¿Referendum escocés, a ciegas?
El referéndum escocés entra en su última fase, al haber publicado el gobierno escoces su "libro blanco" en favor de la independencia. Pero, ¿tiene el elector escocés los datos fundamentales que necesita para emitir un voto realmente pensado?. Pues yo creo que no. Las dos cuestiones claves para la independencia que estaban en el aire hace año y medio, cuando comenzó el proceso, siguen estando igual de oscuras: ni se sabe si la futura Escocia independiente podrá seguir siendo miembro de la Unión Europea, ni tampoco si podrán seguir teniendo la libra como moneda propia como quieren, pues Londres parece contrario a esta idea. Y ambas cuestiones son claves para la supervivencia de esa futura Escocia independiente. El Gobierno británico, y varios portavoces de Bruselas, afirman que Escocia saldría de la UE y tendría que renegociar su entrada en la misma, donde necesitaría el apoyo unánime de los 27 miembros.
Sin embargo el gobierno escoces dice que Escocia seguiría siendo automáticamente miembro de la UE y solo tendría que renegociar su peso en las instituciones comunitarias. Pero ni uno ni otro gobierno han pedido la opinión oficial de Bruselas, quien responde que solo se pronunciará oficialmente cuando se lo pida un gobierno. Tampoco nadie ha acudido a los tribunales europeos, que son la última instancia para interpretar el derecho europeo. Y la cuestión no es sencilla de responder porque los Tratados de la Unión no dicen nada al respecto y hay argumentos en los dos sentidos. Incluso uno de los asesores externos que emitió el informe del gobierno británico, el profesor James Crawford, entendía que sería posible que Escocia renegociara su entrada en la UE durante el plazo de dos años que media entre la fecha del referéndum por la independencia y la fecha en la que se obtendría la independencia, tras haberse negociado con los británicos los términos concretos de esa independencia.
Según este asesor, Escocia seguiría siendo miembro del Reino Unido durante esos dos años y por lo tanto su economía no notaría el cambio y tendría tiempo para alcanzar el acuerdo sobre la forma en que Escocia participaría en los órganos de gobierno de la UE. Pero el tema no es tan sencillo políticamente. Si Escocia tiene éxito en seguir perteneciendo automáticamente a la UE se abrirá el paso a demandas similares de Catalunya, Euskadi y los flamencos en primer lugar, para después seguirles los corsos o la Padania. Por lo tanto, España, Bélgica, Francia o Italia tendrían motivos políticos para vetar la reentrada de Escocia en la UE en un intento de evitar el contagio. Y ya se publicó en su día que el gobierno español comunicó a Londres que no veía con buenos ojos la intención de posibilitar la independencia de Escocia. Y está el tema de la libra.
Además del posible veto de Londres, existe el problema de que la UE exige en la actualidad que los nuevos aspirantes adopten el euro como moneda. ¿Tiene sentido que la UE haga una excepción para Escocia en materia de moneda cuando además se ha anunciado un referéndum británico para salirse de la UE?. Por lo tanto, podría ocurrir que el electorado escocés votara que sí a la independencia y después se encontrara con que Escocia estuviera fuera de la UE y se le obligara a negociar su entrada. Eso conllevaría el riesgo de que hubiera un veto por parte de España o algún otro estado, o que se le obligara a adoptar el euro, o que simplemente tardara varios años en conseguir finalizar las negociaciones. ¿Es aceptable un referéndum en esas condiciones de falta de datos tan esenciales?. ¿Por qué no solicita Escocia una opinión oficial de Bruselas sobre esta cuestión?. ¿Por qué no acude a los tribunales europeos para aclarar este tema antes de la votación?. No lo sé, pero a mí no me parece democrático votar un referéndum a ciegas.
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