Dentro del matadero de los horrores de San Fernando: animales agonizantes, cabezas cortadas y ratas muertas
El Seprona de la Guardia Civil detiene a cinco personas en una operación en explotaciones ganaderas, naves industriales e instalaciones ilegales de Ávila, Toledo y Madrid que enviaban carne sin trazabilidad a restaurantes

Un camino de tierra cercano a un polígono de San Fernando de Henares —en el este de Madrid—, desemboca en lo que, de lejos, parece una bucólica casa de campo en medio de un prado. Sin embargo, ahí se oculta el matadero de los horrores, un recinto en el que se apilan más de 200 cabras y ovejas enfermas, agonizantes, algunas muertas, rodeadas de suciedad, cabezas de animales cortadas y ratas. Es uno de los recintos que inspeccionó el pasado miércoles el Seprona de la Guardia Civil, en una operación en explotaciones ganaderas, naves industriales y mataderos ilegales de Ávila, Toledo y Madrid que maltrataban a los animales, los sacrificaban sin condiciones sanitarias adecuadas y enviaban carne sin trazabilidad a restaurantes.
Los agentes han explicado este lunes en una rueda de prensa que han detenido a cinco personas e investigan a otras 12 acusadas de varios delitos contra la salud pública, maltrato animal, falsedad documental, pertenencia a grupo criminal y blanqueo de capitales. Debido al mal estado de los animales en los distintos recintos, han tenido que sacrificar a unos 350.

La denominada como Operación Pox se puso en marcha tras detectar que carne procedente de sacrificios ilegales en mataderos clandestinos se estaba distribuyendo a 10 restaurantes de comida asiática tanto en el distrito de Usera (Madrid) como en el polígono Cobo Calleja (Fuenlabrada). Esta carne se ofrecía tanto en los menús como a través de reparto a domicilio, mediante plataformas en línea. Cuatro de esos 10 establecimientos han sido clausurados por las autoridades de inspección.
Uno de los mataderos inspeccionados es el de San Fernando. Se trata de un recinto rodeado por una valla dentro del cual hay varias casitas bajas. Una de ellas, con el tejado derrumbado, sirve como corral. Cuando entraron los agentes, dentro había dos cabras agonizantes, con evidentes signos de dolor, tiradas en el suelo, que se apoyaban la una en la otra. Otra tenía un tumor enorme en la barriga. También había ocho cabras muertas, pudriéndose.
Al lado, hay varios chamizos de chapa —que producen un calor insoportable en verano— llenos de suciedad, con los techos cubiertos de telas de araña. En uno de ellos, se ve un soplete enganchado a dos bombonas de butano, sin seguridad, donde se queman las pieles de los animales muertos. Hay un fuerte olor a muerte. Más allá, jaulas muy pequeñas que se utilizan para transportar a los animales vivos, sin condiciones para ello. En la puerta se ven dos ratas muertas junto a un charco de un líquido negruzco.
Otro chamizo, con el techo medio derrumbado, servía como matadero. Entrar produce escalofríos: una plataforma de madera sucísima era el lugar escogido para las muertes; al lado, cuchillos apilados con sangre reseca y, en el suelo, cabezas de cabras cortadas se pudren en el suelo. El olor es nauseabundo. Aquí mataban a los animales, los colgaban en pinchos, los despellejaban y los enviaban directamente tanto a restaurantes como a particulares.

El mal estado de los animales y las pésimas condiciones en las que se sacrificaban ha sorprendido a los investigadores: no suele ser habitual encontrar recintos así en España. Por, eso se acusará a los investigados tanto de maltrato animal como de delito contra la salud pública.
Así lo ha explicado este lunes José Carlos Martínez, comandante de la Unidad Central Operativa del Seprona: “Siempre asombra ver este tipo de lugares clandestinos que mantienen a los animales en muy malas condiciones… Había animales en condiciones de casi mortandad, viviendo al lado de animales muertos apilados. Los que estaban vivos tenían erupciones en el cuerpo, que podrían corresponderse con síntomas como la viruela ovina o caprina, y síntomas de desnutrición".
Además, los mataderos legales están obligados a mantener la trazabilidad de cada animal, que se conoce a través del crotal, una placa de plástico que se suele colocar en la oreja y se usa para identificarlos y controlarlos. En este caso, la mayoría no contaban con uno de ellos.
Martínez ha apuntado que “se ha tenido conocimiento de la red gracias a la colaboración entre el Seprona y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación”, dado que “a raíz del riesgo de viruela caprina se detectó que continuaban apareciendo nuevos focos, y el principal motivo eran los movimientos clandestinos que movían ganado de unas instalaciones a otras”.
El otro matadero inspeccionado estaba en Navahermosa (Toledo). Los animales procedían tanto de explotaciones legales como ilegales, pero al pasar por estas instalaciones se perdía la trazabilidad. También ha habido colaboración con Europol para comprobar los antecedentes de personas extranjeras investigadas.
Según fuentes de la investigación, el principal investigado gestiona una explotación ganadera clandestina en la provincia de Toledo, sin registro oficial, desde donde facilita el transporte ilegal de ganado ovino y caprino. Junto con otro implicado, traslada animales desde explotaciones legales e ilegales hasta varias instalaciones, utilizando documentación falsificada para simular traslados legales.

Parte del ganado se enviaba directamente a un matadero en la provincia de Ávila. El resto se trasladaba al recinto de San Fernando de Henares, que funciona como el principal matadero clandestino de la organización. En este lugar se sacrificaba animales sin autorización, en condiciones higiénico-sanitarias deficientes y sin cumplir la normativa sobre bienestar animal.
Venta directa a particulares
Además de su distribución a restaurantes, varios de los investigados recogían carne de los mataderos clandestinos para venderla directamente a particulares, sin ningún tipo de trazabilidad ni control sanitario. También se ha detectado el uso de documentación falsificada, prácticas de evasión fiscal y blanqueo de capitales mediante pagos en efectivo y facturación irregular.

La organización cuenta con una estructura jerárquica definida, con miembros encargados del transporte, sacrificio y distribución de la carne en canales no autorizados. Esta operación representa un golpe importante contra el tráfico ilegal de productos cárnicos y refuerza los controles sanitarios y la seguridad alimentaria. Las diligencias están bajo secreto de sumario.
Todos los animales del recinto de San Fernando y del otro matadero ilegal se requisaron. La intención de los investigadores era enviar a santuarios de animales a aquellos que se encontraran en buenas condiciones, pero finalmente ha habido que sacrificar a 350 de ellos, ya que se encontraban en muy mal estado.
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