustraído por los nazis antes de la caída de Berlín.
Este valioso violín ha sido recientemente localizado en Japón, aunque fechado en 1707 y rebautizado como Stella. Un informe preliminar elaborado por la experta Carla Shapreau, del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de California, Berkeley, y difundido a través de la página web de su proyecto dedicado a la restitución del patrimonio musical saqueado durante la era nazi en Europa, ha revelado otra historia fascinante sobre un stradivarius expoliado durante el Tercer Reich.

La intriga podría evocar escenas de la célebre película de François Girard El violín rojo. Sin embargo, existen estudios sobre el expolio musical nazi, junto a historias bien documentadas de robos, ventas y reapariciones de stradivarius, que han nutrido la trama de varias novelas. Ya es un clásico el libro de Willem de Vries sobre la célula musical del Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg, el comando nazi encargado de incautar patrimonio y eliminar la cultura judía. Por su parte, la monografía Stradivarius, de Toby Faber, combina una narración amena sobre la vida de Antonio Stradivari con las peripecias de cinco de sus violines y un violonchelo. En cuanto a la ficción, Planeta acaba de publicar la novela más reciente sobre el tema, escrita por Alejandro G. Roemmers, que parte del asesinato real en 2021 del lutier Bernard von Bredow y su hija en Paraguay para construir un relato policíaco e histórico, con trasfondo nazi, en torno al supuesto “último stradivarius”.
Mejor documentada, aunque literariamente desigual, es la novela de Yoann Iacono, traducida por Duomo Ediciones como El violín de Goebbels (Le Stradiva-rius de Goebbels en el original francés). El relato se centra en el regalo que el ministro de Propaganda nazi hizo en 1943 a la joven violinista japonesa Nejiko Suwa: un instrumento robado a un judío francés en un campo de concentración. Esta historia real fue narrada por la propia Shapreau en The New York Times en 2012, como introducción a su ambicioso proyecto de recuperación de los tesoros musicales saqueados por los nazis, un ámbito mucho menos estudiado que el expolio de tesoros artísticos.
El artículo de Shapreau mostraba con claridad las dificultades de este tipo de estudios. La escasez de documentos y la poca colaboración de los propietarios genera controversias y múltiples obstáculos para la investigación. De hecho, el violín regalado por Goebbels es hoy propiedad del sobrino de Suwa, quien nunca ha querido revelar las características de este dudoso stradivarius de 1722. Sus resultados en relación con el Mendelssohn de 1709 han sido muy distintos, ya que en este caso abunda la documentación escrita y fotográfica, lo que permite conclusiones inequívocas.

“En junio de 2024 descubrí el paradero de ese stradivarius robado gracias a una pista que indicaba que el violín podría encontrarse en Japón”, explica Shapreau, quien ha respondido todas las preguntas sobre su investigación a EL PAÍS por correo electrónico. Primero rastreó la web sin éxito en busca de un instrumento de 1709 conocido como Mendelssohn. Luego comparó una fotografía en blanco y negro tomada en 1930, como parte del certificado de autenticidad, con todos los ejemplares de violines stradivarius conservados en Japón. Fue entonces cuando halló sorprendentes coincidencias entre las marcas y arañazos que aparecían en esa imagen y los de un stradivarius de 1707 llamado Stella. Este instrumento había sido expuesto en 2018 junto a otros 20 stradivarius en la Galería Mori Arts Center de Tokio y era propiedad del violinista Eijin Nimura.
La historia continúa con la investigación del pasado del stradivarius Stella de 1707. La primera referencia a este instrumento aparece en París en 1995, cuando un violinista ruso lo llevó a la célebre tienda del lutier Bernard Sabatier, en la rue de Rome, para venderlo. Según declaró el músico —cuyo nombre nunca se ha revelado—, lo había comprado en 1953 a un comerciante alemán en Moscú. Sabatier autentificó el violín en Londres con la ayuda del reconocido experto Charles Beare, quien determinó que había sido fabricado en Cremona, entre 1705 y 1710, bajo la supervisión de Antonio Stradivari y con la participación de su hijo Omobono. La caligrafía manual de la etiqueta pegada en el interior impedía precisar si la fecha correspondía a 1707 o 1709. Posteriormente, el violín pasó por dos propietarios y, en 2000, fue subastado en la prestigiosa casa Tarisio de Nueva York, donde Jason Price lo estudió y fotografió.

Price también respondió a EL PAÍS por correo electrónico y confirmó el reciente hallazgo de Shapreau: el stradivarius Stella y el Mendelssohn son, en realidad, el mismo instrumento. Este experto no solo es el fundador y director de Tarisio, sino también el responsable del archivo Cozio, que cuenta con la base de datos más completa de instrumentos de cuerda y arcos antiguos. Curiosamente, el nombre de Stella aparece por primera vez en un informe fechado el 31 de marzo de 2005, en el que se detalla su procedencia —“estaba en posesión de una familia noble que vive en Holanda desde la época de la Revolución Francesa”— y el origen de su apodo: un antepasado lo llamó Stella porque su sonido “brillaba como una estrella”.
Shapreau ha confirmado que ese documento es falso. En la última actualización de su informe, fechada el pasado 7 de agosto, los dos responsables citados negaron su autoría. Tanto el lutier Bernard Sabatier —cuyo nombre figura como firmante— como el comerciante austriaco Dietmar Machold —cuyo membrete aparece en el escrito— rechazan hoy la veracidad de esa declaración de procedencia del stradivarius Stella. No obstante, el instrumento fue vendido en 2005 al violinista japonés Eijin Nimura, artista para la Paz de la UNESCO, quien nunca ha querido colaborar con esta investigación ni responder a este periódico.

Los herederos de la familia Mendelssohn-Bohnke siempre han luchado por recuperar este instrumento expoliado durante el nazismo. Según señala el informe de Shapreau, Walther Bohnke, hijo mayor de Lilli y Emil, comenzó a difundir la denuncia del robo en varios medios especializados, como la revista The Strad, donde publicó en 1958 un anuncio acompañado de una fotografía. No solo reunió numerosos testimonios hasta su muerte en 2000, sino que también solicitó ayuda a la Interpol y logró que la reclamación se incorporara a la base de datos de la Fundación Alemana para el Arte Perdido, que documenta los bienes culturales confiscados como consecuencia de la persecución nazi.
En la actualidad, los tres hijos de los Mendelssohn-Bohnke ya han fallecido, pero David F. Rosenthal, percusionista principal de la Orquesta del Ballet de San Francisco, actúa como representante de la familia, pues es nieto de Lilli von Mendelssohn-Bohnke y bisnieto de Franz von Mendelssohn. También respondió a EL PAÍS por correo electrónico. “Crecí escuchando hablar de este violín y de su robo, y la mayoría de los miembros de la familia pensábamos que había sido destruido tras el saqueo, aunque mi tío Walther Bohnke nunca dejó de buscarlo”, señala en el informe de Shapreau. Concluye con la principal razón para recuperarlo: “Siempre se conoció como el violín de mi abuela Lilli y es una pieza fundamental del patrimonio de la familia Mendelssohn-Bohnke. Nos conecta con nuestro pasado de una manera muy profunda y significativa”.
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