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El subsuelo esconde una energía limpia y renovable que Madrid va a empezar a aprovechar

El futuro túnel de la A-5 y una estación de metro aplicarán la termoactivación para convertir el calor residual de la tierra en calefacción y agua caliente para edificios públicos

Arranque de las obras del futuro túnel de la A-5, el pasado abril.
Miguel Ángel Medina

El subsuelo esconde una energía limpia y renovable que se denomina geotermia: se mantiene siempre a la misma temperatura y almacena calor que se puede destinar a diferentes usos. Cuando los suelos están a alta temperatura —como ocurre en Islandia o Canarias— es un proceso sencillo, mientras que si están por debajo de los 25°C no se suele hacer. El Ayuntamiento de Madrid ha iniciado dos proyectos pioneros para incorporarla en el túnel de la A-5 y la estación de metro de Conde de Casal: mediante un proceso de termoactivación, las dos infraestructuras públicas convertirán el calor residual de la tierra en calefacción, aire acondicionado y agua caliente para edificios públicos.

“Ya tenemos bastante conocimiento del potencial de esta energía, que es renovable y eficiente, pero hasta ahora no se está aprovechando. Se va a hacer con estos dos proyectos y, cuando funcionen, será muy fácil demostrar que se consume menos energía y que disminuye el efecto isla de calor de la ciudad”, explica Armando Uriarte, gerente de Madrid Subterra, una asociación que aglutina a entidades públicas —Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, Universidades y más— y empresas para promover la investigación de esta energía.

Rafael Riquelme, experto en energía del Consejo General de Ingenieros Industriales (CGCOII), apunta: “Cualquier aprovechamiento de calor depende de la entalpía, la cantidad de energía que un sistema intercambia con su entorno. En Canarias están investigando porque hay zonas donde a 10 metros bajo tierra se llega a los 100 grados, y con vapor se puede lograr electricidad. Si la temperatura es más baja, la entalpía es menor, pero hay que tener en cuenta que es un calor que hasta ahora no se estaba aprovechando”.

Madrid Subterra ha organizado este viernes una jornada para contar el proyecto de la A-5 donde ha participado Ignacio González Tejada, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM): “En el túnel se van a instalar cimentaciones termoactivas, que tienen una función estructural, pero además llevarán un tubo que, mediante un fluido, capta el calor del suelo y se lleva luego a un intercambiador de calor”.

Según datos municipales, para ello se usarán dos tramos de losa doble de 250 metros a 16 metros de profundidad —donde la temperatura es constante a 18ºC— para llevar por ahí los tubos. Así, se mantiene un anillo de agua a 25°C mediante dos bombas de calor geotérmicas de 110 kilovatios (kW) cada una. Esa energía se llevará luego a la biblioteca pública Ángel González, situada en el entorno, que mediante un intercambiador y una bomba de calor podrá convertirla en calefacción, agua caliente y aire acondicionado.

Algo similar ocurrirá en la estación de Metro de Madrid de Conde de Casal, que se está remodelando para albergar también la ampliación de la línea 11. Cuando esté en marcha, en algo más de dos años, aprovechará la termoactivación de la energía geotérmica para obtener calefacción para las instalaciones.

“Algunos edificios de otros países aprovechan ya esta energía. La Terminal E del aeropuerto de Zúrich lo hizo y ahorra un 70% de calefacción y un 53% de climatización, con lo que recuperaron la inversión en ocho años”, ha comentado González Tejada. “Sin embargo, hay pocos casos que usen los túneles para termoactivación. El proyecto de Madrid va a ser la actuación más ambiciosa de Europa en este sentido”, ha añadido. En su opinión, esto “supone ahorro energético, descarbonización y mitigación del efecto isla de calor”.

La directora de Planificación e infraestructuras de Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, Lola Ortiz, ha señalado en la misma jornada que “este es el primer soterramiento urbano de grandes dimensiones con tecnología geotérmica en su estructura” y ha añadido que “se van a obtener 30 vatios por metro cuadrado en la losa, lo que va a permitir un circuito de agua atemperada a 25 grados”. La intención del Consistorio es llevar la energía a más edificios municipales más adelante.

Las entidades ecologistas se muestran favorables a estos nuevos desarrollos. “El uso de tecnologías que nos permitan aprovechar el calor que ya está en el ambiente —como el que circula bajo tierra o se pierde en infraestructuras— es una apuesta interesante para avanzar hacia ciudades más sostenibles”, señala Jeannette Bain, de Ecodes. “Esto abre la puerta a una forma más eficiente y sostenible de climatizar espacios o generar energía térmica. Es como darle una segunda vida a la energía que normalmente dejamos escapar. Apostar por este tipo de soluciones es clave si queremos ciudades más limpias y menos dependientes de los combustibles fósiles”, prosigue.

El Ministerio para la Transición Ecológica no recoge todavía la termoactivación, aunque reconocen que es una tecnología de eficiencia que se puede desarrollar en el futuro. Mientras, el Plan Integrado de Energía y Clima (PNIEC) pide facilitar “la penetración de fuentes de energía renovable y/o residual, eficiente y flexible en la climatización de edificios residenciales y en otras aplicaciones industriales de calor y frío en el mismo rango de temperaturas”, algo similar a lo que hace esta tecnología.

Otras fuentes de energía

Uriarte, de Madrid Subterra, señala que desde la entidad estudian otras fuentes de energía relacionadas con las infraestructuras subterráneas. “El metro es un gran consumidor de energía eléctrica en sus 300 kilómetros de túneles, y una buena parte se convierte en calor, sobre todo por el roce y la tracción y frenada de los trenes, pero también escaleras, ascensores, equipos de climatización, la gente…”. La empresa pública tiene un problema para evacuar ese calor incluso en invierno: una parte se transmite al terreno y otra se evacúa por las rejillas de ventilación. “Si se invirtiera en intercambiadores de calor, ese calor del suburbano se podría convertir en agua caliente o calefacción para los edificios cercanos”, dice.

Y continúa: “Otro recurso energético son las aguas de saneamiento, lo que echamos por los desagües, que acaba en las estaciones de depuración. Esa agua conserva una temperatura estable durante el año que también se puede aprovechar para generar calefacción y agua caliente, igualmente a través de un intercambiador y una bomba de calor”.

Riquelme, del CGCOII, tercia: “El aprovechamiento del calor residual se ha usado hasta ahora, sobre todo, en el sector industrial. Una empresa tiene calor excedentario y se lo vende a una industria que hay cerca, normalmente a través de tuberías. Pasa lo mismo con el excedente de frío. Por ejemplo, la planta de regasificación del Puerto de Barcelona enfría el agua del mar, y cerca hay dos plantas de ciclo combinado de gas que necesitan agua fría para refrigerarse. Como son grandes cantidades de energía, la inversión sale rentable”.

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