Agonía y muerte de una pareja
La película muestra lo complejo que puede ser juzgar actitudes que no son blancas ni negras sino muy grises


Un nombre más que añadir a la ya larga y excelente lista de nuevos directores argentinos que, con un cine rabioso y ambiguo, penetrante y adscrito a la realidad cotidiana, traspasa fronteras. Juan Schnitman, en su debut en solitario en el largo de ficción tras un par de películas dirigidas en compañía, ha compuesto en El incendio la agonía y (quizá) muerte de una pareja. Una de tantas, de las que vive con tal intensidad su existencia que, con la sociedad y ellos mismos como mochila cargada de explosivos emocionales, está a punto de explotar.
EL INCENDIO
Dirección: Juan Schnitman.
Intérpretes: Pilar Gamboa, Juan Barberini, Luis Biasotto, Marcelo D'Andrea.
Género: drama. Argentina, 2015.
Duración: 94 minutos.
Transcurrida buena parte del metraje de El incendio aún no se sabe hacia dónde se dirige la película, ¿hacia el thriller, hacia el drama social, hacia la tragedia sentimental?, y eso es buenísimo en una época de cine mayoritariamente predigerido. Schnitman y su guionista, Agustina Liendo, eligen dos de las situaciones cotidianas que más estrés pueden producir, una mudanza y la firma de una nueva vivienda, con la hipoteca como símbolo de la futura cárcel, y la visceralidad en las conversaciones, las de ellos, las de sus lugares de trabajo (un colegio, un restaurante), las de la sociedad al completo, va dando paso a un extraña liturgia de violencia física, desconcertante y atroz, que se va contagiando desde el dominador hasta el dominado. Con largas tomas con cámara al hombro, aunque sin pasarse de nervio y movimiento, y una pareja de soberbios intérpretes, Pilar Gamboa y Juan Barberini, la película muestra lo complejo que puede ser juzgar actitudes que no son blancas ni negras sino muy grises. Y aunque se caiga en una secuencia un tanto forzada y retórica, la del médico, en la que se da demasiada información solo para que el conocimiento del espectador, El incendio trasciende a sus protagonistas para alcanzarnos a (casi) todos en una época de continuos puñetazos verbales, en público y en privado.
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