El aburrimiento y sus efectos
Pedro Montaldo da una vuelta al ruedo y Tomás Bastos saluda una ovación ante una novillada muy justa y descastada de El Retamar

“¡Viva España!... ¡Viva!”, “¡Viva Eggpañaa!... ¡Vivaa! Y así hasta perder la cuenta. No fueron ni uno, ni dos, ni tres los energúmenos que lanzaron sus proclamas patrioteras desde los tendidos. Solo durante la faena al sexto novillo de la noche, sonaron, lo menos, una docena. Algunos aficionados, de esos pocos que había en la plaza, presa de la desesperación, llegaron a levantarse de sus asientos y se encararon con los cansinos, brazos en alto, pidiendo clemencia. No consiguieron nada.
Y mientras unos se desgañitaban en pro de la nación española, la mayoría asistía indiferente al tedioso espectáculo que tenía lugar en el ruedo. Los había que se distraían mirando el móvil, muchos comían pipas, bocadillos y demás menesteres, algunos se echaban una cabezadita, y otros, simplemente, dejaban volar la imaginación con la mirada perdida. Así, durante dos horas y pico.
Nueve avisos, ¡nueve!, casi tantos como vivaespaña, sonaron. Tres por coleta. Tiene delito la cosa. A Pedro Montaldo, que se presentaba en Madrid, casi se le va vivo el manso y soso tercero, tras un mitin con la espada en el que llegó a atravesar dos veces al animal. No pasa nada, ni tres pitos escuchó. Además del pésimo manejo de la espada (grave defecto compartido por sus dos compañeros de cartel), Montaldo, nacido en la provincia de Guadalajara y formado en la escuela taurina de Castellón, demostró que posee un buen concepto del toreo, pero muy escaso oficio... y valor.
Le tocó en suerte el sexto, el mejor utrero de la mansa, noble, blanda y descastada novillada de El Retamar, muy justa de presentación, además. Los únicos con remate y seriedad fueron el cuarto y ese último, un toro. Aunque no peleó en el caballo, rompió a embestir en la muleta y lo hizo con recorrido, buena clase y transmisión.
No lo cuajó Montaldo, que se colocó bien, muy vertical la figura, pero al que le faltó mucho mando. El novillo repetía y repetía, mientras él, simplemente, lo dejaba pasar. Hubo pureza y naturalidad, cosa que se agradece en estos tiempos de pegapases ventajistas, pero casi nunca llevó toreada la embestida. A este lo mató de estocada desprendida (previo pinchazo) y como sus familiares y amigos le pidieron la oreja, se dio una vuelta al ruedo.
También gustaron las formas de Tomás Bastos, mucho más hecho que sus colegas de terna. El portugués no se dejó nada: se fue a recibir de rodillas a sus dos oponentes a la puerta de toriles, manejó con soltura el capote y derrochó entrega y firmeza con la muleta, sobre todo ante el blando y codicioso segundo, frente al que firmó una notable tanda al natural. Tremendista a veces para captar la atención del público, no faltaron el inicio de rodillas cambiando al toro por la espalda ni tampoco las bernadinas finales. Mucho oficio; demasiado para lo que tuvo delante.
Bastante más incierto se adivina el futuro de Pérez Pinto, que se presentó en la capital con treinta y dos años, edad casi de jubilación en este oficio. Ante un lote tan bondadoso como soso y blando, dio muchos pases, pero no dijo nada. Durante sus dos interminables faenas, claro, se escucharon también unos cuantos “¡Viva España!”. Y el orden y la Ley, les faltó añadir. El aburrimiento y sus (nocivos) efectos.
El Retamar / Pérez Pinto, Bastos, Montaldo
Novillos de El Retamar, muy justos de presentación (salvo 4º y 6º), mansos, nobles, blandos y descastados, a excepción del buen 6º.
Pérez Pinto: estocada corta delanterilla _aviso_ (silencio); _aviso_ tres pinchazos, estocada corta _segundo aviso_ y cuatro descabellos (silencio).
Tomás Bastos: estocada trasera y caída _aviso_ (saludos con protestas); pinchazo hondo _aviso_, seis descabellos _segundo aviso_ y otro descabello (silencio).
Pedro Montaldo: estocada que atraviesa _aviso_, dos pinchazos, otra estocada que hace guardia, un descabello _segundo aviso_ y otro descabello (silencio); pinchazo _aviso_ y estocada desprendida (vuelta tras leve petición de oreja).
Plaza de toros de Las Ventas. Jueves 26 de junio. 1ª novillada nocturna del certamen 'Cénate Las Ventas'. Algo más de un tercio de entrada (9.053 espectadores, según la empresa).
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