Qué hacer frente a un jabalí en la carretera, el monte o un jardín particular
La población de estos mamíferos se ha duplicado en los últimos cuatro años en España, lo que produce más fricciones con humanos, sobre todo en verano


La población de jabalíes en España se ha duplicado en menos de un lustro: si en 2021 eran alrededor de 1,2 millones, en 2025 rondan los 2,5 millones, según cálculos de la Dirección General de Tráfico (DGT) y la Asociación Española de la Carretera (AEC). Si hace medio siglo ocupaban zonas de montaña y grandes bosques, ahora se mueven por todo el territorio. “Han recolonizado todos los ambientes, ya hay problemas con jabalíes desde playas hasta la alta montaña”, explica Christian Gortázar, investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), para quien la presencia de estos mamíferos puede calificarse de plaga. Eso hace que los encuentros con ellos no sean tan extraordinarios, sea en un paseo por el campo, en la carretera o si el propio animal ha entrado en una propiedad. ¿Qué hay que hacer si se cruza con un jabalí?
Hay una serie ‘noes’ prácticos que son básicos: no ofrecerles comida, no acercarse para hacerles una foto —ni para verlos, ni mucho menos tocarlos—, no violentarlos, no acorralarlos. Y no agacharse. “Salí a correr un día por la mañana temprano por una zona de urbanización y vi a un jabalí hurgando en el suelo; por grabarle un vídeo, me acerqué, el jabalí me miraba y me mantenía a la distancia”, recuerda Gregorio Mentaberre, veterinario y profesor de la Universidad de Lleida. “En un momento dado, para hacer un plano, me agaché”. Y concluye: “En el momento en que me hice pequeñito, vino a embestirme; es importante que nos vean grandes”. Gortázar añade otro ‘no’: en el caso de dar con una hembra con jabatos, “no situarse nunca entre ella y sus crías”.
A pesar de estas advertencias, la mayoría de los encuentros con un jabalí acaban con la huida del animal, sobre todo en el medio natural. Así lo aseguran Gortázar, Mentaberre y Javier Gavela, veterinario municipal del Ayuntamiento de Las Rozas, que trabaja controlando la presencia de estos animales en este municipio madrileño.
Para él, los tres problemas principales con los jabalíes son la salud pública —son transmisores de tuberculosis—, la seguridad vial —el 42% de los siniestros con implicación de animales son con esta especie— y la seguridad personal. “Ahora mismo se comparten espacios naturales con estos animales, si una persona va caminando por un espacio natural municipal puede toparse con uno”, argumenta Gavela. “Si hay un perro de por medio, algunos atacan al jabalí, y si este tiene crías, se va a defender y puede llegar a atacar al perro y a la persona”.
Existe una serie de signos que evidencian si van a atacar. “Erizan el pelo del dorso y hacen un ruido de cascar nueces con los dientes”, describe Gavela. En una situación así, sugiere, hay que alejarse. “Son animales que tienen una mordida potente y que topan”. En el caso de los machos, tienen unos colmillos conocidos como navajas. Mentaberre los describe como “un cuchillo afilado con un mango de 50, 60 y hasta 80 kilos”. Al embestir, estos dientes pueden desgarrar las piernas, llegando a cortar un vaso importante que cause una hemorragia.
En espacios urbanos y cerrados, la precaución debe ser todavía más extrema. “Debemos llamar a las autoridades competentes”, advierte el veterinario. Dentro de un jardín o una propiedad, estos mamíferos pueden ponerse muy nerviosos, lo que hace más difícil lidiar con ellos. Lo más importante: “No intentar hacerlo por tus medios, es arriesgado; para eso están la Policía y la Guardia Civil, acostumbrados a manejar la situación en lugares donde hay jabalíes”, señala Gavela. La gestión varía según comunidad y municipio, pero en líneas generales lo que se prioriza es expulsar al animal, conduciéndolo al medio natural o el uso de rifles anestésicos para capturarlo y, posteriormente, sacrificarlo.
