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¿El primer ‘caravaggio’ de la historia?

El reconocido experto Gianni Papi asegura haber encontrado la pintura con la que empezó su carrera el genio italiano, el original del ‘Muchacho pelando fruta’

Caravaggio
Miguel Ángel García Vega

En el otoño de 1592, Caravaggio, un desconocido y, por entonces, poco dotado pintor, llega a Roma con apenas 20 años. Ocho años después se iba a celebrar el jubileo de 1600 y la ciudad, con unos 2.000 artistas y una población de 100.000 personas, se preparaba para el evento. Se levantan nuevas iglesias, se restauran viejos palacios. Pero las quejas por la pobreza de los pintores son constantes. Caravaggio, que es todo menos un prodigio precoz, tiene que sobrevivir. Va de taller en taller de bajo nivel. Copia, crea imágenes devotas baratas. Es un modesto creador lombardo de frutas y flores. Gracias a los contactos familiares consigue alojamiento en el Palazzo Colonna. Uno de sus biógrafos de la época, Giulio Mancini (1558-1630), narró en Consideraciones sobre la pintura que pintó a precio de mercado —lo que demuestra su penuria económica— “un chico que grita porque le ha mordido un lagarto que tiene en la mano, un muchacho pelando una pera con un cuchillo y el retrato de un posadero que le había dado alojamiento”.

Pese a morir con solo 39 años, la obra del maestro lombardo se antoja inagotable. Cada cierto tiempo aparece alguna pintura atribuida al genio. Se estiman unas 60 telas de su mano, aunque solo llegó a firmar La degollación del Bautista, en Malta, por lo que siempre surgen controversias cuando aparece un posible nuevo cuadro. El Ecce Homo descubierto en Madrid en 2021 fue certificado por la experta Maria Christina Terzaghi, quien también ha asegurado haber encontrado en París la versión original del Joven con una jarra de rosas, del que se conocen al menos cinco versiones. Caravaggio, como muchos artistas del pasado y actuales, volvió a pintar varias veces el mismo tema. Era una cuestión de supervivencia.

Caravaggio

Por sorpresa, la semana pasada, Gianni Papi —uno de los grandes expertos mundiales en el artista— anunciaba haber encontrado la que es, según su criterio, la primera pintura conocida del genio: ese chico que pelaba una pera (Ragazzo che monda un frutto). La obra, un óleo sobre lienzo de 66 x 51,5 centímetros, la adquirió un particular durante 2024 en una subasta del norte de Europa como una supuesta “copia de Caravaggio” y se la cedió a Papi para su estudio. “No excluyo que el cuadro pudiera haber sido pintado por el maestro antes de su llegada a Roma y que lo llevara consigo como una especie de tarjeta de presentación. El maestro, que había nacido en 1571, podría tener entonces alrededor de 24 años”, explica el experto.

Las dudas iniciales eran evidentes. Existen unas 10 copias conocidas. Y todavía no ha sido posible trazar el origen del cuadro. Sin embargo, Giani no duda, después de haber sometido al lienzo a una radiografía y un estudio de reflectografía. Pero ¿qué ha visto? “La calidad de algunas piezas mejor conservadas, como la camisa, las manos y el bodegón [un tema recurrente cuando el lombardo trabajó en el taller del Caballero de Arpino], indican una elevada habilidad, y me dieron esperanzas”. Y añade: “Sin embargo, hubo un elemento esencial para establecer la autoría, sobre el resto de las versiones. Aparece en la radiografía de la obra. Se ve con claridad un añadido oscuro en la parte inferior, en la zona que se insinúa entre las manos del niño, la fruta y llega hasta la camisa”. Es fácil reconocer, en la sombra oscura, un pequeño perro con el hocico vuelto hacia arriba, hacia la cara del niño, con la boca medio abierta.

Eso quiere decir que la tela fue reutilizada. Hay zonas que semejan un paisaje, y el soporte fue cortado al menos por tres lados para adaptarlo a las intenciones del pintor. “Quizá el perro formaba parte de una composición anterior. Podría ser fruto de una idea inicial de Caravaggio, y nos viene a la memoria la imagen alegórica de la Felicidad: el perro negro, Cornacchia, que el biógrafo del genio, Giovanni Baglione (1563-1643), afirmaba que era inseparable de Caravaggio”, explica Gianni Papi. Es el hocico vuelto al revés, pues, el que da la clave de la originalidad de esta obra. Caravaggio pensó en utilizar de forma parcial esa área oscura, pintada con anterioridad, para crear las dos pequeñas zonas sin luz en la camisa, que según la intención del pintor deberían ser las sombras de la mano y la fruta, que, a primera vista, parecen un tanto forzadas. Quizá debido a su inexperiencia. “Ahora entendemos por qué esas mismas áreas de sombra se repiten en el resto de las distintas variaciones y cuál es su origen”, defiende Papi.

Esta productividad juvenil tiene la lógica que impone la pobreza. Yendo de un taller a otro, quizá, dado su carácter, sin acabar de hallar un lugar propio, “se estableció con un pintor siciliano que tenía una tienda llena de obras groseras”, escribe el crítico artístico Giovanni Pietro Bellori (1613-1696) en La vida de los pintores, escultores y arquitectos modernos. Y añade: “Como estaba tan necesitado y desesperado, pintaba retratos por cuatro peniques cada uno, y hacía tres al día”. Eran lienzos que por lo general adquirían mecenas nobles y hombres de letras. Además de la penuria, también se puede justificar la ecuación con otros enunciados. “El Mondafrutto recupera iconografías que Caravaggio pudo ver en Lombardía o Véneto, aunque no existe ningún precedente preciso. Quizá, para Roma, fuera una novedad y por eso fue tan replicada”, subraya el experto italiano.

Se conoce otra versión autógrafa, posterior, en Hampton Court, en las colecciones reales británicas, que bien pudiera haber utilizado para venderla y sobrevivir. Habría, pues, dos Muchacho pelando fruta. Durante los 14 años que pasó en Roma, fue capaz de superar la mediocridad de un aprendiz y abrazar el genio.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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