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Jeff Bezos lanza por primera vez una misión a Marte y se adelanta a Elon Musk, su rival en la carrera espacial

El cohete New Glenn de Blue Origin envía con éxito hacia el planeta rojo dos sondas de la NASA y demuestra su capacidad para hacer la competencia a SpaceX con una lanzadera espacial reutilizable

Francisco Doménech

Dos sondas robóticas gemelas de la misión ESCAPADE de la NASA han despegado finalmente este jueves a bordo de un cohete New Glenn de Blue Origin, la compañía espacial de Jeff Bezos, desde la base de Cabo Cañaveral (Florida) a las 15.55 hora local —21.55, hora peninsular española—, después de dos cancelaciones en los últimos días. Y 33 minutos después, cumpliendo con precisión los planes previstos, ambas sondas quedaron desplegadas en el espacio y girando alrededor de la Tierra, listas para iniciar su viaje a Marte.

Al tercer intento, el New Glenn NG-2 despegó y cumplió un hito que ningún cohete de Elon Musk ha logrado hasta ahora: poner en marcha una misión a Marte. Primero, el pasado domingo, el lanzamiento se abortó debido a las condiciones de alta nubosidad en la costa de Florida; y este miércoles fue la meteorología en el espacio —debido a una intensa tormenta solar, que puso en guardia a todas las agencias internacionales y provocó que las auroras boreales llegasen a verse incluso en España— la que obligó a aplazar de nuevo el despegue. Estos últimos días de espera y aplazamientos son habituales en este tipo de misiones espaciales como esta, que en realidad acumula más de un año de retraso y ha obligado a la NASA a buscar un camino nada habitual para llegar a Marte.

La misión NG-2 es el segundo vuelo espacial del New Glenn, el colosal cohete de 98 metros de altura con el que Blue Origin pretende competir con SpaceX y sus lanzaderas Falcon 9 y Starship. Durante su primer vuelo de prueba, completado con éxito el pasado 16 de enero, demostró su capacidad de colocar su cápsula superior en órbita alrededor de la Tierra. Es un paso imprescindible para poder desplegar satélites —algo que los Falcon 9 de SpaceX hacen ahora varias veces cada semana— y también para colocar en órbita sondas espaciales que desde ahí se autopropulsan hacia otros mundos del sistema solar. Cada vez más, las agencias espaciales como la NASA y la ESA recurren a esos mismos cohetes de Musk para lanzar esas misiones robóticas, no tripuladas.

Con el éxito de la NG-2, la empresa espacial de Jeff Bezos ha demostrado que tiene la capacidad técnica para poder entrar a competir con la de Elon Musk y repartirse con él el pastel de los lanzamientos espaciales comerciales. Hasta ahora, Blue Origin solo se había dedicado al turismo espacial, con los vuelos suborbitales de su pequeño cohete New Shepard, que simplemente suben al espacio durante unos segundos a los pasajeros que, como el español Jesús Calleja, ocupan una de las costosísimas plazas y luego reciben un pin de astronauta que en realidad no tiene validez.

Para Blue Origin, con la misión de este jueves comienza a escribirse el primer capítulo de su historia de exploración espacial. Los vuelos suborbitales para famosos y para multimillonarios —como el propio Bezos— han sido solo el prólogo. Por delante, tiene un largo camino para poder ponerse a la altura de SpaceX, que año tras año bate los récords históricos de número de lanzamientos y de toneladas de carga subidas a la órbita terrestre. Pero este jueves Blue Origin ha demostrado que también puede recuperar el gran propulsor de su supercohete, algo imprescindible para reutilizarlos como hace SpaceX.

