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Pamela Anderson reescribe su mito: el símbolo erótico de los noventa a flor de piel deslumbra en ‘The Last Showgirl’

Después de décadas atrapada en su imagen de bomba sexual y rubia tonta, la actriz logra con éxito un nuevo rumbo dentro y fuera de la pantalla

Pamela Anderson pasea por Las Vegas en 'The Last Showgirl'.
Elsa Fernández-Santos

Si Pamela Anderson trascendió al bañador rojo de Los vigilantes de playa, a las 13 portadas de Playboy o al famoso vídeo de sexo casero con su entonces marido, Tommy Lee, es porque siempre hubo algo en ella a flor de piel. Atrapar ese temblor es el gran acierto de la película de Gia Coppola The Last Showgirl, que se estrena este viernes con una Anderson deslumbrante en la piel de una vedette en el ocaso de su carrera.

No era fácil reinventarse después de haber sido la bomba sexual de los noventa, pero Anderson lo ha logrado dentro y fuera de la pantalla. The Last Showgirl narra la historia de Shelly Gardner, una bailarina erótica de cincuenta y muchos (la actriz tiene 57 años) que afronta el final de su vida sobre el escenario. El cuerpo femenino enfrentado a su decrepitud es central en una película que observa con admiración la fragilidad de sus criaturas. Fuera de la pantalla, Anderson también ha dado en el clavo de los tiempos con una nueva y bien pensada máscara. Ha enterrado aquellos exagerados maquillajes que la hicieron famosa para mostrar su rostro desnudo. Ahí siguen las cejas depiladas como un hilo, pero sin pestañas postizas, eyeliner o sombras ahumadas. Ahora ya nadie habla de su pecho, sino de su piel.

Pamela Anderson, el 5 de mayo en la gala Met en el Museo Metropolitano de Nueva York.

The Last Showgirl podría verse como una relectura desde el female gaze de Showgirls, la hoy reivindicada película de Paul Verhoeven cuyo despertar posfeminista conecta con la película dirigida por Gia Coppola. Elizabeth Berkley, la protagonista de aquella, comparte con Anderson el pelo rubio y ese aire white trash de las clásicas bailarinas de Las Vegas. Bañadas en pedrería, sus espectáculos de plumas, lentejuelas y mallas transparentes están en la fundación de una ciudad que se despide de sus musas.

Si en Showgirls, el personaje al que da vida Berkley, Nomi Malone, llegaba a la ciudad del pecado dispuesta a comerse el mundo, en The Last Showgirl, el de Anderson (Shelley) emprende el camino de vuelta. Es una estrella en su final y el espectáculo que lleva décadas interpretando, titulado Le Razzle Dazzle, echa el cierre porque el público prefiere otro tipo de circo. Anderson resulta tan delicada y vulnerable como fuerte y poderosa, una dualidad que ya asomaba cuando se paseaba vestida de vamp para la promoción de Barb Wire (estrenada y masacrada en 1995) o con los ubicuos tops y vaqueros cortos que tanto contribuyó a poner de moda.

Distintas portadas de la revista 'Playboy' protagonizadas por Pamela Anderson en 1991, 1994, 1997, 1999, 2007 y 2011.

Este renacer habría que situarlo en 2022, cuando debutó en Broadway como la Roxie Hart del musical Chicago. Poco después de la serie de Hulu (Disney+, en España) Pam & Tommy (que la actriz consideró una nueva explotación de su persona) llegaron sus memorias y el documental sobre su vida en Netflix. A partir de ahí, tomó la astuta decisión de empezar a salir en revistas y alfombras rojas con un aspecto natural, de cara lavada. Algunas de las instantáneas más increíbles de Marilyn Monroe forman parte de las escasas veces que se fotografió sin maquillaje. Son muy pocas, algunas robadas en las calles de Nueva York, donde solía salir así para evitar ser reconocida. La decisión de Anderson, que siempre ha lamentado sentirse atrapada por el cliché de la rubia tonta, recuerda a aquellas imágenes extrañamente puras; es una de esas declaraciones de intenciones estéticas que tanto gustan al actual universo de la moda y las redes sociales.

Pamela Anderson, el 6 de septiembre de 2024 durante una sesión de fotos en Toronto.

Si en sus inicios Pam (como la llamaban en las portadas de las revistas en los noventa) jugó al artificio exagerado de las pin ups, pero con algo de la autoparodia de Dolly Parton, ahora se presenta como una tranquila activista de la vida animal y vegetal, autora de un libro de cocina vegana titulado I Love You: Recipes from the Heart (A Cookbook) que está inspirado en el producto cercano del huerto de la granja que la actriz posee en Vancouver, en su Canadá natal. Según ha explicado Anderson en una entrevista reciente, su verdadero renacimiento empezó precisamente en su jardín, entre las rosas y cerezas de una finca de aire provenzal que perteneció a su abuela, en la que vivieron sus padres después de casarse y donde aprendieron a caminar los dos hijos que tuvo con Tommy Lee, Brandon y Dylan.

Anderson regresó a la granja familiar durante la pandemia y decidió quedarse. Ahora vive cerca de sus padres (instalados desde hace unos meses en una casa próxima a la suya) mientras ensaya un papel que evoca a Margarita Gautier, la Dama de las Camelias, en una nueva versión de Camino Real, de Tennessee Williams, para el Williamstown Theatre Festival de este verano, o promociona junto a Liam Neeson la nueva versión de la comedia Agárralo como puedas, que se estrena el 22 de agosto en España.

Es curioso que The Last Showgirl llegue a la vez que la miniserie documental de HBO Max Súper Sara, interesantísima incursión de Valeria Vegas en la figura de Sara Montiel. Uno de los temas principales de Súper Sara es precisamente lo difícil que es para las mujeres del espectáculo mantener con los años su máscara sin ser víctimas de un edadismo que se ceba hasta con divas como Madonna. La Dolce Pam o Pam-Demonium (como la llamaban en algunas de sus portadas para Playboy) ha encontrado su lugar lejos de los postizos y corpiños de látex, sin el lastre de su belleza de juventud, para dejar paso a una Pamela Anderson capaz de reescribir en plena madurez su mito.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’
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