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Feria de San Isidro
Crónica
Texto informativo con interpretación

Marco Pérez, un premio inmerecido, un regalo envenenado

El joven novillero salmantino solo pudo dar una vuelta al ruedo en su encerrona con novillos de Fuente Ymbro y El Freixo, mal presentados y muy descastados

Marco Pérez, en una de las dos volteretas que sufrió durante la faena de muleta al quinto novillo de la tarde.
Antonio Lorca

No se cumplió el protocolo previsto. Marco Pérez no salió a hombros, y ni siquiera pudo pasear una sola oreja de los seis novillos que lidió en solitario. La verdad es que este joven de solo 17 años, que sorprendió siendo un niño por su precocidad y facilidad como aspirante a torero, y cuya corta carrera ha sido gestionada entre algodones, ha recibido hoy un premio inmerecido y, a la vez, un regalo envenenado.

Inmerecido porque Marco Pérez no ha hecho méritos hasta ahora para anunciarse un viernes en la Feria de San Isidro como único espada, cuyo suceso ha demostrado a la postre que era esencialmente un buen negocio; y un regalo envenenado porque su entorno, con la colaboración necesaria de la empresa y la autoridad, escogió los seis novillos más bonitos, más cómodos y más impresentables del campo bravo que se han convertido en una dura penitencia para el chaval. No hay más que imaginar la ilusión con la que hoy se habrá vestido de luces, la de noches que habrá pasado en vela soñando con un triunfo que, al final, se ha perdido en la nebulosa de una tarde que nunca encontró el vuelo necesario.

Tampoco él puso mucho de su parte. Bueno, poner, sí, porque le sobran disposición, entrega y vitalidad, pero es su concepto taurino el que falla. Si Marco Pérez es el torero de la postmodernidad, mal vamos, porque a su garra le falta hondura y misterio y le sobra superficialidad. Se conoce el oficio a pesar de su corta edad, es variado con capote y muleta, valiente a carta cabal, se levanta de las volteretas sin mirarse, pero su toreo carece de huella. Y mira que el público de Las Ventas es poco juicioso y nada exigente, pero en ningún momento llegó a vibrar con la encomiable disposición de Marco Pérez.

La elección del ganado ha sido un error garrafal. Después de las auténticas corridas de toros a las que se han tenido que enfrentar en esta plaza muchísimos novilleros sin oficio, es inadmisible la presentación de los novillos elegidos para esta ocasión. Mansos, además, descastados, sin fondo, sin movilidad y nobles, eso sí, pero tontos sin alma.

De ese modo, no es fácil triunfar.

Marco Pérez no perdió la fe y lo intentó hasta el instante final, pero no pudo ser. Estuvo solvente con el insulso primero; muy pronto se desfondó el segundo, al que recetó unas ceñidas manoletinas finales, y deslucido fue el tercero. Recibió de rodillas en los medios a los tres últimos. Se dio un arrimón ante el cadavérico cuarto, una nulidad; y solo pudo estar valeroso con el sexto, que soltaba la cara al igual que casi todos los demás.

Vuelta al ruedo de Marco Pérez a la muerte del quinto novillo.

Diferente fue el quinto, el mejor presentado del festejo, con cara de torete de plaza de segunda, al que recibió con unos apasionados y muy jaleados capotazos tras la larga cambiada de rodillas; quitó después por unas ajustadas gaoneras, y protagonizó un vibrante inicio de muleta: dos muletazos cambiados por la espalda, otro del desdén, un recorte, un molinete y el obligado de pecho que enardecieron a los facilones tendidos venteños. No le perdió la cara el torero a un novillo exigente, encastado y que soltaba la cara en cada embestida. Con la muleta en la zurda sufrió una primera espectacular voltereta de la que se repuso con rapidez a pesar del costalazo que el torero se dio contra la arena; y llegó una segunda, igualmente estremecedora, en la siguiente tanda, que puso la plaza en pie, sobrecogida por la aparatosidad del percance. Volvió de nuevo a la cara del novillo y continuó dando pases como si nada hubiera sucedido. Mató mal y todo el premio quedó reducido a una vuelta mientras el novillo fue despedido con una ovación.

Una desilusión para todos los presentes y, en especial, para un chaval que quizá viva en una burbuja, y que esta tarde, quién sabe si por primera vez, ha visto de cara la cruda realidad. Que le pida cuentas a sus mentores, porque ellos son los culpables del fracaso de hoy.

F. Ymbro y El Freixo/Marco Pérez, en solitario

Tres novillos de Fuente Ymbro, segundo, tercero y quinto, y tres de El Freixo, muy mal presentados, sin cara ni presencia, mansos, nobles y muy descastados. Destacó la presentación del quinto, que cumplió en varas y desarrolló casta en la muleta.

Marco Pérez: tres pinchazos y estocada caída (silencio); pinchazo, media tendida y estocada (silencio); pinchazo, estocada y un descabello (silencio); estocada caída _aviso_ (ovación); pinchazo, media _aviso_ y dos descabellos (vuelta al ruedo); estocada y dos descabellos (silencio).

Plaza de Las Ventas. 30 de mayo. Decimonoveno festejo -tercera y última novillada- de la Feria de San Isidro.  Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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