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CEREZAS
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cerezas para el Año del Caballo

A comienzos de noviembre despegó a China el primer envío de la temporada. Fueron cien toneladas rumbo al Aeropuerto Internacional Huahu, en la provincia de Hubei

Son hermosas, cautivantes a la vista, al olfato y, por cierto, al paladar.

Su color rojo se considera signo de vitalidad y amor, y su forma redonda simboliza armonía y perfección. En todo el mundo el sabor dulce y jugoso de las cerezas evoca la felicidad, el placer y la satisfacción. Se las conoce de tiempos antiguos en vastos territorios de Europa y Asia. En ninguna parte, sin embargo, son tan apreciadas como en China. La fecha clave es el 17 de febrero de 2026. Será el Año Nuevo lunar, oportunidad en que conforme el calendario chino la Serpiente de Madera dará paso al tiempo del Caballo. Al margen de la mitología, lo importante son precisamente las cerezas, un significativo regalo para la ocasión.

A los chilenos no nos dice mucho, pero es un día de celebración para productores y exportadores de cerezas.

A comienzos de noviembre despegó a China el primer envío de la temporada. Fueron cien toneladas rumbo al Aeropuerto Internacional Huahu, en la provincia de Hubei. Por su tamaño y calidad, el precio partió a su llegada al equivalente entre 20.000 y 30.000 pesos chilenos por kilo (a mediados de noviembre, en la feria libre de mi barrio en San Miguel, las compré a 2.500 pesos el kilo).

El puente aéreo está recién comenzando. Por ahora, la mayor parte de las cerezas va a China por mar. La urgencia es porque se trata de sacar provecho de la gran ventaja de nuestro país: las cerezas son frutas de verano, justo cuando en el hemisferio norte es invierno. Es una situación que nadie podía imaginar en Chile a mediados del siglo pasado.

Personalmente en esos años no era capaz de distinguir la diferencia entre una guinda y una cereza. Hasta hoy me cuesta un poco, pero es evidente que en China se aprecia como corresponde a las cerezas de buen tamaño, color rojo brillante y piel perfecta. Y no las confunden con las guindas.

Cerezas y guindas proceden de la familia de las rosáceas. La cereza es el fruto del Prunus Avium; la guinda del Prunus Cerasus, un árbol más antiguo.

Cerca de Til-Til había entonces un fascinante bosque de guindos, conocido obviamente como “El Guindal”. Lo visitábamos en plan de pic-nic en los primeros días de diciembre. El cumpleaños de mi madre se festejaba allí con un gran encuentro familiar coronado, no con una torta tradicional, sino con homéricas porciones de guindas (que, a lo mejor, vaya uno a saber, eran cerezas).

Derivados a la baja

Nuestra mirada sobre las guindas ha cambiado mucho desde entonces, la excepción podría ser Romeral, cerca de Curicó. Es una zona de producción temprana y de calidad y lo celebran como corresponde incluyendo en Festival de la Guinda. El año pasado, los participantes compitieron por la Guinda de Oro, una obra de arte en vidrio borosilicato soplado con incrustaciones de metales preciosos. Es obra de una artesana local, Francisca Curiñir.

En casi 60 años de historia, este festival ha tenido algunas interrupciones, aunque siempre ha vuelto a celebrarse. Una explicación posible es que en nuestra cultura el paso de la guinda a la cereza no ha sido fácil. Del mismo modo parecen estar en riesgo los muchos productos caseros relacionados con las guindas, empezando por el “guindado”.

El Diccionario de la Lengua Española (DLE, antes de la RAE) lo define con dramática sencillez: “Licor hecho a base de guindas”.

El licor de guindas, informan los estudiosos, tiene sus raíces en la tradición licorera europea, especialmente en países como España, Italia y Francia. Históricamente, se elaboraba como una forma de conservar las frutas y aprovechar sus propiedades medicinales. Con el tiempo, se convirtió en una bebida apetecida por su sabor y versatilidad.

