Podio femenino
La dirección certera de Karina Canellakis llega al Auditorio Nacional, en Madrid, con un programa a caballo entre la tradición y la rareza

Llegará un día en el que el hecho de que una mujer se suba al podio de una orquesta para tomar la batuta no sea algo noticioso, pero hoy aún lo sigue siendo. Todavía falta abrir camino, pero el mundo de la música está en ello: la Orquesta Nacional de España se coloca ante la mirada penetrante y la dirección certera de la neoyorquina Karina Canellakis, alumna de postín de Simon Rattle, que llega a Madrid a ofrecer un programa a caballo entre la tradición y la rareza. Podrán verla en el Auditorio Nacional el próximo fin de semana.
Lo que tiene por delante tiene de todo menos medias tintas. La parte más tradicional no es, por ello, menos interesante ni osada. Las Variaciones sobre un tema Rococó, de Chaikovski, son un desafío para violonchelo del que uno nunca se cansa. Virtuosismo y luminosidad, descaro y pasión, la obra del ruso es siempre un lugar al que volver cuando se buscan los límites del hombre ante el arte. En esta ocasión, el paladín que debe librar la batalla será Edgar Moreau, violonchelista francés de solo 23 años.
El resto del recital es un díptico de rarezas que el público agradecerá que hayan vuelto. Por un lado, el Polednice de Dvorák, pura poesía sin palabras en un ambiente de colorido abrumador. Sin duda es una de las grandes obras del compositor. Por otro, tendremos otro poema sinfónico de Rachmaninov: Kolokola, que podemos traducir al castellano como Las campanas, es como un gigantesco palacio romántico levantado en torno a unas campanas que nunca abandonan el discurso que va de la oscuridad a la luz y del temple a la locura en una explosión romántica que sobrecoge al corazón más insensible.
Ahí tendremos también al excelente Coro Nacional dando lo mejor de sí. Un programa grandioso que nos muestra que esta temporada de la Orquesta Nacional va a dar mucho que hablar.
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