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Toros
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Qué buena (y disparatada) la hostilidad entre Morante y Roca Rey!

La existencia de dos líderes es la prueba fehaciente de que la fiesta de los toros está viva

Morante de la Puebla y Roca Rey, en pleno rifirrafe.
Antonio Lorca

La realidad ha demostrado que lo sucedido en la feria de Santander no fue el invento de ningún desalmado periodista, sino la constatación de que, en efecto, las relaciones entre Morante de la Puebla y Roca Rey no son todo lo políticamente correctas que mandan las modernas normas de coexistencia.

Por eso, cuando a Roca le preguntaron si le parecía bien que Morante sustituyera a Cayetano en el cartel del día 26 de julio, el diestro peruano prefirió una excusa que sonó a sinónimo de negativa.

Los dos volvieron a encontrarse en la plaza de El Puerto de Santa María el pasado sábado, y hubo un rifirrafe entre ambos a cuenta de un quite realizado por Roca en un toro de Morante que el sevillano entendió que no era correcto (prueba de que el ambiente echaba chispas) y el más joven le contestó con esa frase ya famosa de “maestro, fúmate un purito despacito”.

Posteriormente, el propio Morante ha reconocido a este periódico que Roca le dijo que tendrían que hablar, pero que no hubo ocasión durante el festejo, y que ambos se dieron la mano antes de salir a hombros en señal de buena voluntad. “Pero aún no hemos hablado”, enfatizó el sevillano.

Es evidente que el asunto es baladí, y no debería ir más allá de un enfado momentáneo, pero parece cierto que sí existe rivalidad, competencia, duelo o desafío -como se le quiera llamar-, y esa es una magnífica noticia para la fiesta de los toros.

Ni en sus peores sueños podían imaginar los antitaurinos que la tauromaquia de 2025 gozaría de la salud vigorosa de la que hoy puede presumir, con colas en las taquillas al reclamo de dos líderes indiscutibles que, además, ofrecen motivos sobrados para la tertulia en torno al café de la mañana.

Y ese puede ser el problema: que hay dos gallos en el mismo corral, motivo más que suficiente para la alteración del ánimo de cualquiera de ellos por detalles aparentemente triviales.

La rivalidad solo tiene sentido cuando los contendientes son similares en condiciones y aptitudes, pero este no es el caso

Pero la rivalidad solo tiene sentido cuando los contendientes son similares en condiciones y aptitudes, pero este no es el caso. Morante y Roca solo se parecen en que ambos visten un traje de luces, pero los dos ofrecen tauromaquias distintas y distantes.

Roca es un líder, llena las plazas y goza del favor entusiasta del público. Es un torerazo valentísimo, con un admirable pundonor y una entrega ilimitada; portentoso, espectacular, arrollador, que se juega el tipo cada tarde y triunfa con todos los honores. Una figura del toreo de hoy de las zapatillas a la montera.

Morante es un genio, un ser nacido para hacer soñar la belleza; un revolucionario, un artista completísimo, puro sentimiento, valiente, dueño de una técnica prodigiosa y una deslumbrante capacidad de inspiración.

La rivalidad entre ambos carece en sí misma de sentido.

Pero, claro, Roca Rey reinaba en solitario en la cúspide del escalafón, sin nadie que le tosiera, hasta que han despertado de una vez las musas del sevillano y ha puesto el toreo patas arriba.

La obra de Morante es hipnotizante, cautivadora y seductora, de modo que crea adicción y obliga a sus seguidores a minusvalorar, inconscientemente, todo lo demás.

Pero ‘todo lo demás’ tiene su importancia en el toreo. Claro que sí. La genialidad de Belmonte y Joselito no apagó la grandeza de otras grandes figuras. Del mismo modo, la luminosidad deslumbrante de Morante no oculta la grandeza indiscutible de Roca y otros compañeros heroicos. Sencillamente, no admiten comparación.

El hijo de Morante, entre ambos, con camisa blanca, también participó en la discusión.

Quizá, por ello, si Roca o alguien de su entorno han pensado en desafiar a Morante se equivoca porque suben al ring con la derrota en el semblante.

Morante goza del fervor popular que desprenden los dioses mundanos, y cualquiera que se atreva a mandarlo a “fumarse un purito despacito” está perdido.

Y lo está hoy Roca Rey por su negativa en Santander y por esa frase altiva y arrogante de El Puerto. Quizá Morante no tenía razón (parece que el renovado Reglamento Taurino de Andalucía permite el quite del peruano), pero no es inteligente desafiar públicamente a un genio.

Sea como fuere (ojalá ese apretón de manos en la plaza sea el fin de un malentendido), qué buena noticia es que dos líderes centren las miradas y las opiniones de aficionados y espectadores; señal inequívoca del momento entusiasta que vive la fiesta de los toros.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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