Los 10 lugares favoritos de... Rafael Gumucio: “De mi abuela aprendí la escritura y a descifrar los laberintos de clases de la sociedad chilena”
El escritor, autor de ‘El vértigo de Eros’, recuerda cómo conoció al poeta Nicanor Parra y también habla de su afición por el centro de Santiago: “Siempre es como un lugar demencial”


Torres de Tajamar. Casi nací, o más bien me esperaron, en las Torres de Tajamar. Entonces, mi abuela tenía un departamento allí y de alguna forma esto pudo haberme marcado. Las torres son un intento de modernismo chileno que no cuajó nunca. Y aún voy a cortarme el pelo ahí, así que aún tiene alguna importancia en mi vida. (Avenida Providencia, en el tramo comprendido entre los números 1072 y 1100).
Casa del embajador de Francia en Chile. Mi familia y yo fuimos refugiados políticos después del golpe de Estado (1973). Éramos como 100 chilenos refugiados en la casa del embajador de Francia. Yo fui muy ruidoso, hacía discursos, fui como un niño muy molesto. Estuvimos unos dos o tres meses allí, pero significativo. En ese momento tenía unos dos o tres años, pero he recogido testimonios de que mi hermano y yo, que usábamos cascos en esa época, éramos un tormento. (Condell 65, Providencia).
El departamento de la abuela paterna. Mi abuela, Marta Rivas, vivía en un edificio que no tiene ninguna gracia, pero que por alguna razón escogieron para vivir muchos de mis familiares. Me la pasaba todos los sábados en el departamento de mi abuela, a quien luego le escribí un libro. Yo aprendí de ella la escritura y a entender, descifrar, los laberintos de clases de la sociedad chilena, y mucho de lo que sé sobre las mujeres. (Napoleón 2059, Las Condes).

Calle Matías Cousiño. Pasé mucho tiempo de mi juventud yendo a los cines del centro de Santiago, de cuya fuerza y energía siempre me sentí inspirado. En mi segundo libro, Memorias prematuras, hay mucho de esa huella, de una persona solitaria que está en el centro y pasa la tarde viendo una película. En particular, recuerdo que en la calle Matías Cousiño había un mar de motos, no sé quién las tenía, tal vez alguien con una concesionaria. Una vez fui a ver Los Intocables, de Brian de Palma, que transcurría en Chicago, y al salir del cine seguí pensando que la película continuaba porque [el centro] tenía algo de la arquitectura de Chicago. Y sé que ha cambiado, pero el centro de Santiago siempre es como un lugar demencial. (Calle Matías Cousiño, Santiago).
Chucre Manzur. Es una calle chiquita en Bellavista, que sube hacia donde están los estudios de televisión, y con el grupo de amigos trabajábamos en el dos (se refiere al canal Rock&Pop), que era una casita chiquitita que estaba al comienzo de este pasaje. Fue ahí donde hicimos Placeta, Gato con liebre. Era una casita sin ninguna gracia, pero detrás de la casa de Pablo Neruda, La Chascona, en Bellavista. Eso fue desde 1995 hasta 1998. (Calle Chucre Manzur, Providencia).
Calle Merced, entre José Miguel de la Barra y Lastarria. Yo tenía unos 25 años cuando mis padres se fueron a Europa y nos dejaron un departamento de unos 150 metros cuadrados, era un lujo. Todas las fiestas trascurrían ahí, mi hermano y yo éramos chicos solteros, jóvenes, y ahí pasaron muchas cosas. Cuando mis padres volvieron a Chile nos mudamos a un departamento de 30 metros cuadrados, en la calle Merced, encima del Teatro de la Comedia, y luego nos vamos a otro, que estaba frente a este penúltimo. Nos cambiamos de departamento varias veces en la misma cuadra.

La primera casa propia. Viví en España, donde conocí a la que fue mi esposa, una neoyorquina, que se vino conmigo a Chile. Cuando llegamos al país compramos un departamento, en Fuenzalida con Providencia. Fue un lugar con muchas vivencias importantes para mí. (Calle Andrés de Fuenzalida, entre Providencia con Costanera).
Cafetería Tavelli. Fui por primera vez en 1998 y luego viví cerca de esta cafetería, tanto que me quedaba a unos 50 metros de distancia. Pasaba mucho tiempo ahí, aún voy. Fue un sitio de encuentros muy importantes. (Andrés de Fuenzalida 36, Providencia).
El departamento de sus hijas. Compré este departamento con mi exesposa hace unos 15 años. Ahora, solo viven ella y mis hijas, pero las visito constantemente. Hago mis talleres acá, y eso gracias al infinito arte de la diplomacia y buena voluntad. (Avenida Hernando de Aguirre, Providencia).
Las Cruces. Cuando tenía 32 años, por ahí en 2002, conocí a Nicanor Parra en Las Cruces. Él había leído unos artículos que escribí en The Clinic, le gustaba mucho The Clinic, y mandó a decirme que quería conocerme. Yo pensé que no tenía algo mejor que hacer que hablar conmigo. Él fue una influencia para mí, traté de que admirase mis libros, pero no lo conseguí. No le interesaban las novelas, porque la novela no ve la realidad y es la poesía de los tontos. De Nicanor recuerdo su inteligencia destellante y una ansiedad gigantesca también. Siempre estaba buscando a alguien (para conversar), gente nueva. Era su forma de mantenerse despierto. Era un vampiro, y a los vampiros les gusta la sangre nueva. (Es una localidad en la comuna de El Tabo, provincia de San Antonio, región de Valparaíso).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
