Rosana Torres, Premio Nacional de Periodismo Cultural 2025
El jurado reconoce “la excelencia de una trayectoria independiente y crítica” y el “proverbial olfato con el que se adelanta a la mejor primicia” de la redactora experta en artes escénicas de EL PAÍS


“Siempre he sido una persona de artes escénicas”, dice la periodista Rosana Torres. Especialista desde hace décadas en información de artes escénicas y cine en EL PAÍS, ha recibido este lunes el Premio Nacional de Periodismo Cultural. El galardón, que otorga anualmente el Ministerio de Cultura, está dotado con 30.000 euros.
Torres (Catarroja, 71 años) es una de las periodistas culturales más reconocidas. Comenzó su carrera durante la Transición, primero en la revista La Guía del Ocio, escribiendo sobre literatura y teatro infantil y juvenil. Trabaja desde 1978 en EL PAÍS, cubriendo todo tipo de información cultural y, especialmente, la que tiene que ver con el teatro, ámbito en el que está considerada como una de las mayores expertas.
“Empecé a ver teatro porque me llevaba mi padre, que era productor de cine, desde los cuatro años; también con mi hermano mayor, con el que veía a las compañías independientes actuar en el parque de El Retiro y también en colegios mayores y salas alternativas”, recuerda Torres por teléfono desde Barcelona, donde reside. Entre los espectáculos que veía estaban los infantiles, esos sobre los que empezó a escribir en La Guía del Ocio. Realizó más tarde programas de televisión de temática teatral como El carro de la farsa, del que fue guionista y subdirectora, Taller de Teatro o Candilejas para TVE, así como A la calle en Telemadrid. En 1980 ya recibió el Premio Nacional de Literatura a la labor de Crítica.

¿Para que sirve el periodismo cultural? “Para enseñar a vivir. Otras partes del periodismo sirven para hablar de diferentes aspectos de la vida: la economía, la política, lo laboral; pero el periodismo cultural habla de la vida en sí misma”, responde Torres. ¿Y cómo ha cambiado la profesión en estos años? “El periodismo tal y como debe ser sigue igual: el problema son las redes sociales, que van a tardar unos años en desaparecer (porque estoy segura de que van a desaparecer). Lo que hacen es confundir, desinformar, desculturizar, engañar. Y hacen creer que las cosas buenas duran poco: yo acabo de ver una obra de seis horas y he salido encantada”.
Se refiere a L’heréncia de Matthew López, dirigida por Josep Maria Mestres, en el Teatre Lliure de Barcelona. De hecho, una de las mejores experiencias teatrales que recuerda en su larga trayectoria duró 12 horas: el montaje Mahabharata de Peter Brook (lo reseñó en este periódico en 1985). Ahora se ven con cierta frecuencia obras teatrales kilométricas... “El único problema es que los señores mayores sufren de la próstata y las señoras sufrimos de la artrosis”, bromea.
La magia del directo
El teatro, dice Torres, va bien. “Lo que no goza de tanta salud son los responsables de políticos y culturales que no confían tanto en el teatro, cuando se ha demostrado que es un genero artístico que enseña a pensar y a hacerlo de manera más coherente y mas brillante”, dice la periodista. Si bien tiene en contra la pérdida de atención que nos provoca el mundo acelerado e hiperestimulado de la tecnología (y el teatro es exigente en términos de atención), tiene otras cosas a favor: “Mantiene la magia y la fuerza del directo, de ahí que en teatro, si la cosa está bien hecha, programada y pensada, suele llenarse. Los teatros se llenan porque necesitamos una manifestación artística que nos hable de cómo somos. Shakespeare habla de tus mismos problemas”.

El Premio Nacional de Periodismo Cultural (que han ganado otros periodistas como Jacinto Antón, Contxita Casanovas, Juan Cruz, Blanca Berasategui, Diego A. Manrique, Ana Mendoza o Antón Castro) “tiene por objeto reconocer la trayectoria periodística en el ámbito de la cultura desarrollada por una persona física española, cuya actividad esté dedicada a la información cultural sea cual sea la lengua o lenguas del Estado utilizadas en el desarrollo de su labor”, según sus bases.
El jurado la ha elegido “por la excelencia de una trayectoria como periodista cultural independiente y crítica y por poseer un proverbial olfato con el que se adelanta a la mejor primicia”, según un comunicado emitido por Cultura. El mismo documento agrega que, según el jurado, “con un lenguaje desenfadado e irónico y un enfoque de la información siempre digno, humano y profundo, Rosana Torres ha logrado acercar contenidos culturales, en especial las artes escénicas, a un público amplio sin perder rigor ni calidad. La honestidad, el fuerte compromiso social y la responsabilidad profesional con la que se enfrenta a cada proyecto erigen a Torres en referente de varias generaciones de profesionales”.
Sobre el humor en el periodismo y en la cultura, ahonda la propia Torres: “Muchas veces en la cultura el humor ha estado mal visto, porque se ha confundido humor con frivolidad. Pero creo que con el sentido del humor se pueden decir muchas más cosas que con la sombría seriedad”.
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