Vuelven las cajas de resistencia
La elevada conflictividad laboral reactiva los fondos de solidaridad entre los trabajadores Las plantillas de Panrico o Alstom mantienen cajas activas


La de los huelguistas de la Ciudad de la Justicia (cuatro meses de paro, más de 120.000 euros), la de Panrico (siete semanas, 15.000 euros), la de Alstom (en vísperas de un ERE), la de HP (casi 10.000 euros en cinco días)… y, más allá de Cataluña, la de los maestros de Baleares o los profesionales del hospital 12 de Octubre de Madrid. La elevada conflictividad laboral, derivada del cóctel entre crisis y reforma laboral, ha resucitado las cajas de resistencia o de solidaridad, una herramienta tan vieja como la industrialización que tuvo otros dos momentos de apogeo, en los años 30 y 80 del siglo XX.
Las cajas son fondos que se nutren de aportaciones económicas destinadas a trabajadores que están en huelga, que sufren expedientes de regulación temporal de empleo o que se enfrentan a otras necesidades, como costas judiciales. Las aportaciones llegan tanto de compañeros de los afectados, como de afiliados de un mismo sindicato, comités de otras empresas, ciudadanos del municipio afectado o hasta de famosos (Miquel Barceló donó varias obras para el fondo de los maestros de Baleares).
El resurgimiento se inspira en “la PAH y los movimientos antidesahucios”
La caja de resistencia de Panrico, cuya plantilla protesta por el ERE que puede suponer el cierre de la planta de Santa Perpètua de Mogoda, ha recaudado más de 15.000 euros entre aportaciones de particulares y comités de otras empresas. Su objetivo es ayudar a las familias de la plantilla que peor lo están pasando tras casi dos meses sin cobrar. Entre ellos hay varias parejas o padres e hijos, explica Beatriz Arenas, miembro del comité de Empresa. En el caso de Alstom, otra gran empresa del municipio que en breve aplicará un ERTE, la plantilla ha adelantado 100 euros para compensar la diferencia entre el salario y el subsidio del paro que sufrirán quienes resulten afectados por el expediente. Calculan que esta primera donación les cubrirá hasta cuatro meses. “Lanzamos a dirección un mensaje de unidad y de organización de todos ante su ofensiva”, explica el secretario general de CC OO en la empresa, Daniel Fernández.
El profesor del centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universitat Pompeu Fabra, Jordi Mir, vincula el rebrote de estos mecanismos con situaciones límite: “En Panrico han decidido que, o van hasta el final, o les pasan por encima. En Baleares, los maestros no podían perder el empleo, pero la agresión era de tal magnitud que o se ponían duros o también les pasaban por encima y no había marcha atrás”. Ante la dureza de las situaciones, añade Mir, la movilización tradicional “no es satisfactoria” y la gente “activa mecanismos para tener cuidado unos de otros”.
El director del archivo histórico de CC OO en Cataluña, Javier Tébar, es escéptico con la utilidad de estos mecanismos de solidaridad cuyo origen en Cataluña, recuerda, está en los años 40 del siglo XIX y “reaparecieron” antes de la República y en las décadas de los 70 y 80. “No es la única solución, y a veces han provocado conflictos”. Sobre todo, aclara, si se dilatan en el tiempo, como ocurrió con los mineros de Reino Unido en los 80. Tébar opina que el resurgimiento de las cajas obedece al “contagio de mecanismos de solidaridad como el de la PAH y los desahucios”.
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