Estrofas contra la violencia machista

El concierto estaba programado desde mucho antes pero, por desgracia, la realidad lo ha hecho más necesario aún: solo el pasado fin de semana, tres mujeres fueron asesinadas por sus parejas. La cantante argentina María Lavalle presentó el martes en el Teatro Maravillas su espectáculo El llanto invisible, en el que desplegó su particular mezcolanza de estilos, desde el tango al folk, pasando por el jazz, el fado y la chanson francesa. Destinará la recaudación íntegra a la lucha de Amnistía Internacional contra la violencia de género.

“Casi 900 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde enero de 2003 hasta abril de 2017. Solo en lo que va de año, ya son más de 24. Es hora de acabar con esta tragedia”, reclamaba la artista porteña antes del concierto, que coincide con otro hecho, no por menos sangriento, menos dramático: el Estado ha reducido en los últimos siete años los recursos contra la violencia de género en un 60%, como denunciaba ayer a modo de introito el director de Amnistía, Esteban Beltrán. Y culminaba con un aliento: “Espero que, aun y todo, disfruten del concierto”.

Lavalle puso toda la carne en el escenario para que así fuera. Salió flanqueada por un contrabajo, una batería, una guitarra y un saxofón, las armas de su banda contra la barbarie. Y endulzó el foro entonando, para empezar, La tormenta, de Javier Krahe, incluido el fino humor del genial cantautor. Le siguieron temas de Georges Moustaki y el tanguista José María Contursi, este último con afortunados toques jazzísticos. También tuvo espacio para Aute, su “descubridor”, como lo llama. Y así sucedió una velada muy ecléctica en la que no faltaron canciones de Dylan, Cohen o Yupanqui, ni la aparición de la banda del fallecido Krahe. Y Lavalle demostró que la música es un antídoto irrebatible.