Sara Mesa: “De no escribir, querría ser dibujante”

Sara Mesa, sevillana nacida en Madrid en 1976, ha publicado este año Mala letra (Anagrama), un libro de relatos que confirma que la autora de Cicatriz, la novela que la puso en órbita, domina todas las distancias.

—¿Cuál ha sido el último que le ha gustado?

—Dos libros de cuentos, excepcionales ambos: Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin, y Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez.

—¿Qué libro no terminó?

—Los Buddenbrook, de Thomas Mann. Y tiene delito, porque he terminado libros muy malos que no lo merecían.

—¿Qué libro ajeno le habría gustado escribir?

—Montones. Puestos a pedir, Mientras agonizo, de Faulkner.

—De no ser escritora, le habría gustado ser…

—Dibujante.

—Cuando lee la expresión “escritura indócil” —que se ha usado para usted—, ¿en quién piensa?

—En mujeres que escribieron lo que no se esperaba de ellas: Pardo Bazán, Iris Murdoch, Flannery O’Connor, Fleur Jaeggy. Ellas sí que eran indóciles.

—¿Qué suceso histórico admira más?

—El día de 1955 en que Rosa Parks se negó a ceder su asiento en un autobús a un blanco.

—¿A qué ciudad le gusta viajar regularmente?

—Si cambiamos ciudad por lugar, a la playa de Zahora (Cádiz).

—¿Cuál es la película que más veces ha visto?

—Granujas de medio pelo, de Woody Allen. Por razones extrañas.

—Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería?

—Non, je ne regrette rien, de Edith Piaf. Aunque sea mentira…

—¿Trasnochar o madrugar?

—¡Ninguno!

—¿Qué encargo no aceptaría?

—Posar para un reportaje de escritores en una revista de tendencias, de estos en que apareces con ropa de marcas carísimas que te prestan para las fotos.

—¿Qué está socialmente sobrevalorado?

—La gastronomía.

—¿A quién le daría el próximo Premio Nobel de Literatura?

—A Philip Roth. Aunque me encanta cuando se lo dan a escritores que no he leído y, gracias a ello, los empiezo a leer.