Errores del estándar y malos sonidos
Es inaceptable que en plena crisis un festival como Madrid en Danza desvíe recursos a coproducir un espectáculo tan insuficiente

Lo primero es que el responsable de sonido de Teatros del Canal no debe permitir el dislate de esta producción en cuanto a bulla, y tampoco aceptar, pues no tiene ningún derecho, que el músico de la compañía someta al público a una tortura de decibelios esnobista y brutal. En algunos garitos "poligoneros" se oye mejor sonido electrónico y con menos pretensiones. En este caso, el jugar con las dichosas maquinitas produce un abuso de pésimo gusto y factura.
Está claro que los creadores del engendro sonoro y sus militantes seguidores (hubo aullidos y bravos estentóreos al final de la representación) pueden estar colgados cual paraguayas minimalistas de esa "onda progresiva", pero eso nada tiene que ver con producir arte coreográfico en serio, y poco o nada con las corrientes actuales. El mal uso de estándares popularizados por la globalización de cierta estética lleva a un uso equivocado de sus equivalentes teatrales. Es obvio que se carece en este caso también de análisis coréutico alguno; es tristemente endogámico y por momentos aquello deriva a un frustrado entretenimiento de luz y sonido. Una vez que se les acaba el repertorio de focos, pues a repetir la secuencia.
KHAOS
Coreografía: Ginette Laurin; música: Martin Messier; escenografía y vestuario: Marilène Bastien; luces: Martin Labrecque. Compañía O Vertigo (Canadá). Teatros del Canal. Hasta el 24 de noviembre.
La escenografía es otra broma de bricolaje escolar y el vestuario, brilla por su ausencia. Estos imitadores tardíos de la corriente urbanita de fines de los años noventa del siglo XX además bailan poco y deficientemente, no lucen una técnica depurada en su quehacer. La compañía O Vertigo ha empeorado su nivel, y sus presentaciones anteriores en España tenían al menos cierta lógica.
Es del todo inaceptable que en las actuales circunstancias de crisis un festival modesto como Madrid en Danza desvíe sus recursos para coproducir a una compañía a la que, no por ser foránea, debe rendírsele tributos, y no ofrece ningún aliciente formal que lo justifique.
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