En caso de ser un cazador, tampoco se puede matar al animal, ni siquiera dentro de su propia casa. Las licencias de caza establecen zonas de seguridad de entre 250 a 500 metros en espacios donde haya población. Mentaberre agrega, entre risas: “Hombre, salvo que sea una cuestión de vida o muerte... Pero teniendo la posibilidad, sencillamente, mantener la calma y avisar a las autoridades”.

El jabalí está catalogado como una especie cinegética, por lo que su existencia en el territorio español está regulada por una normativa específica. Esto quiere decir que —al igual que el rebeco o el ciervo, entre otros— pueden ser abatidos con armas de fuego, pero en determinados espacios y épocas del año según la región. Sin embargo, la regulación exige una autorización correspondiente para hacerlo, tanto a individuos como a organismos.
En el contexto de sobrepoblación actual, hay comunidades o municipios concretos que permiten la caza fuera de los meses tradicionalmente habilitados, que suelen abarcar todo el otoño e invierno. “Las autoridades pueden autorizar su caza o captura fuera de los periodos si esto está debidamente justificado”, explica Gavela. La justificación debe estar amparada en riesgos sanitarios o de seguridad. “En Las Rozas sacamos una autorización de captura en vigor durante todo el año”, explica. “Reportamos una memoria de actuación y al año siguiente —previa solicitud— nos la vuelven a dar: no se puede actuar cazando especies silvestres sin autorización de la autoridad competente”.
Este es también el caso de Barcelona, donde el Servicio de Ecopatología de Fauna Silvestre (SEFaS) ha recogido en un estudio que el número de incidencias con jabalíes en zonas urbanas y periurbanas se concentra en los meses de verano, incluida la siniestralidad vial. “En nuestro clima mediterráneo aprenden que en la ciudad encuentran ‘comida’ —basura, pienso de gatos, etcétera— con menos esfuerzo, cuando en el campo el suelo está seco y más duro para hozar en busca de lo que serían alimentos más naturales”, cuenta Mentaberre, que ha trabajado de asesor con el SEFaS durante siete años en el control de esta especie en los espacios urbanos de la ciudad de Barcelona.
Allí, ni siquiera las fuerzas de seguridad tienen permitido actuar con armas de fuego. “Nosotros empezamos a trabajar con Barcelona por un incidente que ocurrió entre dos Mossos de Escuadra, en que uno, intentando abatir a un jabalí dentro de la ciudad, acabó hiriendo al compañero”, explica Mentaberre.
Jabalíes en la carretera
El riesgo de encontrarse con un jabalí va más allá del ataque: en 2024, causaron casi la mitad de los 36.087 siniestros con animales en carreteras españolas, según la DGT. Por ello, desde el 1 de julio se ha incorporado la señal P24A de “Paso de animales en libertad”, con el ícono de un jabalí. “Han querido incidir en el caso de los jabalíes por su proporción, sobre todo en carreteras secundarias”, señala Alberto Martínez, de la Confederación Nacional de Autoescuelas, y añade que este verano aún no se verá en muchos tramos.
La señal exige mayor precaución. “Si aparece un animal, lo primero es no cerrar los ojos, no asustarnos”, dice Martínez. Al tratarse de animales salvajes, “hacer un aviso acústico o utilizando las luces puede ser contraproducente”.
Si hay tiempo de reacción, se debe frenar en línea recta sin volantazos. “Mantener el pedal de freno pisado en todo el recorrido, sin salir del carril y no asustándonos si tiembla”, aconseja. Si hay atropello, se debe aplicar la conducta PAS (Proteger, Avisar, Socorrer). “Indudablemente, si has atropellado a un jabalí, que tienen unas dimensiones y peso considerables, es posible que el vehículo quede inhabilitado”. En moto, la caída es casi segura. Aun así, Martínez insiste: frenar en línea recta.
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