Morante detiene el tráfico en la madrileña calle de Alcalá y alborota las redes sociales
Tras su triunfo en Las Ventas, cientos de jóvenes aficionados quisieron llevarlo a hombros hasta el hotel Wellington, pero la policía lo impidió


La corrida de Beneficencia de 2025 pasará a la historia como un verdadero acontecimiento. Lo sucedido el domingo con el torero Morante de la Puebla dentro y fuera de la plaza no tiene parangón con ninguna otra historia taurina ni por el personaje ni por la repercusión social que ha tenido la salida a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas del torero sevillano. Las redes sociales seguían todavía, en la tarde del lunes, alborotadas con el triunfo del torero, y son muy numerosas las fotos, las imágenes y los comentarios que no cesan de cantar la grandeza de la tarde de toros protagonizada por Morante en Madrid el 8 de junio de 2025.
En el instante mismo en que acabó la corrida, pasadas las nueve y media de la noche del domingo, varios cientos de jóvenes saltaron al ruedo y rodearon al torero que aún permanecía casi atrincherado en el callejón.
A los gritos de “torero, torero” y “¡José Antonio! ¡Morante de la Puebla!“, la figura del diestro, envuelto en un traje de luces negro, emergió lentamente entre la multitud como en la solemne levantá de un paso de la Semana Santa sevillana. Así, rodeado de chicos y chicas delirantes de felicidad, a hombros de los más fieles, entre ellos su propio hijo José Antonio, futbolista de éxito en el Real Betis Balompié, dio una vuelta al ruedo para recibir el homenaje de una afición conmovida antes de enfilar el pasillo que desemboca por la Puerta Grande en la madrileña calle de Alcalá.
😱 ¡La locura que ha desatado 𝗠𝗢𝗥𝗔𝗡𝗧𝗘 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗣𝗨𝗘𝗕𝗟𝗔 en #LasVentas! pic.twitter.com/DIJvNTPeDs
— Plaza de Las Ventas (@LasVentas) June 8, 2025
Allí esperaba la furgoneta del torero, como es preceptivo en cada salida a hombros, lugar de la despedida antes de perderse en el tráfico camino del hotel, pero los jóvenes aficionados rompieron la tradición, y decidieron llevar a hombros al torero hasta el hotel Wellington, situado en la calle Velázquez, alejada algo más de dos kilómetros de la plaza de toros.
La muchedumbre cortó el tráfico calle Alcalá arriba, y fue la Policía Nacional a caballo, que había escoltado al torero en su salida a hombros, la que impidió que continuara la procesión en la cercana plaza de Manuel Becerra para evitar un conflicto de orden público.

Morante llegó al hotel en su furgoneta, y hasta allí llegaron los seguidores para seguir vitoreando a su torero, de tal modo que Morante se vio obligado a salir en bata al balcón de la habitación para saludar a quienes continuaban coreando su nombre.
Hasta el hotel Wellington se acercaron la Infanta Elena ―a quien el torero había brindado la muerte de su primer toro― y su hija Victoria Federica, que habían presenciado la corrida, para felicitar al diestro. Y desde allí, Morante, su apoderado Pedro Jorge Marques, y un reducido grupo de íntimos celebraron el triunfo en una discoteca cercana, donde estuvieron hasta bien entrada la madrugada.
La Infanta Elena y su hija se acercaron a hotel para felicitarlo, y el torero y sus más íntimos acabaron anoche en una discoteca hasta bien entrada la madrugada
Morante viaja la noche de este lunes en AVE a Sevilla, y el sábado está anunciado en Salamanca, en un mano a mano con el joven Marco Pérez, y el domingo hará el paseíllo en la localidad madrileña de Móstoles, junto a Tomás Rufo y Alejandro Chicharro.
Antes de la celebración discotequera, Morante habló para el programa radiofónico El Toril, de Onda Madrid, y dijo que, después de triunfar en las plazas de Sevilla y Madrid, “ya no sé qué me queda; quizá, seguir conquistando almas de los aficionados, que es lo que me mantiene la ilusión para seguir toreando”.
Contó que la salida a hombros había sido “un poco caótica, pero a la vez muy alegre, porque ha sido una tarde especial en la que, por fin, he podido salir por esa ansiada y soñada Puerta Grande”. Recordó Morante que el traje negro que estrenó no volverá a ponérselo porque “todo el que se me acercó se ha querido llevar un pedacito, y no sé si lo llevaré a un museo o lo guardaré como recuerdo en mi casa”.
“Se dice que es usted el torero más importante de la historia”, le susurró el periodista. Y Morante, de 45 años, contestó: “Alguien me recordó hace unos días que Joselito el Gallo lo fue con 16 años y no con mi edad; quiero decir que no sé si es para tanto…”
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