Ir al contenido
_
_
_
_

Benson Boone, el nuevo cohete del pop: enfurece a los críticos, y a él qué

El estadounidense de 23 años, de padres mormones, abstemio y seguidor de Freddie Mercury actúa mañana en el madrileño Mad Cool

Benson Boone, en su actuación en Mánchester a finales de 2024.
Carlos Marcos

El último disco de Benson Boone, American Heart, el segundo de su carrera y que se lanzó el pasado 20 de junio, ha producido en la crítica una imposible mezcla de condescendencia y furia. “Es una especie de Harry Styles de Lidl”, apunta la reseña de NME, que más adelante y asumiendo que todo el mundo lo va a escuchar en su celular, señala, casi cabreado: “Solo quieres tirar el teléfono por el inodoro”. El especialista de Pitchfork considera que el álbum es “afortunadamente breve” y explica que “la música de Boone es una especie invasora en el jardín del buen gusto”. Rolling Stone comienza diciendo que el estadounidense es “un símbolo sexual con bigote de película porno”, le coloca una calificación de dos estrellas sobre cinco y ataca: “Se desinfla bajo el peso de todo su glam-pop y pastiche de los setenta y ochenta”. Atención a cómo comienza el procaz podcast Switched on Pop, conducido por el musicólogo Nate Sloan: “Tenemos maravillosas noticias: el odio ha vuelto al pop”. El episodio, publicado hace dos días, resume así su contenido: “Analizamos el improbable ascenso y la sorprendente reacción contra Benson Boone”.

Podríamos seguir, pero sería repetitivo y hasta injusto: cada cierto tiempo los dardos de la delicatesen pop se ceban con alguien que tiene la peculiaridad de alcanzar los primeros puestos de ventas y llenar recintos. Benson Boone ocupa hoy el segundo lugar de los más vendedores en Estados Unidos solo por debajo de Morgan Wallen, la estrella del country comercial y, dicho sea de paso, admirador de Donald Trump. Boone actúa el viernes en el festival madrileño Mad Cool.

Benson Boone dando su famosa voltereta en la ceremonia de los Grammy, en Los Ángeles, febrero de 2025.

Hace una semana The New York Times dedicaba un amplio reportaje a Benson Boone (Washington, 23 años) titulado Una llamativa estrella pop masculina para este momento en Estados Unidos. La apreciación de que es un hombre (y heterosexual) se antoja esencial: en los últimos tiempos el dominio femenino ha sido abrumador en el pop, con figuras como Taylor Swift, Olivia Rodrigo, Sabrina Carpenter, Gracie Abrams, Charli XCX o Chappell Roan. También podríamos incluir aquí a las divas de origen latino, como Karol G o Rosalía. Con Harry Styles consumiendo todas sus energías esquivando paparazis (el inglés suma ya tres años sin disco) y Ed Sheeran detrás del algoritmo que le dé el próximo éxito, aquí está Benson Boone para ofrecer la batalla masculina, embutido en un mono con escote pronunciado a lo Freddie Mercury y dando sobre el escenario gimnásticos saltos (hacia atrás).

Boone posee una de esas voces sensacionalmente dramáticas y melosas que tan bien son recibidas en Eurovisión o en los programas musicales de talentos (¿no es la misma cosa?). De hecho, se presentó a American Idols, pero en un giro inesperado que queda como el único punto de rebeldía en su biografía rechazó continuar a pesar del entusiasmo del jurado. Haciendo gala de un asombroso cinismo justificó su renuncia porque no quería ser “el de American Idols”. Y entonces se convirtió “en el de TikTok”, porque se centró en promocionar sus gorgoritos en la red social y lo petó.

En enero de 2024 editó un cañonazo comercial llamado Beautiful Things, una canción de amor atolondrado que lo dice todo de este buen chico exmormón que asegura que nunca ha bebido alcohol ni fumado: “Conocí a una chica que mis padres aman. / Vendrá a pasar la noche y creo que podría tenerlo todo. / Le doy gracias a Dios todos los días por la chica que me envió”. Con estructura de balada clásica, el tema vira en el ecuador hacia algo parecido al rock. Podría ser incluso una canción de The Darkness, el grupo inglés que reavivó el glam-rock a lo Queen en los dos mil cuando el brit-pop agonizaba.

En junio de 2024, Taylor Swift, en esa labor que hace de tutelaje del pop mundial, lo seleccionó para abrir alguna fecha de su Eras Tour. Una importante, la de Wembley (Londres). En febrero de 2025, el gran golpe de efecto: su actuación en la ceremonia de los Grammy, con toda la aristocracia del pop presente. Comenzó con esmoquin, se lo arrancó y acabó con un mono elástico azul, dando volteretas y tocándose la entrepierna. Luego se disculpó señalando que “le estaba apretando mucho”. Pero ya estaba en marcha la viralidad: Boone era un cohete pop y no ha dejado de subir.

En la portada de American Heart, Boone, desnudo de cintura para arriba, alardea de pecho depilado y de abdominales de mármol. Sujeta a modo de capa una bandera de Estados Unidos. Tanto su cuerpo como la enseña aparecen moteados de lo que parece hollín, como si el joven héroe hubiese rescatado la bandera de un incendio. O mejor todavía: de una batalla. Algunos medios lo han interpretado como un guiño a la portada del disco de Bruce Springsteen Born in the U.S.A. El álbum de Benson se llama “Corazón americano” y con la situación actual de su país con Trump al frente, queda clara una cosa: el joven intérprete sabe cómo entrar al trapo de la actualidad sin mojarse demasiado y sacar rédito.

Portada del nuevo disco de Boone, 'American Heart'.

American Heart ofrece un pop-rock de mirada retro, a los ochenta, a discos como The Game, de Queen, o Tunnel of Love, de Springsteen, dos referencias sin ánimo de comparar. También suena a The Killers, por la capacidad de crear himnos que no te sonrojas al corear. E incluso a Dua Lipa, cuando afronta canciones de pulsión disco. Las baladas rebajan la gracia del disco, porque ponerse trascendente no es una opción con un artista cuyo número estrella es hacer volteretas. En cuanto a las letras, algunos han visto la reivindicación de una nueva masculinidad, al dedicar una canción a su padre como modelo a imitar (también se deshace en elogios a su madre en otro tema) o en composiciones como Man In Me, donde canta: “Me quitaste al hombre que había en mí, le quitaste la cordura, le robaste la última luz de sus ojos. / Me hiciste sangrar… Mataste la única parte de mí que alguna vez me gustó”. Ahora habría que saber de qué tipo de masculinidad se trata.

Con todo, quizá el mejor Boone en esta todavía corta trayectoria se vio el pasado abril en el festival californiano de Coachella, donde figuró, el día que actuó, como tercer artista más importante, por debajo de Lady Gaga y Missy Elliott. En un momento de su concierto, se colocó la capa real que utilizaba Freddie Mercury, se sentó al piano y comenzó a tocar los primeros compases de Bohemian Rhapsody. Cuando finalizó el fragmento con las teclas, se subió al piano, ejecutó su famosa voltereta, y alehop, apareció en el escenario Brian May con su guitarra. Un coro de 20 personas, vestidos con túnicas blancas, entonaba de maravilla los “mamma mia”. Pocas veces como en estos seis minutos se estuvo tan cerca de rememorar a Queen.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_