Transcurridos 9 minutos y 20 segundos después del despegue, y tras una reentrada controlada en la atmósfera terrestre, el propulsor principal del New Glenn logró posarse suavemente en una plataforma —llamada Jacklyn, como la madre de Bezos— que estaba ubicada en el océano Atlántico, frente a las costas de Florida y relativamente cerca de la base de lanzamiento. Es la primera vez que Blue Origin logra este hito de recuperar el propulsor —en el vuelo de prueba NG-1 Blue Origin lo perdió—, algo que SpaceX sí que consigue en cada lanzamiento de un cohete Falcon 9 y también en alguno de los 11 vuelos de prueba realizados por el megacohete Starship.

Después de dos años y medio de ensayos, esa gigantesca lanzadera espacial de Musk, la más grande y potente de la historia —supera los 120 metros de altura—, todavía no ha conseguido llegar a alcanzar la órbita terrestre. En cambio, sí lo logró este jueves —de nuevo, como en su vuelo inaugural— la etapa superior del New Glenn, que tres minutos después del despegue se separó del propulsor principal y siguió ascendiendo hasta una altura orbital. Allí, al filo de las 22:30 —hora peninsular española—, la nave desplegó las dos sondas gemelas: primero la ESCAPADE Blue y, 30 segundos después, la ESCAPADE Gold. El tercer objetivo de la misión se cumplió 5 minutos más tarde, cuando la nave liberó un dispositivo de la empresa Viasat para realizar una demostración de una nueva tecnología de comunicaciones que la NASA planea usar en sus futuros lanzamientos espaciales.

La agencia espacial estadounidense ha confirmado que las dos sondas destinadas a estudiar la historia del clima marciano quedaron correctamente desplegadas y ha recordado que no iniciarán inmediatamente su viaje a Marte. Las ventanas de lanzamiento desde la Tierra al planeta rojo se abren cada aproximadamente 26 meses y la última se cerró en noviembre de 2024, antes de que Blue Origin tuviera finalmente listo su cohete New Glenn. Ante ese retraso de la empresa de Jeff Bezos, que no había logrado realizar entonces ningún ensayo previo de su nuevo cohete, la NASA decidió no arriesgarse a perder sus dos sondas, que deberían haberse lanzado en octubre de 2024. Transcurridos más de 13 meses, Marte está cada vez más lejos de la Tierra y casi al otro lado del Sol: no tiene sentido intentar llegar ahora allí, así que las sondas ESCAPADE permanecerán durante un año realizando una trayectoria de riñón alrededor de la Tierra hasta noviembre de 2027, cuando ambos planetas estén de nuevo mucho más cerca —a un par de meses de volver a alinearse al mismo lado del Sol—. Solo entonces encenderán sus motores para tomar un fuerte impulso hacia el planeta rojo, adonde está previsto que lleguen en septiembre de 2027, casi dos años después de su lanzamiento. Normalmente, las naves que hasta ahora han llegado a Marte tardan unos 9 meses de media en completar su viaje.

Pese a este inusual y largo camino hacia Marte, provocado por los retrasos del New Glenn, en la sede de Blue Origin cerca de Seattle (EE UU) todo eran explosiones de júbilo en la tarde de este jueves, tras el éxito completo de la misión NG-2 de su nave insignia. “Próxima parada, la Luna”, coreaban y repetían los empleados de la compañía espacial de Jeff Bezos. Y es que el tercer vuelo de un cohete New Glenn, previsto como muy pronto para enero de 2026, intentará superarse con un reto que tampoco ha logrado aún Elon Musk con las naves de SpaceX: llevar su propia cápsula espacial a la Luna y posarla sobre su superficie. El aterrizador lunar Blue Moon, versión 1, solo tiene capacidad para llevar pequeños robots; pero Blue Origin ya trabaja junto con la NASA en una segunda versión para llevar astronautas a la Luna a partir de 2030.

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Sobre la firma

Francisco Doménech
Redactor y cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Antes trabajó como periodista en 'La Voz de Galicia' y escribió temas de ciencia y tecnología para 'Heraldo de Aragón' y BBVA OpenMind. Es licenciado en Química, máster en Periodismo y técnico en Divulgación en museos de ciencia.
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