La receta clásica no es apta para diabéticos ni personas débiles del hígado: a un cuarto de kilo de guindas deshidratadas, hay que agregarle un litro de aguardiente, una taza de azúcar y ocho cucharadas de agua. Una ramita de canela corona todo esto. Luego vienen semanas de espera, mientras se “macera” la mezcla. Quienes entregan la receta -hay bastantes en Internet- insisten en que puede ser un muy buen regalo para “amigos y familiares”. Pero es evidente que el tiempo requerido, que no abunda en esta época en que todos vivimos acelerados, limita la dedicación, como ocurre con muchas otras delicias caseras. Una lástima porque, además, el guindado es rico en vitaminas: K, E, A y D.

Pero, por ahora, es más bien un recuerdo del pasado.

El aguardiente se consolidó en Chile a fines del siglo XVI. La introducción de la vid permitió obtener mosto y orujos para destilar y la tecnología del alambique, fabricados con cobre labrado en Coquimbo, contribuyeron al surgimiento de una cultura “aguardientera”. Junto a otras variedades frutales, los guindos aparecen en nuestro país a comienzos del siglo XVII. En 1605, según Claudio Gay, y en 1613 conforme Alonso de Ovalle. Un siglo después, el guindo era el séptimo frutal más cultivado. El resultado, concluyen los historiadores fue que se hizo común encontrar en los hogares chilenos frascos y botellas de guindado.

Buenas perspectivas

El crecimiento de las exportaciones hace justicia al visionario enfoque de Chile en la ampliación en el mercado mundial de cerezas. El Maule y O’Higgins, en la zona central, son las principales zonas productoras. Estas regiones ofrecen condiciones ideales para el cultivo: suficientes horas de frío, agua adecuada para el riego y un riesgo mínimo de heladas durante la primavera.

El Comité de Cerezas prevé 655.000 toneladas (131 millones de cajas) para el período 2025/26, con más del 90% destinado a China. Se destaca que la industria viene de un ciclo de fuerte expansión y que ha ajustado sus operaciones para satisfacer tempranamente y con calidad homogénea a la demanda.

En una entrevista, la directora ejecutiva del Comité, Claudia Soler, destacó que la proyección “es una fotografía temprana del proceso”. “El foco está en hacer bien las cosas, con énfasis en la calidad, el cumplimiento y la comercialización”.

La gran fiesta

Nada de esto, aquí en casa, afecta el entusiasmo de los chinos por celebrar su año nuevo. Y lo hacen con milenario entusiasmo.

Según la CNN, cada uno de los 15 días de la celebración del Año Nuevo tiene sus propias tradiciones. En la víspera del Año Nuevo, por ejemplo, las familias se reúnen para cenar juntas. También es costumbre quedarse en casa para recibir la buena fortuna o visitar a los suegros. Además, se entrega dinero en un sobre de color rojo, llamado “hongbao” a niños y adultos sin pareja. En los últimos años, el regalo ha evolucionado hacia productos digitales.

La tradición de lanzar fuegos artificiales se originó en la costumbre de encender tallos de bambú para alejar a los malos espíritus, como el monstruo, mitad dragón, mitad león “Nian”, que según la leyenda sale de su escondite en el Año Nuevo para atacar personas. Como sus oídos son su debilidad, en tiempo antiguos se prendía fuego a tallos de bambú para asustarlo. Con los años la tradición derivó a los fuegos artificiales.

Y el Año Nuevo Lunar termina con el Festival de las Linternas, celebrado con desfiles y exhibiciones de lámparas bellamente decoradas. El centro de la jornada es la Danza del Dragón: atractivos dragones hechos de papel, seda y bambú, sostenidos sobre las cabezas y que parecen bailar durante el desfile.

Y, en este tiempo de jolgorio, las cerezas chilenas se habrán agotado una vez más.

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