Del águila imperial al petirrojo, las aves a las que les va bien: “No es magia, han salido adelante por las acciones de conservación”
Las especies que viven en los bosques se benefician del aumento de superficie forestal, un escenario que puede cambiar por el aumento de los incendios


En enero de este año, Roberto Sánchez, de la organización ecologista CBD y experto en la conservación del águila imperial ibérica, escuchó el grito de un ejemplar de la especie, que pasaba por encima de su casa en Parla, un municipio de 137.000 habitantes pegado a Madrid. “Hace unos años, algo así habría sido tan improbable como que te tocara la lotería de Navidad”, señala. Escenas como estas muestran que, pese al declive generalizado, hay aves a las que les va bien. Ahí están el águila imperial ibérica —única en el mundo—, o el buitre leonado ―España alberga el 90% de la población europea― que han salido adelante gracias a las políticas de conservación. Otras, de tamaño más discreto, como el petirrojo o el picapinos, el pájaro carpintero más común en España, se benefician del aumento de la superficie forestal que se está produciendo debido al abandono del campo.
El águila imperial ibérica, el paradigma

La recuperación de esta impresionante águila, la segunda en tamaño tras el águila real con una envergadura de casi dos metros de ala a ala, se considera uno de los grandes éxitos mundiales, a la altura del lince ibérico. Ha pasado de las 39 parejas reproductoras del primer censo nacional― unos 150 individuos, contando a los juveniles― realizado en 1974, a las 841 contabilizadas en el último recuento oficial de 2023. La mayor parte, el 98%, viven en España y el resto en Portugal. “No ha sido una cuestión de magia, han salido adelante por las acciones de conservación”, explica Jorge Orueta, responsable de especies de la ONG ornitológica SEO/BirdLife.
La especie cayó en picado víctima de persecuciones, cebos envenenados o la escasez de conejos, pero sobre todo de los tendidos eléctricos en los que se electrocutaba, un peligro que ha disminuido por la adaptación de las líneas, pero que sigue provocando muertes.
Roberto Sánchez, de la fundación CBD, comenzó a trabajar en la conservación de la rapaz hace más de 30 años “cuando su mortalidad era altísima”. Recuerda a los 40 ejemplares que se marcaron con un radiotransmisor entre 1990 y 1991, de los que “solo uno llegó a adulto”. Tampoco tuvo mucha suerte. Era de Segovia, crio dos pollos en San Martín de Valdeiglesias (Madrid) en 1996 y un año después lo mataron en Toledo de un disparo. En 2005 la situación había mejorado y la esperanza de vida de un pollo que se emancipaba —tras pasar unos tres meses con los adultos— era del 81%, mientras que hoy llega al 92%. La mejora es más llamativa entre los ejemplares reproductores: si en 2005 apenas sobrevivía el 24%, el año pasado la tasa alcanzó el 69%.
A pesar de la palpable mejoría, todavía se ciernen peligros sobre la imperial, que continúa en peligro de extinción. Las olas de calor, los incendios, los tendidos eléctricos sin adaptar y las instalaciones de energías renovables mal planificadas son algunas de ellas.
El buitre leonado se estabiliza; el milano, avanza

“El crecimiento de la especie empieza a ralentizarse”, señala Antonio Margalida, investigador del CSIC en el Instituto Pirenaico de Ecología. Se trata de un fenómeno esperable y natural, debido a que hay zonas que están alcanzando su capacidad de carga y comienzan a escasear los espacios disponibles para la nidificación y el alimento. “En algunas comunidades como Cataluña, Navarra o Aragón la especie está llegando ya a su máximo”, añade Margalida.
España alberga en torno al 90% de la población europea de buitre leonado. Tras décadas de declive, la especie inició una recuperación exponencial a partir de los años ochenta del siglo pasado, impulsada por medidas como la alimentación suplementaria y el control del uso ilegal de venenos. Así, ha logrado remontar desde las 7.519 parejas reproductoras censadas en 1989 hasta las 30.945 registradas en 2018. Su mayor peligro en la actualidad son los aerogeneradores. “Se estima que mueren un millar al año por estas colisiones”, indica Margalida.
El buitre y otras necrófagas ayudan a limpiar de carroña los ecosistemas, eliminando fuentes de patógenos de forma gratuita. Margalida y su equipo realizaron una estima de la cantidad de cadáveres que consumían y era superior a las 8.000 toneladas al año. A ello se suma que, en muchas zonas rurales deprimidas, los buitres se han convertido también en una fuente de ingresos gracias al turismo de naturaleza y de observación de fauna que generan.
El bosque arropa a picapinos o petirrojos

Aunque muchas aves forestales están bajo presión por pérdida de hábitat o cambios ambientales, algunas especies se mantienen estables o muestran tendencias poblacionales positivas. Entre las que han logrado aumentar su presencia se encuentra el pico picapinos, el pinzón vulgar, el petirrojo, el carbonero o el mosquitero papialbo, entre otras.
“El crecimiento poblacional de estas aves se debe al aumento de la superficie forestal por el abandono rural en zonas de montaña y a que los bosques maduran, aunque sea en pequeña cantidad, y pueden albergar más aves”, responde Sergi Herrando, investigador del instituto CREAF y del Instituto Catalán de Ornitología. España cuenta con más de 28,6 millones de hectáreas de superficie forestal, ocupando el bosque (zonas cubiertas con árboles) más de 19,4 millones.
El pico picapinos es el pájaro carpintero más abundante de España y una de las especies claramente favorecidas por los bosques maduros, donde encuentra madera muerta rica en insectos, su principal alimento. “Un bosque joven, con troncos finos, no les sirve”, explica Herrando. El pinzón vulgar, una de las especies más comunes, también muestra una tendencia positiva. En España, los datos de SEO/BirdLife estiman una población de unos 14 millones de individuos, con sus mayores núcleos en Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía, Aragón, Extremadura y Cataluña.
El panorama puede cambiar, “como han demostrado los incendios que hemos vivido en el noroeste”, señala Herrando. Estos fuegos, de sexta generación, son hoy en día el factor clave que determina el estado de los bosques y pueden afectar al desarrollo de las especies. Tras un incendio de ese tipo, los bosques vuelven a estados muy iniciales al desaparecer la cobertura arbórea. “En esa situación, en general, algunas especies vuelven a aparecer en las zonas quemadas durante un año o dos porque intentan volver a donde nacieron y reproducirse, pero van desapareciendo y llegan otras de espacios más abiertos”, explica.
El milano real: de estar en peligro a ser vulnerable

Las políticas de conservación de especies tan emblemáticas como el águila imperial benefician a otras especies. Entre ellas, se encuentra el milano real (Milvus milvus) que está logrando remontar el vuelo, indica Orueta, de SEO/BirdLife. El último censo nacional de esta rapaz, realizado en la primavera de 2024, estima más de 3.199 parejas reproductoras, lo que supone un aumento superior al 30% respecto a 2014. La especie tocó fondo en 2004, cuando su población se redujo a la mitad en apenas una década.
Su mejora le ha permitido pasar de estar peligro a vulnerable, una categoría de menor amenaza. Una buena noticia, dado que la península Ibérica acoge durante el invierno del 60% al 75% de la población europea. SEO/BirdLife ha comprobado que los principales problemas a los que se enfrentan son el veneno, la colisión y electrocución, seguidos por el atropello, que se produce cuando comen carroña de otros animales que atropellan los coches.
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