El progresismo en un momento decisivo
Carolina Tohá representa una izquierda moderna, que no rehúye los desafíos de este tiempo, que entiende la necesidad de priorizar la agenda de seguridad, de combinar crecimiento con bienestar compartido, y busca unir en vez de dividir
El progresismo está ante un momento decisivo. En Chile, como en el mundo, enfrenta una realidad en la que las ideas de la derecha han ganado terreno en sectores donde antes las ideas de justicia, los movimientos sociales y la organización colectiva garantizaban apoyos hacia la izquierda. No se trata solo de una derrota electoral o de popularidad: lo que está en juego es la capacidad de ofrecer respuestas reales en un tiempo marcado por la incertidumbre, la ansiedad y la transformación constante.
Vivimos un nuevo ciclo histórico. Las promesas del crecimiento ilimitado, la estabilidad asegurada y los pactos sociales de otro siglo ya no son suficientes para dar respuesta a las demandas y ansiedades ciudadanas. La tecnología, el cambio climático, las migraciones, la desigualdad, la inseguridad y la corrupción han reconfigurado las prioridades y el ánimo de nuestras sociedades. Simultáneamente, han mellado la valoración de nuestras democracias liberales como el sistema sobre el cual buscar las respuestas a nuestros desafíos. En ese contexto, no sorprende que muchos ciudadanos busquen certezas en discursos conservadores o autoritarios. Quieren sentirse vistos, protegidos, escuchados.
Por eso, hoy no basta con repetir las viejas fórmulas del progresismo. Necesitamos construir uno nuevo: con raíces firmes en nuestra historia de luchas por la igualdad, la justicia social y la democracia, pero con la mirada puesta en los dilemas del presente. Un progresismo que no le hable solo a los convencidos, sino también a quienes se sienten fuera del mapa de la izquierda, a quienes miran hacia los populismos porque sienten que allí - al menos- alguien se preocupa de sus miedos y sus experiencias concretas.
Ese progresismo debe hacerse cargo, también, de un riesgo que crece por dentro: el de quienes, desde la izquierda, ofrecen promesas con aroma a nostalgia y/o sin un plan serio detrás. Eso solo profundiza la frustración y el desencanto. La ciudadanía necesita cambios, sí, pero también certezas. Necesita saber que hay una hoja de ruta para mejorar sus vidas sin poner en riesgo la convivencia, la estabilidad o la democracia.
En Chile, este domingo tenemos una oportunidad concreta de avanzar en esa dirección. Carolina Tohá representa precisamente esa visión: una izquierda moderna, que no rehúye los desafíos de este tiempo, que entiende la necesidad de priorizar la agenda de seguridad, de combinar crecimiento con bienestar compartido, y que busca unir en vez de dividir. Tohá no ofrece frases vacías ni recetas mágicas. Ofrece experiencia, seriedad y una vocación profunda por el diálogo, la convivencia y el progreso con sentido común.
Votar por Carolina este domingo es apostar por un progresismo que sabe que no se puede gobernar sin mayorías, que no se puede transformar sin responsabilidad, y que no se puede escuchar solo a quienes piensan igual. Es apostar por una política que abrace la diversidad del Chile actual y que construya futuro desde esa complejidad, no contra ella. Nuestro país tiene los recursos, las capacidades y la institucionalidad para poder dar un paso decisivo al desarrollo. Lograrlo depende fundamentalmente de la calidad de la política; de a quien pongamos a la cabeza del país en los próximos años. Depende de un liderazgo que movilice las capacidades de Chile tras un norte que todos sintamos como propio.
Queremos para Chile un proyecto progresista moderno, con los pies en la tierra y la mirada bien alta que convoque a una mayoría. Para eso es la primaria de hoy domingo 29 de junio: para construir una fuerza amplia, para hacer unidad en la diversidad. Con todo, Carolina nos propone algo mayor: que a partir de mañana nos embarquemos en la operación de unidad más grande que hayamos conocido en mucho tiempo. De unidad con los que compitieron en esta primaria; de unidad con los que no entraron en la primaria; de unidad con los escépticos; de unidad con los indiferentes; de unidad con aquellos demócratas que se han alejado y tomado otros caminos.
Este es un tiempo difícil, pero también es un tiempo fértil. En medio de la desafección, aún hay una búsqueda: la de una política que combine esperanza con responsabilidad, y convicción con capacidad. Carolina Tohá encarna esa posibilidad. Y Chile puede volver a ser, una vez más, el lugar donde el progresismo se reinventa.
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