Fenix, el nuevo museo en Róterdam que aborda la migración a través del arte
El centro está frente a la antigua sede de la naviera Holland-América Line, que llevó a Estados Unidos y Canadá millones de emigrantes en los siglos XIX y XX


Una consigna de equipajes con 2.000 bultos de distintos países recibe al visitante de Fenix, el nuevo museo que aborda en Róterdam la migración a través del arte. La instalación se llama Laberinto de las maletas y trata de reflejar el carácter universal del desplazamiento humano. Una decisión personal y voluntaria, a veces, tomada por amor para algunos afortunados, pero que es dolorosa y forzada para la mayoría de sus protagonistas. Fenix ocupa un histórico almacén portuario situado en el lugar desde donde partieron en barco unos tres millones de personas hacia Estados Unidos y Canadá entre los siglos XIX y XX. Su viaje hacia lo desconocido, con la compañía naviera Holland-América Line, pervive en una recopilación de objetos personales, vídeos, fotografías y piezas de arte que tratan de reflejar la esperanza en un futuro mejor.
No hay reivindicación política en la propuesta de este museo abierto en una ciudad de 670.000 habitantes y 170 nacionalidades, marcada por ser el mayor puerto de Europa. Sin embargo, la inauguración de Fenix, que contó con la presencia de la reina Máxima de los Países Bajos, coincide con el refuerzo progresivo de las leyes antiinmigración en el país, donde la extrema derecha está en mayoría en el Gobierno. No es una tendencia exclusiva. En EE UU, el Tribunal Supremo ha permitido al presidente, Donald Trump, retirar el permiso de residencia temporal a 350.000 migrantes venezolanos, que quedan a merced de posibles deportaciones. De ahí que Hanneke Mantel, la directora de exposiciones de Fenix, subrayara el pasado 16 de mayo, horas antes de la inauguración, que quieren compartir “historias de personas” porque la migración es “atemporal, universal y humana”.

“Hemos reunido una combinación de obras, desde arte elevado a otro más popular y objetos personales”, asegura Wim Pijbes, antiguo director del Rijksmuseum, de Ámsterdam, que está ahora al frente de la fundación Droom en Daad (Sueño y Hechos). Es la impulsora de Fenix, y su responsable es la familia Van der Vorm, descendientes de los dueños de la compañía Holland-América Line.
El museo es la pieza central de la reurbanización de una parte del distrito portuario, que fue antes el barrio rojo de Róterdam y el barrio chino más antiguo de Europa. Hoy, la propuesta de Fenix es triple, y el Laberinto de las maletas es la primera parada, en la planta baja. Entrando, a la izquierda, como si fuera una estación, se pueden recorrer los pasillos formados por equipajes sujetos con cintas. De algunos cuelga un dispositivo electrónico que permite escuchar la historia de los dueños. Como la de Celine Peerenboom, que no regresó de los campos de concentración durante la II Guerra Mundial. O la de Wijnand Tollenaar, que se jugó a los dados los pocos bienes de valor de su familia y escapó avergonzado en 1909 a las colonias, en las Indias Orientales Neerlandesas (Indonesia). “Nos hemos desplazado desde que existe la humanidad y seguiremos haciéndolo: por amor, trabajo, guerra, libertad o por el deseo de ir a otro lugar”, aseguró en la jornada inaugural Anne Kremers, directora de Fenix. “En cada familia hay una historia de migración”.

Las maletas son tesoros cargados de recuerdos, y la segunda etapa está enfrente. Es la muestra La familia de migrantes, dispuesta a la manera de la famosa exposición de fotografías titulada La familia del hombre, realizada en 1955 por el Museo de Arte Moderno de Nueva York. En Róterdam, hay 194 fotografías de 55 países. Realizadas por 136 fotógrafos, están fechadas desde 1905 (en EE UU) y hasta la actualidad (Siria). Puede verse, por ejemplo, a una joven española escribiendo una carta en un refugio durante la Guerra Civil, tomada por David Seymour en 1936. O bien a Manju Patel, que va a ser deportada por Reino Unido a India con sus tres hijos, un instante recogido por Ian Tyas en 1979. O una familia italiana despidiendo a su hijo, que emigra, captado por Herbert List, en 1959. En una de las paredes asoma Albert Einstein cuando adquirió la ciudadanía estadounidense en 1940, de autor anónimo. Mantel espera que el público, al salir, “se sienta parte de esa familia de migrantes que han contemplado”.

En medio del vestíbulo, separando ambas exposiciones, se levanta el Tornado, una escalera doble con suelo de madera y paredes de acero inoxidable, que forma una espiral coronada con un mirador panorámico. Barrena el edificio de abajo arriba “y son dos escaleras en lugar de una porque la migración es un camino, un viaje, pero no es lineal”, en palabras de su autor, el arquitecto chino Ma Yansong, fundador de la firma MAD, con sede en Pekín. Cuando le invitaron a ver el almacén de 16.000 metros cuadrados que alberga el museo y le explicaron el proyecto cultural, le pareció que “era una historia donde todo es movimiento”. Su Tornado tiene tres kilómetros de tubos y 12.500 tablones de madera, y es una pieza arquitectónica que parece suspendida sobre la ciudad, “en una metáfora de los viajes de los migrantes que pasaron por aquí”, según su autor.

Antes de llegar al mirador, en la primera planta, se ha dispuesto la tercera estación, titulada Todas las direcciones; arte que te mueve. Es un conjunto de 150 piezas adquiridas a lo largo de los últimos cinco años, que abarcan desde el arte histórico al contemporáneo y son tan variadas como sus firmas. Hay un astronauta en busca de un refugio lejos de la Tierra, destruida por el cambio climático. Forma parte de una serie de 2015, titulada Astronauta -esta es la IX- refugiado y es del artista británico de origen nigeriano Yinka Shonibare.

Cuelga también una obra de Willem de Kooning, el pintor neerlandés nacionalizado estadounidense, que salió en 1926, a los 22 años, de la propia Róterdam, camino de Nueva York. Se titula Hombre en Wainscott, una aldea de Long Island donde construyó su estudio, y está en una vitrina. Junto a una ventana, hay una barca que llegó en 2022 a la isla italiana de Lampedusa con 19 personas a bordo. A su lado, un muro irregular de cemento, por un lado, y espejo por el otro, refleja la distorsión de estas barreras. Es del italiano Vincenzo de Cotiis.
En una urna destaca un ejemplar del Pasaporte Nansen, un documento expedido a refugiados apátridas entre 1922 y 1938 por la Sociedad de Naciones. Y muy cerca está plantado El Bus, del artista estadounidense Red Grooms. Es una reconstrucción a tamaño natural de un autobús de Nueva York lleno de un heterogéneo pasaje hecho de tela, que refleja a su ciudad de acogida.
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