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Bienal Venecia
Tribuna
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¿Quién está sentado en la mesa de la IA? Arquitectura, política y justicia territorial

Chile se presenta en la Bienal de Arquitectura de Venecia con una propuesta que no solo invita a la reflexión sobre la arquitectura que sustenta nuestras vidas digitales

Bienal de Venecia

Hace no tanto tiempo, la sociedad chilena proyectaba el futuro en base a algoritmos y ciudades inteligentes. Una representación que imaginaba la cotidianidad de manera más eficiente, interconectada y adaptada a las nuevas dinámicas digitales, que con su lógica y visión definieron una suerte de cuadro ideal de la modernidad y del mañana tecnológico. Sin embargo, hoy el escenario se ha ido desdibujando: el arribo de la inteligencia artificial (IA) ha complejizado la conversación, revelando impactos profundos a nivel territorial, físico y político.

La IA es más que una simple herramienta que facilita y automatiza procesos. Es, sobre todo, una infraestructura material compleja, que se despliega en el territorio con carácter, pero al mismo tiempo hermética, transformando y reconfigurando espacialidades, demandando recursos, definiendo nuevas dialécticas urbanas e impactando directamente a los ecosistemas que la rodean. En este contexto, Chile se presenta en la XIX Bienal de Arquitectura de Venecia con una propuesta que no solo invita a la reflexión sobre la arquitectura que sustenta nuestras vidas digitales, sino que también confronta de manera directa el modelo de desarrollo que estamos construyendo.

Inteligencias Reflexivas, el pabellón nacional, busca iluminar los procesos de toma de decisiones en torno a la IA en Chile, con foco especialmente en las prácticas de negociación que acompañan el surgimiento de centros de datos en el país. Se trata de una investigación que analiza 25 proyectos revisados por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEIA) y otros 28 en camino, dentro de los cuales se repite una constante: las comunidades locales, los ecosistemas y los recursos naturales no han sido considerados como actores en la planificación de estas infraestructuras. La IA, al igual que otras infraestructuras, no existe solamente en el aire; requiere de importantes cantidades de energía, minerales, agua y espacio físico. Pero, ¿quién decide dónde y cómo se instalan estas estructuras?

El pabellón de Chile en la Bienal de Arquitectura de Venecia toma el fenómeno chileno de La Mesa de Trabajo y lo transforma en un dispositivo curatorial crítico. Una mesa real y a gran escala que reúne en su performance las voces de comunidades, investigadores y activistas y diversos actores sociales, entre otros, con el objeto de que exista una participación simbólica en las discusiones que tradicionalmente se resolvían sin su presencia. La premisa de este proyecto es clara y contundente: si se pretende construir un futuro tecnológico justo, equitativo y sostenible, lo primero que tenemos que hacer es rediseñar las estructuras y procesos de toma de decisiones que lo hacen posible.

La arquitectura, como disciplina, ha sido históricamente una mediadora entre las necesidades humanas y el entorno construido, funcionando como una suerte de barómetro del sentir de su tiempo. Hoy, en un contexto de crisis climática global y de transformaciones tecnológicas, su influencia no puede limitarse a diseñar edificios eficientes energéticamente. La arquitectura debe tener agencia activa e interrogar críticamente las infraestructuras digitales que están modelando nuestro presente. El caso que Chile presenta en Venecia, es un recordatorio de que la IA es en buena medida tecnológica, pero también muy política.

Para imaginar otro futuro, debemos entonces recuperar la mesa, no sólo como metáfora y símbolo, sino como una exigencia de deliberación, participación, responsabilidad y justicia. Donde la realidad de la inteligencia artificial, cargada de minerales, agua y energía, sea confrontada y no ocultada. Si la inteligencia artificial es el motor del futuro, entonces su despliegue debe ser forjado a través de la reflexión abierta, inclusiva y mancomunada de las complejas relaciones entre las inteligencias naturales, artificiales y comunitarias. De ahí es urgente preguntarnos: ¿quién tiene el derecho de planificarla? ¿Quién está sentado en la mesa de la IA?

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