La demolición emocional

Cuando los músicos no ocultan que son políticos, surgen espectáculos tan sociales como La vida es dulce, irónico título para un montaje en el que el desamparo es el protagonista. Sobre secuencias escogidas de la cinematografía de Mike Leigh, retratista fílmico de los desastres del thatcherismo ahora tan presentes en nuestro propio país, Nacho Vegas desarrolla el encargo formulado por el Festival de Cine de Albacete y funde música y secuencias en un espectáculo que remueve. El resultado se vio dentro del festival de Guitarra en Barts, y el gesto de una platea llena se heló.

Secuencias de películas de Leigh, quien con gotas ácidas de humor evita la completa demolición de la esperanza, pasaron por la pantalla ante la que se dispuso Vegas con su banda para tocar piezas nuevas y versiones, y completar un collage de melodías e imágenes que relataron los márgenes de una sociedad implacable con el humilde.

El resultado fue brillante. Cierto que Nacho Vegas no estuvo fino con la voz y que no todas las nuevas piezas fueron excelentes, pero era la idea, la selección de las secuencias y su vinculación con el tono abatido de su música lo que conmocionó. Porque además no se trató de poner música a las imágenes, sino continuar su hilo emocional por medio de canciones. Y eso se logró. <NO1>Por eso se helaron los gestos, porque nada tan turbador como la crudeza del desamparo. El espectáculo, redondeado luego con temas populares de Vegas a modo de prolongación, se acabó bruscamente, con la platea insatisfecha pidiendo un bis que no llegó. Quizás no se comprendió que todo estaba dicho. Quizás sólo comprendemos lo que nos atrevemos a comprender.